
Hace mucho que no publico en Hive y, aunque no lo crean, lo extraño. Hive es mi lugar seguro, ninguna otra red social me ha hecho sentir tan en casa, con esa calidez de comunidad.
Aun así, hace un tiempo decidí diversificar y probar en redes tradicionales para trabajar mi marca personal y conectar con gente que se identifique conmigo y con mi realidad como mamá, navegando el día a día.
A pesar de las dificultades de tiempo para grabar, editar e investigar ideas, me he divertido mucho. A veces escribo miniguiones para los videos y otras simplemente improviso.
Lecciones sobre qué compartir, y cómo
Últimamente me han pasado cosas que me enseñaron a tener más cuidado con lo que comparto. Prefiero que estos tropiezos ocurran ahora, con cuentas pequeñas, para ir puliendo mi contenido y ser más juiciosa y cautelosa.
También me he preguntado qué imagen quiero proyectar. No para fingir, sino para mostrar lo mejor de mí y, de vez en cuando, lo que no es tan bueno, pero de una manera digerible para la mayoría.
Tres videos que se hicieron virales, y lo que aprendí
En TikTok, donde decidí ser constante, tres videos se han hecho virales (más de 100 mil y hasta casi medio millón de vistas). Son excelentes números, pero no siempre lo celebré cuando el contenido no conectó como yo esperaba.
Primer video: empezó a hacerse viral, pero preferí borrarlo. Recibí muchas críticas, algunas con respeto y otras no tanto. Reconozco que, por ignorancia, me equivoqué. No quise alimentar más el odio y entendí que lo mejor era retirarlo, aunque tuviera gran alcance.
Segundo video: conté el error que cometí con la invitación del cumpleaños de Eddito, a la que no le puse su nombre y la mandé a todos. A quienes nos conocen les quedó claro, pero mucha gente me preguntó y terminé respondiendo mil veces lo mismo. Aun así, gustó mucho y tuvo muy buena interacción. Hasta ahora, ha sido mi acierto más positivo.
Tercer video: comenté que una mamá del CAI se ofreció a resolver un detalle del vestuario de los niños del salón de Yun, el resultado llegó tarde, caro y sin cuentas claras. Usé como gancho mi descontento con el precio, me pareció que debió costar la mitad. Hubo opiniones variadas, pero muchas personas, mamás y profesionales de costura, se sintieron aludidas y se ofendieron. Luego intenté aclarar con otro video, dando contexto y precios de tela, pero fue mal recibido. Decidí ponerlo en privado. Aunque me trajo más de 200 seguidores, no me pareció buena idea atraer gente por ese contenido; no es la comunidad que quiero construir.
Además, recibí un mensaje privado bastante fuera de lugar, lo muestro en captura. En redes hay de todo; ese contacto, claramente, tenía otros problemas.
![]() |
![]() |
Resiliencia, patrones y comunidad
Estoy aprendiendo muchísimo y practicando la resiliencia: eligiendo mis batallas, tomando lo malo como aprendizaje y lo bueno como motivación.
Ver contenido de otras personas y, sobre todo, leer los comentarios en videos polémicos me ayudó a identificar patrones. En general, aparecen quienes empatizan y apoyan; quienes son comprensivos aunque no estén de acuerdo, quienes no están de acuerdo y se ofenden; quienes minimizan, critican o te llaman exagerada con el clásico "mejor vive tu vida y no hagas drama", y, a veces, los que cruzan la línea con insultos. Por fortuna, los insultos directos casi no me han tocado. Los demás tipos sí, y son los más comunes en cualquier conversación que abre temas sensibles.
La duda honesta
Con todo esto, me pregunto si decir lo que pienso tal cual, aunque incomode, o seguir una línea de prudencia y limitar lo que me gustaría decir para no desagradar a una mayoría, aunque no esté diciendo nada malo.
Los leo: ustedes qué opinan?

