La paz que brinda un hogar, definitivamente no se negocia. Tenía mucho tiempo que no me sentía así de tranquila. Claro, también estamos de vacaciones y la rutina de madrugar esta pausada. Soy de las mamás que le encanta estar en casa, cocinando, lavando ropa, viendo orden y tranquilidad. Sentir los olores a comida y limpieza, niños bien alimentados y felices.

Ver a Mathías con esa paz mientras pinta riendo junto a su hermana, me recuerda que a veces los llevo a las carreras por cumplir aquí y allá en los trabajos. Pero mamá quiere quitarse las culpas y pensar que solo trata de ser responsable con la alimentación y crianza de sus hijos.

Es importante tomar decisiones a tiempo, de lo que realmente te hace feliz, me repito: Soy Responsable, elijo avanzar; mientras yo preparo su sopita de pollo y arroz integral (justo como lo indicó la gastroenteróloga pediátrica) es mi mayor felicidad. Estos momentos, llenos de paz y aromas a comida casera, son los que muchos de nosotros recordamos para siempre. No se si tienes este tipo de recuerdos, yo tengo el mío particular. Un día mientras llovía mucho y hacia frio, mami estaba cocinando un minestrone. Cuando lo sirvió, fue como darnos amor en silencio a todos, entre el olor, lo caliente y su combinación de sabores.
Aunque amo profundamente estos momentos, la realidad es clara: el amor de madre no me alcanza pagar las cuentas y comprar en el supermercado, y aunque mi corazón está aquí, mi mente busca soluciones.

Hace tres años, entré al mundo del trabajo remoto, y hace un mes, la empresa donde laboraba me brindo la oportunidad de iniciar en un curso de marketing digital avanzado (eran $57 al mes, pero lo pagaba la empresa). Aún me faltan cuatro meses de formación, pero el apoyo económico se termina el 30 de agosto, porque ya no estoy laborando allí. El curso quedo pago hasta este fin de mes.

Lo interesante del curso, a arte de toda la formación, es que te acompañan en la búsqueda de empleo o, te apoyan en dudas del empleo en el que estás. Tengo fe en que, en estos 15 días cruciales, encontraré una oportunidad que me permita seguir aprendiendo y, al mismo tiempo, sostener a mis hijos.

A pesar de ser docente por vocación y profesión, es obvio que ese único salario no alcanza para sostener mi hogar.

Cierro los ojos y agradezco

Mathías responde maravillosamente a su nueva alimentación y tratamiento. Verlo lleno de energía, disfrutando cada cosita que he comprado para él, cada vez que me pegunta: ¿esto lo has comprado es para mí mama? me confirma que vamos por buen camino. Pero cada madre sabe que lo saludable tiene un precio.

Por eso, mientras él pinta junto a su hermana lo anima, yo sigo buscando un trabajo remoto que me permita sostener este equilibrio. Porque su bienestar no es negociable, pero tampoco es gratis.

Gracias por seguir hasta el final y leerme. Un día a la vez

Todas las imágenes son de m propiedad. Tomadas con mi Redmi 10 A. Imagen de portada editada en canva.

English version

The peace that a home provides is definitely non-negotiable. It's been a long time since I felt this calm. Of course, we're also on vacation, and the early-morning routine is on a slower pace. I'm one of those moms who loves being at home, cooking, doing laundry, seeing order and tranquility. Smelling the smells of food and cleanliness, and well-fed and happy children.

Seeing Mathías at such peace while he paints and laughs alongside his sister reminds me that sometimes I rush them to keep up with their work here and there. But Mom wants to clear the blame and think she's just trying to be responsible with the nutrition and upbringing of her children.

It's important to make decisions in time, about what truly makes you happy. I repeat to myself: I am responsible, I choose to move forward; while I prepare his chicken and brown rice soup (just as the pediatric gastroenterologist prescribed) is my greatest joy. These moments, filled with peace and the aroma of home-cooked food, are the ones many of us remember forever. I don't know if you have these kinds of memories, but I have my own. One day while it was raining heavily and cold, Mom was cooking minestrone. When she served it, it was like silently giving us all love, between the smell, the warmth, and the combination of flavors.

Although I deeply love these moments, the reality is clear: a mother's love isn't enough to pay the bills and shop at the supermarket, and although my heart is here, my mind searches for solutions.

Three years ago, I entered the world of remote work, and a month ago, the company where I worked offered me the opportunity to start an advanced digital marketing course (it was $57 a month, but the company paid for it). I still have four months of training left, but the financial support ends on August 30th because I'm no longer working there. The course remains paid for until the end of this month.

The interesting thing about the course, along with the entire training, is that they guide you through your job search or help you with any questions you may have about the job you're currently seeking. I have faith that, in these crucial 15 days, I will find an opportunity that will allow me to continue learning and, at the same time, support my children.

Despite being a teacher by vocation and profession, it's obvious that this single salary isn't enough to support my household.

I close my eyes and give thanks.

Mathías is responding wonderfully to his new diet and treatment. Seeing him full of energy, enjoying every little thing I've bought for him, every time he asks me, "Is this something you bought for me, Mom?" confirms that we're on the right track. But every mother knows that healthy things come at a price.

So, while he paints alongside his sister, I continue looking for a remote job that allows me to maintain this balance. Because his well-being isn't negotiable, but it's not free either.

Thanks for reading until the end. One day at a time

All images are my own. Taken with my Redmi 10 A. Cover image edited in Canva.