Al leer la iniciativa dedicada a ese memorable día, no podía dejar de participar. El eslogan cuando asistí a ese concierto fue “sonreír es gratis”. Además de no tener costo alguno, la sonrisa es contagiosa, si alguien nos sonríe es inevitable no corresponder con el mismo gesto, y ni hablar de la risa. Cuantas veces nos ha pasado que con solo ver al alguien riendo a carcajadas comenzamos a reír también a pesar de no conocer el motivo?, y es que, realmente no hace falta saberlo, porque la risa es contagiosa.

Yo soy de las personas que siempre sonríe, de hecho, a veces lo hago frente al espejo. Uno de los ejercicios que recomiendan los psicólogos es sonreír a penas nos levantemos de la cama al amanecer, aunque lógicamente no tengamos ganas. Esa sonrisa es para darle la bienvenida a un nuevo día, a la gratitud de estar vivos y a las primeras dosis de dopamina, oxitocina, endorfinas y serotonina, las hormonas de la felicidad.

Me gusta rodearme de personas alegres, que siempre nos hacen reír con sus chistes y anécdotas. También disfruto mucho de verle el lado alegre a las situaciones que nos suceden en la vida, algún suceso que en su momento me resultó desagradable, luego lo suelo contar como una anécdota que me llena de muchas risas y con ello hago reír a otros. En mi lugar de trabajo, siempre tengo gratos momentos para sonreír y liberar el estrés por la carga laboral. En nuestro equipo de trabajo nunca falta ese cuento que nos saca sonrisas y risas, me hacen reír y es reciproco, también tengo mi repertorio y mi lado de comicidad.

La sonrisa es como una píldora curativa, tómala a primera hora de la mañana y también durante el resto del día, hazlo siempre que puedas. Es posible que no tengas ganas de hacerlo, pero te recargarás de energía positiva y poco a poco verás el cambio gracias a esa maravillosa vitamina.

Esta ha sido mi participación, agradecida con la comunidad por traernos sonrisas en esta iniciativas.

Upon reading about the initiative dedicated to that memorable day, I couldn't help but participate. The slogan when I attended that concert was "smiling is free." Besides being free, a smile is contagious; if someone smiles at us, it's impossible not to reciprocate with the same gesture, and laughter is no exception. How many times has it happened that just seeing someone laughing heartily makes us start laughing too, even without knowing why? And the truth is, you don't need to know, because laughter is contagious.

I'm one of those people who always smiles; in fact, sometimes I even smile at my reflection in the mirror. One of the exercises psychologists recommend is smiling as soon as you get out of bed at dawn, even if you don't feel like it. That smile is to welcome a new day, to acknowledge the gratitude of being alive, and to welcome the first doses of dopamine, oxytocin, endorphins, and serotonin—the hormones of happiness.

I like to surround myself with cheerful people who always make us laugh with their jokes and anecdotes. I also really enjoy seeing the bright side of life's situations; something that was unpleasant at the time, I often recount as an anecdote that fills me with laughter, and in doing so, makes others laugh too. At my workplace, I always have pleasant moments to smile and release the stress of the workload. In our team, there's always that one story that brings smiles and laughter to everyone; they make me laugh, and it's mutual. I also have my own repertoire and my own comedic side.

A smile is like a healing pill; take it first thing in the morning and throughout the rest of the day, whenever you can. You might not feel like it, but you'll recharge with positive energy and gradually see the change thanks to this wonderful vitamin.

This has been my contribution, I am grateful to the community for bringing us smiles through this initiative.