La muerte se ha olvidado de nosotros y de ti también, le advirtió. Tirados en el suelo y celando un trozo de pan. La calle los hizo amigos, la mugre los hizo parecerse. Deambulan de sol a sol a sol por las esquinas, son los dueños del centro del poder, a los pies de grandes edificio ministeriales hacen su vida. Mientras tanto, ante sus ojos pasan los del poder político –regordetes- con aires de grandeza. Sin voltear, no miran a nadie. De carro en carro van, sin voltear, sin ver a los de abajo. Los primeros siguen ahí –tendidos-, marginados.
Texto: Héctor Escandell | @hescandell
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