[Cuentos de Dictadura] El Médico del Pueblo

@guachoman · 2019-01-21 22:08 · cervantes

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En la época de Pérez Jiménez tenías que andar siempre callado. No podías hablar muy alto. Podían pensar que andabas en algo y simplemente, de un día para otro, desaparecer. En esa Venezuela, en un pueblito perdido como muchos en el interior del país, levantaron de madrugada al único médico de la zona para que atendiera una urgencia.

Al llegar, se asombró con el cuadro clínico con el que se encontró: un joven con la cara desfigurada por los golpes que había recibido.

Nadie vio quién fue, pero tanto el médico como quienes lo llevaron hasta la medicatura del pueblo se imaginaron inmediatamente quién habría podido ser. Luego de hacer lo posible por curar las heridas del hombre, volvió a casa a tratar de dormir las pocas horas que quedaban de la madrugada.

Más tarde en la mañana, en la consulta habitual, entró al consultorio sin respetar el orden de llegada el jefe de la Seguridad Nacional (la policía política del gobierno) de esa zona. Se aquejaba de un fuerte dolor que tenía en la mano derecha. Decía que se había caído y su mano no había podido soportar todo el peso de su cuerpo. El médico revisó la mano y comprobó que dos de sus dedos estaban fracturados, pero la historia de cómo había pasado, no concordaba con el tipo de lesión. Entonces apretó fuertemente la zona de la lesión, a lo que el oficial del cuerpo de seguridad reaccionó con un gesto de dolor.

El médico entonces le dijo al funcionario:

-¿Le duele?

El paciente se limitó a mirarlo. Sin esperar respuesta, el médico continuó:

-Pues le aseguro que más le duele la cara al pobre hombre a quien desfiguraron anoche.

Sin decir una sola palabra, el hombre del régimen se retiró de la consulta con su comitiva. Como era de esperarse, la noticia se regó en todo el pueblo.

Días después, el médico caminaba tranquilo por la plaza del pueblo. De repente, fue interceptado por dos comisiones del cuerpo represivo de la dictadura con el objetivo de llevárselo. En ese momento la gente, que estaba acostumbrada a mirar al otro lado cuando este tipo de incidentes se presentaban, comenzó a rodear al médico, colocándose entre él y los esbirros.

Se tuvieron que ir sin el médico.

Ese médico, que defendió de la muerte a quien no podía hacerlo por sí mismo, inspiró a todo un pueblo a mirar a los ojos y sin miedo a la represión. Aquellos de quienes no se esperaba nada, se armaron de valentía y evitaron que se llevaran a quien con un simple gesto de dignidad, no se había quedado callado ante la injusticia del que se siente invencible.

Esta acción no acabó con la dictadura , pero fueron pequeñas acciones como esta las que poco a poco fueron minando esa supuesta barrera infranqueable entre la gente y la libertad. Así como este médico, y luego la gente que evitó que lo apresaran, mucha gente entendió que la única manera de frenar tanto atropello era actuando ante la injusticia.

Paso a paso. Una victoria a la vez. Todos entendiendo que cada uno tiene que hacer su parte en la lucha. Todo suma.

Hoy, de nuevo, es momento de que todos y cada uno de nosotros hagamos lo que nos toca.

(Tomado y adaptado de mi antiguo blog) (imagen: archivo familiar)

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