Umbroso pantano

@gabmr · 2025-10-30 16:55 · Literatos

image.png

Pixabay



Umbroso pantano


Hacía ya un mes que Sancho estaba desaparecido. Por su carácter noctámbulo, callado y audaz, todos en Pantano Negro decían que se había escapado de su casa al ya no poder lidiar con los otros inquilinos.
En Pantano Negro extrañaban a Sancho, pero nadie quería ni asomar ni un pelo por esa casa rasgada, oscura y pútrida. Etilio, el fundador del pueblo, decía que allí siempre habían pasado cosas raras, y que era mejor meterse en el mismo pantano, que pasar cerca de esa casa. De todos los muchachos del pueblo, Gorvi era, no el más valiente, pero sí el más indiferente. Había gente que decía que él no sabía ni cuando había nacido. Naturalmente fue el último en enterarse de lo de Sancho. —¿Quién es Sancho?—preguntó bostezando Gorvi aquella vez que le dijeron. Irónicamente, así como no le importaban los asuntos de la gente, era un as para llevar cartas por doquier. Desde Pantano Negro, hasta Pelo Muerto, cada kilometro ya lo había pisado él. —Hoy tocan sólo dos cartas—comentó Granzo, el de la oficina postal. —¿En serio?—replicó el otro. —Pero hay un detalle. —¿Qué cosa? —Una carta es para llevar aquí mismo, y la otra para Tramería. Entonces te recomiendo entregar la de aquí, y luego intentar llegar vivo allá—bromeó Granzo. Gorvi se tapó la boca por un bostezo obsceno y dijo: —Pan comido. Siendo tan distante Tramería, el buen cartero de Pantano Negro decidió empezar su oficio antes del amanecer—20 minutos antes de las 6—.Había frío, soledad y ratas correteando en cada esquina del pueblo. Un viento tumba viejas relinchaba aquí y allá, pero Gorvi tenía su par de cartas más protegidas que a él mismo. Casi todas las casas de Pantano Negro tenían tejados rojizos resquebrajados, aunque algunas lucían un estilo colonial con techo plano impoluto. La única excepción era aquella bendita casa que casi abrazaba al pantano. De madera azabache, vieja, chillona y ahuecada en varias partes de su bamboleantes dos pisos, la casa de Sancho parecía el mismísimo monstro del pantano. Sólo un guerreo elegido podía hacer frente a semejante cosa sin temblar. Gorvi se fue aproximando cada vez más. Para cuando estuvo como a 200 metros, revisó su reloj. Eran las 5:30. Él se estrujó los ojos, y de inmediato sacudió el reloj. Nada. Seguían siendo las 5:30 a.m. Gorvi no creía lo que pasaba, pero él no retrocedió ni un paso. Su cuerpo entero, de hecho, aceleró. A pesar de encapotarse el cielo de Pantano Negro, Gorvi estaba convencido entregaría su primera carta del 31 de octubre. Muy cerca de la casa bamboleante, el olor pútrido se volvió enfermizo. Gorvi cayó de rodillas, tratando de no respirar aquella pestilencia. Una fuerza de voluntad muy grande lo levantó de nuevo, pero sólo para contemplar el espanto. Un poco más allá detrás de la casa azabache, se proyectó una sombra de un hombre de cabello despeinado. Parecía tener vida. Algunos cipreses barbudos al fondo también parecían estirar sus ramas al unísono para intentar pincharlo. Fue una danza macabra que retumbó los oídos de Gorvi, justo cuando escuchó una risa embrujada que gozaba de dar latigazos a los condenados árboles mal portados. Cada lamento se escuchaba más fuerte, y el hombre miraba con detalle. Parecía disfrutar cada golpe más que el anterior. Sin embargo, Gorvi vio—ya casi hecho fantasma—cómo aquel tipo no estuvo conforme. Su figura esbelta, raquítica y cabello enredado siguieron dirección al pantano. Allí alzó ambas manos y no tardaron en salir más cipreses cuyos troncos parecían abrirse espantosamente como bocas y ojos hambrientos de miedo y dolor. Aunque Gorvi ya había dejado de moverse, su mente no. Entre varios pensamientos erráticos, pudo entender al fin por qué Sancho había escapado—quién no lo haría—y eso encendió en su alma la idea de huir como fuese. Apenas dando media vuelta, el cartero fue sorprendido por otro mensajero: Sancho. Curiosamente, el ser más buscado de Pantano Negro había regresado solo, y se había posado en el hombro derecho de Gorvi. —¿No es hermoso?—graznó ronco Sancho. —San.. ¿Sancho?¿Son monstruos tus dueños?—titubeó el pobre cartero. —Acércate un poco más—picoteó Sancho a Gorvi, mostrando un brillo siniestro en sus oscuros ojos. —¿Qué rayos es todo esto?—chilló Gorvi. —¡Bienvenido a mi mundo, víctima!—reventó el malévolo cuervo a todo pulmón. Enseguida, Gorvi fue alcanzado y alzado por los cipreses andantes para ser luego tragado por la hambrienta casa del terror que se partía en dos para probar a su nueva presa. Todo esto mientras el supuesto cuervo perdido contemplaba triunfante desde los cielos cómo seguía desapareciendo gente para siempre cada 31 de octubre en su pantano. Muchos en Pantano Negro sabían que Sancho era un cuervo, pero nadie nunca supo él era el real dueño de aquella casa de monstruos pantanales.


gabmr (1).png

#literatos #spanish #relato #la-colmena #literatura #halloween #pantano
Payout: 2.691 HBD
Votes: 167
More interactions (upvote, reblog, reply) coming soon.