Abrazos acompañados de bendiciones para todas las familias que hacen vida en esta comunidad, hoy nos tocó visita médica con pequeño Mathias.
Llevábamos aproximadamente 40 días siguiendo un tratamiento riguroso para el estreñimiento crónico de Mathias. Íbamos un poco retrasados con la consulta de control, pero por un momento, sentí que estábamos en el camino correcto. Esa sensación de falsa calma se rompió el sábado por la mañana, cuando Mathias amaneció con una fiebre alta y, para mi horror, tuvo 10 evacuaciones en un solo día. El miedo se apoderó de mí de inmediato y, siguiendo solo mi intuición, le suspendí de golpe todo el tratamiento para el estreñimiento.
La Frustrante Búsqueda de Ayuda Inmediata
El dolor de barriga de Mathias era evidente, así que lo llevé de emergencia al seguro social, buscando algo de orientación y, sobre todo, tranquilidad. Lamentablemente, la experiencia fue frustrante. Los médicos de turno se limitaron a decir: Comuníquese con su gastroenteróloga pediátrica. Nosotros no somos especialistas. En ese momento, su respuesta me pareció absurda. ¿Acaso no podían ofrecer alivio sintomático? Me sentí increíblemente sola y confundida
La Difícil Decisión de Molestar en un Momento de Duelo
La situación se complicaba con la fiebre el sábado por la tarde, mucho dolor de estómago le escribí primero a la secretaria de la doctora porque sabía que ella estaba atravesando un duelo por el fallecimiento de su padre. Con mucha pena, le escribí un mensaje explicando la emergencia. Su respuesta, a pesar de su dolor, fue un rayo de luz con indicaciones claras, aunque esto generó una nueva angustia; la confusión de pasar de un extremo a otro. Es decir pasar de un tratamiento para el estreñimiento crónico a una dieta antidiarreica.
La Claridad que Llega con una Buena Explicación
Afortunadamente, este jueves 25 de septiembre conseguimos la consulta. Es complicado contactarla para eso, ya que su consultorio está en la zona de Charallave y viene a san Juan de los morros cada 21 días. La doctora, con una paciencia infinita, me dedicó 40 minutos valiosísimos.
Me explicó que los exámenes mostraron una flora bacteriana alterada. El plan era claro, primero, una desparasitación para barrer cualquier elemento que causara inflamación. Luego, equilibrar la flora con probióticos y retomar la dieta alta en fibra, suspendiendo temporalmente el medicamento para el estreñimiento para evaluar su progreso real.
También luego de todo eso, indicó exámenes especiales para determinar si Matthias es alérgico a algún alimento especifico o factores ambientales. Estos exámenes si tienen un costo de 300$ del cual tampoco dispongo.
La Cruda Realidad: El Impacto Económico en la Salud
La claridad del plan chocó con nuestra realidad económica. Le pregunte si el nuevo tratamiento era muy costoso, y ella misma ubico varios precios por internet en una cadena de medicamentos muy conocida acá en Venezuela. El costo del tratamiento desparasitante ascendía a $78, una suma significativa para nuestro presupuesto.
Al expresarle mi preocupación, soy maestra con un sueldo básico, su respuesta fue un bálsamo "Paso a paso, mamá. El nene no está grave. Cumplamos con lo que nos toca, poco a poco". Esas palabras me recordaron que si hemos estado haciendo, solo que debo continuar por más, además que no era una carrera contra el reloj.
Hoy salí de la consulta con esperanza, no porque tengo todas las respuestas, sino porque tenemos un plan y debo poner manos a la obra para mejorar nuestro presupuesto y cumplir con lo indicado.
Gracias por leerme hasta el final
Imágenes de mi propiedad tomadas con mi Redmi 10A
English Version
Hugs and blessings to all the families who live in this community. Today we had a medical appointment with little Mathias.
We'd been on rigorous treatment for Mathias's chronic constipation for about 40 days. We were a little behind on his follow-up appointment, but for a moment, I felt we were on the right track. That false sense of calm was shattered on Saturday morning when Mathias woke up with a high fever and, to my horror, had 10 bowel movements in a single day. Fear immediately took hold of me, and, following only my intuition, I abruptly stopped all constipation treatment.
The Frustrating Search for Immediate Help
Mathias's stomach pain was evident, so I took him to the emergency room for social security, seeking some guidance and, above all, reassurance. Unfortunately, the experience was frustrating. The doctors on duty simply said: Contact your pediatric gastroenterologist. We are not specialists At the time, their response seemed absurd to me. Couldn't they offer symptomatic relief? I felt incredibly alone and confused.
The Difficult Decision to Be Annoying in a Time of Grief
The situation worsened with fever on Saturday afternoon, and severe stomach pain. I first wrote to the doctor's secretary because I knew she was grieving for her father's death. With great sadness, I wrote her a message explaining the emergency. Her response, despite her pain, was a ray of light with clear instructions, although this generated a new anguish: the confusion of going from one extreme to the other. That is, going from a treatment for chronic constipation to an anti-diarrheal diet.
The Clarity That Comes with a Good Explanation
Fortunately, we got an appointment this Thursday, September 25th. It's difficult to contact her for that, since her office is in the Charallave area and she comes to San Juan de los Morros every 21 days. The doctor, with infinite patience, dedicated 40 invaluable minutes to me.
She explained that the tests showed an altered bacterial flora. The plan was clear: first, a deworming to eliminate any inflammatory elements. Then, balance the flora with probiotics and resume a high-fiber diet, temporarily suspending the constipation medication to assess her progress.
Even after all that, he ordered special tests to determine if Matthias is allergic to any specific foods or environmental factors. These tests cost $300, which I can't afford either.
The Harsh Reality: The Economic Impact on Health
The clarity of the plan clashed with our financial reality. I asked her if the new treatment was too expensive, and she herself found several prices online for a well-known drug chain here in Venezuela. The cost of the deworming treatment was $78, a significant sum for our budget.
When I expressed my concern—I'm a teacher with a basic salary—her response was soothing: "Step by step, Mom. The baby isn't seriously ill. Let's do what we have to do, little by little." Those words reminded me that we've been doing what we've been doing, but I just need to keep going for more, and that it wasn't a race against time.
Today I left the appointment with hope, not because I have all the answers, but because we have a plan, and I must get to work to improve our budget and meet our goals.
Thank you for reading until the end.
Images taken with my Redmi 10A