Today I'm not just celebrating another year of life; I'm celebrating motherhood, the lessons I've learned, and the small miracles that fill my daily life. At 44, I feel like I'm starting over, but I'm not doing it alone; I'm doing it hand in hand with my children, my greatest teachers, and my motivation to be better every day. I may not have all the answers or a fat savings account, but I have the wealth that truly matters: health, love, and the blessing of watching my little ones grow.

This birthday became a reminder that motherhood is about living from the core. And the most valuable thing was confirming that, on this journey, I am loved, accepted, and respected by those who matter most: my family and my tribe.

The most beautiful gift: a gesture of love from my son

This year, I received the gift every mother hopes for: seeing the love she sows day after day reflected in her children. My 16-year-old son, with that giant heart that characterizes young people when we least expect it, worked for a few days planting seeds to buy me the ingredients for a pineapple cake. He made it himself.

In that dedicated gesture, I understood that motherhood isn't measured in grand speeches, but in details that speak for themselves. His effort was proof that he sees me, values ​​me, and wants to give back, even if only symbolically, everything he receives. That was my greatest gift, seeing the love I've tried to plant in him blossom.

It doesn't feel like inviting you: what will we do?

Recently, someone jokingly said to me: "You, Susana, don't drink soda; you prefer healthy things. You don't eat cakes filled with cream, so it doesn't feel like inviting you, because what are we going to eat, carrot sticks?"

I laughed because motherhood has taught me that it's not about fitting in, but rather about choosing what values ​​I want to pass on to my children. For many, celebrating can mean going overboard; for me, celebrating means being consistent with the example I want to set for them: taking care of ourselves, loving ourselves, and respecting our bodies. And how beautiful it is to find communities like #Motherhood, where this is understood and celebrated without judgment.

But beyond these comments, the best thing is to move forward with purpose, and with a tribe that understands.

I've decided to move forward without resentment, but with clarity. I take responsibility for my story and the seeds I sow in my children. I understand that not everyone shares our way of life, but I also know that there are spaces like this, where other mothers celebrate with me with authenticity. Where what matters is not the menu, but the heart behind every gesture.

Motherhood taught me that the right tribe doesn't judge; it accompanies. And today I experienced it, knowing I'm not alone on this journey.

A day full of love and laughter with my children

I spent this birthday with my children. Their hugs, wisecracks, and loving stories made the day perfect. My little girl had prepared a beautiful poem for me that surprised us all, as well as a lovely letter and photos printed on photo paper of the two of us, photos she asked her siblings to print. I didn't need anything else. The smell of the pineapple cake baking, the excitement of hearing my daughter's poem. There's no material gift that could surpass feeling accompanied, listened to, and loved by them.

And the messages I received from my virtual #Hive friends filled my heart with a special warmth.

The true richness of motherhood

Knowing there are other mothers out there who feel the same way, who understand the challenges and joys of parenting, compels me to share these words.

At my age, I can proudly say that my greatest wealth isn't in a bank. It's in the moments I share with my children, in the laughter in the kitchen while we made the pineapple cake, in the lessons they teach me every day, and in the health we enjoy together.

That cake wasn't just any dessert; it was a symbol of love, effort, and togetherness. And that, for a mother, is worth more than any luxury.

Starting over, with my children by my side

This birthday isn't an end; it's a rebirth. A new cycle full of possibilities, dreams, and projects. At 44, I give myself permission to continue growing, learning, and, above all, enjoying every stage with my children.

Today I toast to them, to their health and happiness. I toast to life, which allows me to continue writing this story with my family.

Motherhood isn't always easy, but we learn along the way. I've learned to value what truly matters: authenticity, unconditional love, and the community we build around us. To my children, thank you for choosing me as their mother.

To you, thank you for reading, understanding, and celebrating with me. To life, thank you for allowing me to live this story.

Today, with a pineapple cake made with love, with the hugs of my children, and with the support of tribes like this one, I celebrate my birthday as the beginning of everything. Because in motherhood, we are always starting over.

Thank you for reading until the end. It's been a wonderful day.

Images my own. Taken with my Redmi 10A. Collage edited in Canva

Versión en español

Hoy no solo celebro un año más de vida; celebro la maternidad, los aprendizajes y los pequeños milagros que llenan mi día a día. A mis 44 años, siento que estoy comenzando de nuevo, pero no lo hago sola; lo hago de la mano de mis hijos, mis mayores maestros y mi motivación para ser mejor cada día. Quizás no tenga todas las respuestas ni una cuenta de ahorros abultada, pero tengo la riqueza que realmente importa: salud, amor y la bendición de ver crecer a mis pequeños.

