We’ve spent almost a month at home taking care of our little dog Chiqui. It all started when the neighbor’s dog began coming around our house and, with her, came the dreaded ticks. I checked Chiqui every day, but one managed to bite her… and shortly after, she developed a fever. That’s when the sleepless nights and days of worry began, full of fears and uncertainty about how her health would progress. Every little movement she made made me hold my breath; seeing her so weak was heartbreaking.

The hardest part was seeing her weak, trembling, and without the joy that always defines her. Her energy, her jumps when we come home, her playful barking… all of that disappeared for a few days, and it made us appreciate even more what it means to have her with us. Since I was on call at the hospital the whole month, mostly alone, it was my brother who took responsibility for taking her to the veterinary clinic, often accompanied by my father and grandfather. Their help was invaluable; without them, we couldn’t have managed all the daily tests, injections, and checkups she needed. Every clinic visit was a mix of tension and hope, and we all took turns comforting her, petting her, and giving her a sense of security.

Finally, we got the diagnosis: babesia, a disease transmitted by ticks that affects the blood, causing fever, weakness, and anemia. The treatment was intense: injections, medication, and a special diet to help her regain strength. I even had to give her an injection one Sunday… and although I’m a doctor, doing it on my own pet was another experience entirely. Something I wouldn’t want to repeat, but I would do a thousand times for her.

Today, thanks to love, care, and the effort of our entire family, Chiqui is much better. She still has a few appointments left, but her prognosis is very positive. It has been an exhausting and expensive process, but when it comes to her, there’s no question: we would give everything.

Because Chiqui isn’t just our little dog… she’s family, and seeing her happy again, wagging her tail and asking for cuddles, is the greatest reward and the reason every effort is worth it.

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Llevamos casi un mes en casa cuidando intensamente a nuestra perrita Chiqui. Todo empezó cuando la perra de la vecina comenzó a acercarse a nuestra casa y, con ella, llegaron las temidas garrapatas. Yo revisaba a Chiqui todos los días, pero una logró picarla… y poco después comenzó con fiebre. Ahí empezaron las noches sin dormir y los días de preocupación, llenos de miedos y dudas sobre cómo evolucionaría su salud. Cada pequeño movimiento de Chiqui me hacía contener la respiración; verla tan débil era desgarrador.

Lo más difícil fue verla decaída, temblando y sin esa alegría que siempre la caracteriza. Su energía, sus saltos cuando llegamos a casa, sus ladridos juguetones… todo eso desapareció por unos días, y eso nos hizo valorar aún más lo que significa tenerla con nosotros. Como yo estaba de guardia todo el mes en el hospital, casi siempre sola, fue mi hermano quien se encargó de llevarla a la clínica veterinaria, acompañado muchas veces por mi padre y mi abuelo. Su ayuda fue enorme; sin ellos no hubiéramos podido cumplir con todos los análisis, inyecciones y consultas diarias que necesitaba. Cada visita a la clínica era una mezcla de tensión y esperanza, y todos nos turnábamos para acompañarla, mimarla y darle seguridad.

Finalmente, llegó el diagnóstico: babesia, una enfermedad transmitida por garrapatas que afecta la sangre, provocando fiebre, debilidad y anemia. El tratamiento fue intenso: inyecciones, medicamentos y una alimentación especial para recuperar fuerzas. Incluso me tocó inyectarla un domingo… y aunque soy médico, hacerlo en mi propia mascota fue otra cosa. Una experiencia que no quiero repetir, pero que haría mil veces más por ella.

Hoy, gracias al amor, los cuidados y el esfuerzo de toda la familia, Chiqui está mucho mejor. Aún le quedan citas, pero el pronóstico es muy favorable. Ha sido un proceso costoso y cansado, pero cuando se trata de ella, no hay dudas: lo daríamos todo.

Porque Chiqui no es solo nuestra perrita… es familia, y verla sonreír de nuevo, moviendo la cola y pidiendo caricias, es la mayor recompensa y la razón por la que cada esfuerzo vale la pena.

Source:

The cover was made on Canva.
All the photos are taken and edited by me on Snapseed.
English is not my native language, I apologize if you find any mistakes in the translation.
Translated with DeepL.com (free version)

Chiqui and Her Big Battle [ENG-ESP]

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