Mi casa ha vivido más transformaciones en el último año que una novela de cambios de escenario. Con la mudanza de mis abuelos he pasado de una habitación a otra, hasta que por fin decidí quedarme en esta última. Es pequeña, sí, pero siempre ha sido fresca y siento que refleja más mi espacio personal.

La verdad es que, entre el calor sofocante y los apagones eternos, he terminado pasando muchas noches en una colchoneta en el piso del cuarto de mis padres, que tiene aire acondicionado y se mantiene fresco incluso cuando se va la corriente. Pero hace una semana mi novio me hizo un comentario que me quedó rondando en la cabeza:

—¿Y cuándo piensas arreglar tu cuarto? Además, me lanzó varias ideas, entre ellas poner un aire acondicionado de ventana, aunque sea de uso, económico, para empezar. Y, claro, me remató con un argumento infalible: así mis padres también recuperan su privacidad... porque vamos, dormir con la hija en el piso del cuarto no debe ser la fantasía de ningún matrimonio.

Así que este domingo decidí dejar de pensarlo tanto y dije: ¡manos a la obra! Le propuse a mi papá cambiar de posición las ventanas: la de tipo persiana es perfecta para colocar el aire, mientras que la corrediza quedará para ventilar en caso de apagón, eso sí, con su respectiva malla antimosquitos.

Ayer compré una tanquetica de pintura blanca, pero antes de darle vida a las paredes tocó enfrentar la parte dura: raspar con espátula toda la pintura dañada por la humedad. No ha sido fácil, pero con paciencia y un poco de esfuerzo los muros han comenzado a mostrar su cara lista para un nuevo comienzo.

Hoy no fue un domingo de descanso ni de paseo, fue un domingo de trabajo en casa, de polvo en las manos y de sueños en la cabeza. Porque al final, mejorar poco a poco el lugar donde descanso —y donde también me acompañan mis mascotas— es regalarme un rincón propio, un refugio bonito y fresco donde seguir escribiendo nuevas historias.

La primera parte de esta remodelación ya está en marcha… y aunque todavía queda bastante por hacer, me emociona imaginar cómo quedará este espacio que, al fin, podré llamar mío.

English Version

My house has gone through more transformations in the past year than a novel with endless scene changes. Since my grandparents moved out, I’ve been hopping from one room to another, until I finally decided to settle in this last one. It’s small, yes, but it has always been fresh, and I feel it reflects my personal space more.

The truth is, between the suffocating heat and the endless blackouts, I’ve ended up spending many nights on a mat on the floor of my parents’ room, since they have air conditioning and it stays cool even when the power goes out. But about a week ago, my boyfriend made a comment that stuck in my head:

—“So, when are you going to fix your room?” On top of that, he gave me several ideas, including getting a window air conditioner, even a used, inexpensive one, just to get started. And of course, he wrapped it up with an unbeatable argument: that way my parents would also get their privacy back… because let’s be honest, sleeping with their daughter on the floor of their bedroom isn’t exactly any couple’s dream.

So this Sunday, I decided to stop overthinking and said: time to get to work! I suggested to my dad that we switch the positions of the windows: the jalousie-style one is perfect for installing the AC, while the sliding one will be for ventilation during blackouts—of course, with a mosquito screen included.

Yesterday I bought a small tank of white paint, but before giving life to the walls, we had to face the hard part: scraping off all the paint damaged by humidity with a spatula. It hasn’t been easy, but with patience and a bit of effort, the walls are starting to show a face ready for a fresh beginning.

Today wasn’t a Sunday of rest or leisure, it was a Sunday of work at home, of dust on my hands and dreams in my head. Because in the end, improving little by little the place where I rest—where my pets also keep me company—means giving myself a personal corner, a beautiful and fresh refuge where I can keep writing new stories.

The first part of this remodel is already underway… and although there’s still a lot left to do, I’m excited to imagine how this space will turn out, a space I can finally call my own.

Source:

The cover was made on Canva.
All the photos are taken and edited by me on Snapseed.
English is not my native language, I apologize if you find any mistakes in the translation.
Translated with DeepL.com (free version)

Remodelando mi habitación – Primera parte [ESP-ENG]

English Version