Este cumpleaños se convirtió en un recordatorio de que la maternidad es vivir desde la esencia. Y lo más valioso fue confirmar que, en este camino, soy amada, aceptada y respetada por quienes más importan: mi familia y mi tribu.

El regalo más hermoso: un gesto de amor de mi hijo

Este año, recibí el regalo que toda madre espera, ver reflejado en sus hijos el amor que siembra día a día. Mi hijo de 16 años, con ese corazón gigante que caracteriza a los jóvenes cuando menos lo esperamos, trabajó unos días sembrando para comprarme los ingredientes de una torta de piña. Él mismo la preparó. En ese gesto lleno de dedicación entendí que la maternidad no se mide en grandes discursos, sino en detalles que hablan por sí solos. Su esfuerzo fue la prueba de que me ve, me valora y quiere devolverme, aunque sea simbólicamente, todo lo que recibe. Ese fue mi regalo más grande, ver florecer el amor que he intentado plantar en él.

No provoca invitarte: que haremos

Recientemente, alguien me dijo en tono de broma: “Es que tú, Susana, no tomas bebidas, prefieres lo saludable; no comes tortas llenas de crema, entonces no provoca invitarte, porque ¿Qué es lo que vamos a comer, palitos de zanahoria?”.

Me reí, porque en la maternidad he aprendido que no se trata de encajar, sino de elegir qué valores quiero transmitirles a mis hijos. Para muchos, festejar puede significar excesos; para mí, celebrar es estar en coherencia con el ejemplo que quiero darles, cuidarnos, querernos y respetar nuestro cuerpo. Y qué bonito es encontrar comunidades como #Motherhood, donde esto se comprende y se celebra sin juicios.

Pero más allá de estos comentario lo mejor es, Avanzar con propósito, y con una tribu que entiende.

He decidido avanzar sin resentimientos, pero con claridad. Me hago responsable de mi historia y de las semillas que siembro en mis hijos. Entiendo que no todos comparten nuestra forma de vivir, pero también sé que existen espacios como este, donde otras madres celebran conmigo desde la autenticidad. Donde lo importante no es el menú, sino el corazón detrás de cada gesto.

La maternidad me enseñó que la tribu correcta no juzga; acompaña. Y hoy lo viví, sé que no estoy sola en este camino.

Un día lleno de amor y risas con mis hijos

Este cumpleaños lo pasé al lado de mis hijos. Sus abrazos, ocurrencias y cuentos llenas de cariño hicieron que el día fuera perfecto. Mi niña me tenía preparado un hermoso poema con el que nos sorprendió a todos, además de una hermosa carta y fotos impresas en papel fotográfico donde estábamos las dos, fotos que ella pidió a sus hermanos que imprimieran. No necesité más. El olor de la torta de piña horneándose, la emoción de escuchar el poema de mi hija. No hay regalo material que superara sentirme acompañada, escuchada y amada por ellos.

Y además, los mensajes que recibí de mis amigos virtuales de #Hive llenaron mi corazón de una calidez especial.

La verdadera riqueza de la maternidad

Saber que hay otras madres ahí afuera que vibran igual, que entienden de desafíos y las alegrías de la crianza, me hace compartir estas líneas.

A mi edad, puedo decir con orgullo que mi mayor riqueza no está en un banco. Está en los momentos compartidos con mis hijos, en las risas en la cocina mientras hacíamos la torta de piña, en los aprendizajes que me dejan cada día y en la salud que nos permite disfrutar juntos.

Esa torta no fue un postre cualquiera; fue un símbolo de amor, esfuerzo y complicidad. Y eso, para una madre, vale más que cualquier lujo.

Empezar de nuevo, con mis hijos de la mano

Este cumpleaños no es un final; es un renacer. Un nuevo ciclo lleno de posibilidades, sueños y proyectos. A mis 44 me doy permiso para seguir creciendo, aprendiendo y, sobre todo, disfrutando de cada etapa con mis hijos.

Hoy brindo por ellos, por su salud y su felicidad. Brindo por la vida, que me permite seguir escribiendo esta historia junto a los míos.

La maternidad no siempre es fácil, pero prendemos en el camino. He aprendido a valorar lo que realmente importa; la autenticidad, el amor incondicional y la comunidad que construimos alrededor. A mis hijos, gracias por elegirme como su mamá.

A ustedes, gracias por leerme, comprenderme y celebrar conmigo. A la vida, gracias por permitirme vivir esta historia.

Hoy, con una torta de piña hecha con amor, con los abrazos de mis hijos y con el apoyo de tribus como esta, celebro mi cumpleaños años como el comienzo de todo. Porque en la maternidad, siempre estamos comenzando de nuevo.

Gracias por leerme hasta el final. Ha sido un día maravilloso.

Imágenes de mi propiedad. Tomadas con mi Redmi10A. Collage Editados en canva