
De los versos aciagos
Quería escribir un nocturno. Su alma intratable pedía que de la tinta negra era turno. Vacíos, taciturnos y dolorosos, los párrafos llorosos veía, recordando su vida amorosa. La muerte del corazón, casa embrujada de romances fallidos, de promesas y futuros destruidos, son fantasmas sin compasión que espantan sus letras garabatas cada que el recuerdo le arrebata.
Un largo puente derruido
se proyecta al Más allá.
Al son de sus rimas va,
caminando en su mente al final temido,
sin saber si un fantasma o polvo será
en el cielo que antes habían tenido.
Las páginas arriba se revolean ansiosas,
dejando caer una tinta lacrimosa,
que lo inunda de recuerdos que nunca verá,
después del último peldaño sin sentido,
y de su alma Allá hecha una elegía lastimosa.
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