Hoy es día de reflexión por lo menos para mí, de observar y no mirar, mucho menos oír, porque, aunque es importante, oír es una función biológica, es un acto pasivo, es muy fácil oír el ruido del tráfico, el sonido del refrigerador, el canto de los pájaros, mientras que escuchar es más complicado; escuchamos las palabras de un amigo que necesita desahogarse, la melodía de una canción que nos conmueve, el susurro del viento que nos trae recuerdos.
Me dirán, Jo, ¿Cuál es la diferencia? Y solo podré decirles que la cuestión radica en las intenciones, pero sobre todo en la conexión emocional. Vivimos en un mundo donde competimos por protagonismo, donde reina la crítica y las opiniones; el arte de escuchar se ha vuelto muy raro, y más lo fue para mí al comprender el arduo trabajo de una escucha activa.
Imaginemos esto, les anexo, la foto.

Diego de camisa blanca está contando que el año pasado por estas fechas se fue con unos amigos a manejar bicicleta para el campo, en la bajada del sendero, iba muy deprisa, trato de frenar varias veces, y desafortunadamente se le fueron los frenos, aterrizo o freno al impactar contra un árbol, cuando sus amigos se acercaron Diego estaba enterrado contra las ramas del árbol, hoy está compartiendo con sus nuevos amigos, lo acontecido en aquel accidente.
**Cuenta que, para verse con múltiples heridas, inflamado y muy suturado, fue sumamente difícil**.
La persona que tomó la foto lo hizo antes de la conversación, la persona de escucha activa estuvo siempre presente, aunque no hablo, guardo el teléfono, centro su atención en Diego. Se preocupó por él las veces que hacía pausa, ya sea para frotarse el brazo porque le daba escalofrío o para tirar la cabeza hacia atrás y reírse de lo sucedido.
La escucha no se puso de parte del orador solo se puso en sus zapatos, comprendió, visualizo y sintió lo que él sintió en ese momento, acepto cada emoción, en algún momento de sus vidas han comprendido lo valioso que es la palabra: — “entiendo cómo te sientes”, y más, saben lo bonito de que alguien se tome el tiempo de escucharte y lo delicado y significativo de: — vamos a ver si comprendo todo, nos estás diciendo que…

No es solo el hecho de estar, porque, aunque muchos no lo crean la presencia de una persona es muy importante, no podrá tener valor económico, pero, la carga sentimental compensa mucho; la empatía nunca puede faltar; el trabajo de la escucha no es fácil, consume energía porque se necesita atención y concentración al cien por ciento, y aunque parece que no implica, a veces las cargas de emociones y sentimientos de los hablantes puede cargar de energía y emociones negativas a la escucha, lo cual puede ser perturbador y muy doloroso, porque no es escuchar, es sentir, entender, comprender y saber.
No todos servimos para hacer de escucha, hoy comprendo el importante trabajo de estas personas, el estar en los momentos precisos, es fuerte, vivimos en una sociedad donde existen más problemas y enfermedades mentales que incluso ganas de vivir, cada día es más complicado que el anterior, cada persona una incógnita por resolver, a veces no es quienes somos o donde estamos, con quienes compartimos o hacia donde vamos, casi todo el tiempo es lo que está dentro.
Vivimos enfocados en querer ver bien a los demás en verlos triunfar en alcanzar el éxito, en celebrar con ellos, pero, en muchas oportunidades, se nos olvida preguntarle a ese alguien si está bien, si necesita algo, si se encuentra satisfecho, porque no son solo las personas calladas y pensativas, sino también aquellas que viven la vida alborotada y feliz, en muchas oportunidades no es solo dejar que nos escuchen, es escuchar a los demás y si no quieren hablar, es estar ahí presentes, sosteniéndoles la mano, abrazándolos hasta que salgan las palabras o broten las lágrimas, porque pesares tenemos todos, problemas tenemos todos, pero pocos batallan con demonios internos y no comprenden que están perdiendo tanto la batalla como la guerra.
No cuesta mucho, solo un poco de tiempo y comprensión, hacer de escucha puede ayudar a alguien que quiera desahogarse y el simple hecho de estar presentes, sirve de apoyo emocional y puede hacer la diferencia; solo sentarse y estar, porque a veces no contamos con el día de mañana.
Es un regalo precioso escuchar con el corazón y la mente abierta, es una de las formas más naturales de conectar y mantener a las personas en su humanidad, esta habilidad, a pesar de ser desafiante, es crucial para crear relaciones profundas y auténticas en un mundo que ahora más que nunca necesita del contacto físico.

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