Hola familia cubana. Lindo martes y feliz semana para todos llena de salud y amor para todos.
El sábado pasado fue mi cumpleaños y por supuesto que no podía dejar de celebrar tal fecha en la que vine a conocer e interactuar con este mundo.
Mi post anterior a este también es sobre este tema, pero un poco más emocional, sobre lo que significa para mí cumplir años, porque no es solamente cumplirlos y ya, sino más bien que hay todo un camino recorrido antes de avanzar al siguiente nivel lleno de experiencias y aprendizajes y de cosas que agradecer.
El sábado comenzó como un día normal en el que me despierta mi mamá para ir a trabajar, la diferencia fue las felicitaciones de su parte y un beso y un abrazo más especial que los acostumbrados.
Tenía que ir a trabajar, porque aunque no soy defensora de este tipo de prácticas, esta vez tocó reunirme con mis alumnos del curso por encuentro y hasta echarles un regaño. (No voy a tocar mucho ese tema, porque este es un post alegre).
Allí estuve poco tiempo, no llegó a una hora. Cuando salí de ahí ya mi bestie Raimon estaba esperándome para venir conmigo para mi casa y pasarse el día en la celebración. Llegamos, descansamos el viaje, hicimos una corta estancia y salimos a caminar el pueblo.
Estuvimos al rededor de una hora sentados en el parque conversando de todo y poniéndonos al día y haciéndonos selfies.
Regresamos a la casa a solicitud de mi mamá para ayudarla en algo del almuerzo, y después salimos a buscar el tan esperado cake de chocolate y el helado de chocolate también.
Nos sentamos a almorzar y justo después se cantó el "FELIZ CUMPLEAÑOS" antes de degustar semejantes delicias. El vino ya estaba frío, se repartió el postre y se repitió el doble también.
Invitados fueron solamente los habituales (cantidad no es sinónimo de calidad), mi familia, Raimon y yo. Mi papá no pudo estar presente por motivos de trabajo, pero no faltaron las videollamadas y los mensajes y las canciones que suele dedicarme.
Sobre las seis de la tarde cambié el outfit elegante para acompañar a mi amigo hermano hasta la estación de trenes para que él pudiera regresar a su casa. Allí nos hicimos algunas fotos más aprovechando que coincidió con la llamada hora dorada en términos de fotografía, que no es otra que ese momento cuando el Sol está al esconderse tras el horizonte y si calor no quema, da calidez natural a la piel y pues; el resultado es fantástico.
Regresé a casa luego de dejarlo sentado ya en su asiento y allí me esperaban otros dos amigos, se les brindó de lo que había, conversamos un rato y después se fueron.
Ese fue el día de mi cumpleaños. Bien sencillo, pero se cumplieron feliz y en familia, sobre todo con salud, que es lo principal.
Gracias por leer y celebrar conmigo.
Muchos fueron los mensajes de felicidades de mis amigos Hivers cubanos y extranjeros, eternamente agradecida por tanto amor.
Con cariño: Vicky ❤️
Hello Cuban family. Happy Tuesday and a wonderful week to everyone, filled with health and love.
This past Saturday was my birthday, and of course, I couldn't let such a special day pass without celebrating—the day I came into this world and began interacting with it.
My previous post was also about this topic, but it was a bit more emotional, focusing on what it means to me to turn another year older. It's not just about adding another year, but about the journey traveled—filled with experiences, lessons, and things to be grateful for—before moving on to the next level.
Saturday started like a normal day, with my mom waking me up for work. The difference was her birthday wishes, along with a kiss and a hug that felt more special than usual.
I had to go to work because, although I'm not a fan of working on special occasions, this time I had to meet with my students for a scheduled session and even had to scold them a bit. (I won't dwell on that topic, since this is a happy post.)
I was there for less than an hour. When I finished, my bestie Raimon was already waiting for me to come home and spend the day celebrating with me. We arrived, rested from the trip, stayed for a short while, and then went out to explore the town.
We spent about an hour sitting in the park, chatting about everything, catching up, and taking selfies.
We returned home at my mom's request to help with something for lunch, and then we went out to get the long-awaited chocolate cake and chocolate ice cream.
We sat down for lunch, and right after, we sang "Happy Birthday" before indulging in such delicious treats. The wine was already chilled, the dessert was served, and we even had seconds.
The guests were only the usual ones—quantity isn't synonymous with quality—my family, Raimon, and me. My dad couldn't be there due to work, but we made up for it with video calls, messages, and the songs he usually dedicates to me.
Around six in the evening, I changed out of my elegant outfit to accompany my brother-friend to the train station so he could return home. There, we took a few more photos, taking advantage of what photographers call the "golden hour"—that magical moment when the sun is setting, and its warm, gentle light gives the skin a natural glow. The results were fantastic.
I returned home after seeing him off to his seat, and two other friends were waiting for me there. We shared what was left of the food and drinks, chatted for a while, and then they left.
That was my birthday. Simple, but spent happily and with family—most importantly, in good health, which is what truly matters.
Thank you for reading and celebrating with me.
I received so many birthday wishes from my Cuban and international Hiver friends—I'm eternally grateful for all the love.
With love: Vicky ❤️