She is known as Elora, the Guardian of the Peak. She is not a sorceress who casts fireballs from afar, nor a warrior who relies solely on the edge of her sword. Elora is the fusion of both, a brute force that channels magic into every muscle of her body.
Her power is in the staff she always holds, the Eye of Vigilance. This ancient artifact is a conduit that does not grant new spells, but instead amplifies the physical vigor of whoever holds it. When an enemy approaches, the orb at the tip of the staff illuminates and an aura of pure energy envelops Elora, hardening her skin like rock and giving her the speed of a feline.
Elora is tasked with protecting the Sanctuary of Echoes, a sacred place high on the mountain that is a portal between the mortal world and the realm of souls. Her life is a solitary vigil, only interrupted by the few who dare to ascend to test her power.
One night, a monster of shadows and bone climbed the cliff. The creature mocked her, thinking that a woman with a simple staff would be no match. But Elora only smiled. She gripped the staff with both hands, and the Eye of Vigilance shone brightly. With one strike to the ground, the rock beneath her feet cracked. Elora did not move; the power flowed through her. The creature lunged to attack, but a single blow from her fist, powered by the staff, sent it reeling. Every thrust of her staff resonated like thunder, and every kick she threw could break a stone.
In the end, the creature disintegrated, defeated not by a spell but by the primordial strength of a woman who had turned her own body into a magical weapon. Elora stood on the summit, the staff in her hand and a brilliant blue light emanating from her body, ready for the next threat that dared to disturb her peace.
ESPAÑOL
Se le conoce como Elora, la Guardiana del Pico. No es una hechicera que lanza bolas de fuego desde lejos, ni una guerrera que confía solo en el filo de su espada. Elora es la fusión de ambos, una fuerza bruta que canaliza la magia en cada músculo de su cuerpo.
Su poder se encuentra en el bastón que siempre lleva en su mano, el Ojo de la vigia. Este antiguo artefacto es un conducto que no concede nuevos hechizos, sino que amplifica el vigor físico de quien lo lo tiene. Cuando un enemigo se acerca, el orbe en la punta del bastón se ilumina y un aura de energía pura envuelve a Elora, endureciendo su piel como roca y dándole la velocidad de un felino.
Elora tiene la tarea de proteger el Santuario de los Ecos, un lugar sagrado en lo alto de la montaña que es un portal entre el mundo de los mortales y el reino de las almas. Su vida es una vigilia solitaria, solo interrumpida por los pocos que se atreven a ascender para probar su poder.
Una noche, un monstruo de sombras y hueso escaló el acantilado. La criatura se burló de ella, pensando que una mujer con un simple bastón no sería rival. Pero Elora solo sonrió. Agarró el bastón con ambas manos, y el Ojo de la Vigilancia resplandeció. Con un golpe al suelo, la roca debajo de sus pies se resquebrajó. Elora no se movió; el poder fluyó a través de ella. La criatura se lanzó al ataque, pero un solo golpe de su puño, impulsado por el bastón, la hizo retroceder. Cada estocada de su bastón resonaba como un trueno y cada patada que lanzaba podía romper una piedra.
Al final, la criatura se desintegró, vencida no por un hechizo, sino por la fuerza primordial de una mujer que había convertido su propio cuerpo en un arma mágica. Elora se quedó de pie en la cima, el bastón en su mano y una luz azul brillante emanando de su cuerpo, lista para la próxima amenaza que se atreviera a perturbar su paz.
