La etiqueta verde me inundó de emociones, llegó a mi mente para recordar de inmediato a dos personas muy importantes para mí, mi madre y mi abuela, quienes ya no me acompañan en este plano terrenal, pero me dejaron un gran legado y hermosas remembranzas. Para mí ellas fueron dos seres especiales que amaban a la naturaleza, les gustaban mucho las plantas, las cuidaban con cuantioso amor y se esmeraban en tener siempre arreglado el jardín, luciendo en el, muchas variedades de plantas. Ellas amaban tanto las plantas que ni un día dejaban de regarlas, así llegáramos tarde a casa, mi madre enseguida tomaba la manguera entre sus manos para darles la bendición con la pureza del agua. Si llovía poco, ella igual las regaba, porque decía que esa agua no había sido suficiente.

También recuerdo que sentían un profundo respeto por la naturaleza, por eso cuando tenían que arrancar alguna planta por la razón que fuera, le pedían permiso a la naturaleza. Mi abuela compartía la misma pasión, ella me enseñó a amar las plantas y a no arrancarle sus hojas y las flores. Cuando veía a los niños jugar con las plantas, rompiendo sus hojas, les llamaba la atención. Me decía que por cada hoja que las plantas perdían de manera forzada, ellas sentían mucho dolor. Recuerdo una anécdota con mi madre y abuela como si fuera ayer, un viaje a Cuidad Bolívar por la graduación de mi madre, ambas se enamoraron a primera vista de un hermoso arbusto, nunca lo habíamos visto aquí en Cumaná.