Hoy, el silencio en mi salón de clases era un sonido extraño. Los viernes suelen ser tranquilos, pero hoy la quietud tenía un peso diferente. Al llegar a la escuela, me encontré con me llevé mi sorpresa: no tenía ni un solo estudiante en mi aula de clases.

Aunado a eso, la mayoría de los docentes no asistieron. La razón; molestia por la falta de pago de nómina; hubo un retraso en el pago. Yo, como no asistí ayer porque estaba en el médico con pequeño Mathias, no me enteré de muchas cosas. Igual, como soy nueva en este colegio, a veces me mantengo al margen de muchas situaciones.

A veces me mantengo al margen de ciertas dinámicas, no por indiferencia, sino porque en mi corazón late la convicción de que hay vicios en el sistema que no se solucionan con ausencias, sino con una presencia aún más firme y comprometida. Hoy, esa convicción fue puesta a prueba.

¿Qué hace un maestro cuando no hay estudiantes que enseñar?

Esta pregunta resonó en mi mente mientras recorría el aula vacía. Es en estos momentos de aparente inutilidad cuando nuestra vocación se redefine. Nos convertimos en cuidadores de un espacio que es mucho más que cuatro paredes; es un santuario de sueños, un campo de batalla contra la ignorancia, un segundo hogar. Si no podemos nutrir mentes hoy, preparemos el terreno para nutrirlas mejor el lunes.

Otra pregunta constante que siempre me acompaña, una que duele en el alma de cualquier educador sensible: ¿Cómo podemos pretender nutrir de conocimientos las mentes de nuestros niños si no estamos seguros de que sus estómagos están igual de llenos? Un niño con hambre es un estudiante ausente, incluso cuando está presente físicamente.

Pero, hay cosas que hoy no puedo solucionar. Espero algún día ser parte de la solución. Algo así como tener un comedor popular para dar comida a los niños, y dejar de ser parte del tablero de preguntas en el sector educación.

Este viernes, en mi salón, estaban mis dos hijos. Y después se sumó uno de los únicos profesores presentes. Entonces, decidí hacer un trabajo que tenía pendiente desde el lunes; terminar de ajustar la decoración que debemos tener en el aula, y otra que uso con regularidad para hacer mis clases más dinámicas. Así mejoramos un poco el ambiente para este próximo lunes.

Me puse a ello. De entrada, mi cartel de bienvenida, con las normativas de convivencia dentro del aula de clases. Mi cartel del abecedario, mi calendario interactivo donde los niños marcan diariamente el día, la fecha y el mes. Al fondo, mis símbolos patrios y naturales de mi país. Y estuve ajustando el fondo de mi cartelera para terminarla la próxima semana.

Aún me faltan detalles, pero en esto ocupé el día. Espero que les agrade el día lunes a mis estudiantes y que puedan hacer uso de todo para su aprendizaje. Sé que en algún momento voy a querer pintar el salón y colocar cortinas; lo veo en mi proyección.

¿Creen que una alimentación adecuada que brinde la escuela contribuya en más asistencia de niños y mejor educación? Yo sueño con que la respuesta es afirmativa.

De hecho, un día de estos me voy a hacer una camisa que diga:

Primero, nutrir el cuerpo con alimentos saludables. Después, nutrir la mente con conocimiento

Porque al final, hoy mi aula amaneció vacía, pero me voy a casa con la ilusión de que el lunes esté llena no solo de estudiantes, sino de nuevas oportunidades para aprender, crecer y, quizás algún día, lograr que ningún niño tenga que estudiar con el estómago vacío.

Gracias por leerme

Imágenes de mi propiedad, tomadas con mi Redmi10A

English Version

Today, the silence in my classroom was a strange sound. Fridays are usually quiet, but today the stillness had a different weight. When I arrived at school, I was surprised: not a single student was in my classroom.

In addition, most of the teachers weren't in attendance. The reason: annoyance at the lack of payroll; there was a delay in the payment. Since I didn't attend yesterday because I was at the doctor's with little Mathias, I didn't hear many things. Still, since I'm new at this school, I sometimes stay out of many situations.

Sometimes I stay out of certain dynamics, not out of indifference, but because in my heart beats the conviction that there are flaws in the system that aren't solved with absences, but with an even more firm and committed presence. Today, that conviction was put to the test.

What does a teacher do when there are no students to teach?

This question echoed in my mind as I walked around the empty classroom. It is in these moments of apparent futility that our vocation is redefined. We become caretakers of a space that is much more than four walls; it is a sanctuary of dreams, a battlefield against ignorance, a second home. If we cannot nourish minds today, let us prepare the ground to nourish them better on Monday.

Another constant question that always accompanies me, one that pains the soul of any sensitive educator: How ​​can we expect to nourish our children's minds with knowledge if we are not sure their stomachs are equally full? A hungry child is an absent student, even when they are physically present.

But there are things I cannot solve today. I hope one day to be part of the solution. Something like having a soup kitchen to feed children, and no longer being part of the question board in the education sector.

This Friday, my two children were in my classroom. And then one of the only teachers present joined me. So, I decided to do something I'd had pending since Monday: finish adjusting the decor we're supposed to have in the classroom, and another one I use regularly to make my classes more dynamic. This way, we'll improve the atmosphere a bit for this coming Monday.

I got to work. First, my welcome sign, with the rules for living together in the classroom. My alphabet poster, my interactive calendar where the children mark the day, date, and month each day. In the background, my national and natural symbols of my country. And I was fine-tuning the background of my bulletin board to finish it next week.

I still have a few more details to do, but this is what I spent the day doing. I hope my students enjoy Monday and can use everything for their learning. I know that at some point I'll want to paint the classroom and hang curtains; I see it in my projection.

Do you think that proper nutrition provided by the school contributes to more children attending and a better education? I dream that the answer is yes.

In fact, one of these days I'm going to make a shirt that says:

First, nourish the body with healthy foods. Then, nourish the mind with knowledge

Because in the end, today my classroom woke up empty, but I'm going home with the hope that Monday will be filled not only with students, but with new opportunities to learn, grow, and, perhaps one day, ensure that no child has to study on an empty stomach.

Thank you for reading

Images my own, taken with my Redmi 10A