Hoy decidí dar un paso importante: eliminar el azúcar refinada de mi vida. Justo coincide con mi regreso al gimnasio, y sentí que debía empezar con algo que realmente marcara la diferencia. No es nada fácil, lo confieso. Comer sano suena bonito, pero en la práctica es una tarea que exige fuerza de voluntad.

Preparé yo misma mi desayuno: una taza de café sin azúcar, endulzado solo con una cucharadita de miel, pan tostado y un huevo hervido. Sí, sé que le faltó una porción de fruta para estar más completo, pero en mi país las frutas y ensaladas no solo son caras, también escasas, así que hice lo mejor que pude con lo que tenía.

Lo curioso de dejar el azúcar es que el cuerpo empieza a reaccionar desde el primer día. Al inicio, uno siente ese deseo constante de lo dulce, como si algo faltara. El cuerpo está acostumbrado a la energía rápida que da el azúcar, y cuando la eliminas, aparece el cansancio, la falta de ánimo, incluso dolor de cabeza o irritabilidad. Son esos pequeños síntomas que pueden hacerte recaer fácilmente.

Pero si logras resistir, poco a poco tu cuerpo comienza a agradecerlo: la energía se vuelve más estable, las ganas de comer a cada rato disminuyen, y la mente se siente más clara. No se trata solo de dejar el azúcar que ponemos en el café o los jugos; también significa evitar los alimentos procesados que la traen escondida. Es como limpiar poco a poco el organismo, quitarle ese peso extra que no necesitamos.

Hoy siento que di un pequeño gran paso. No fue un desayuno perfecto, pero sí fue un desayuno consciente. Y al final, lo importante es empezar, aunque sea con lo que tenemos a mano. Porque cada cambio comienza con un primer día, y hoy fue el mío.

English Version

Today I decided to take an important step: cutting refined sugar out of my life. It just so happens to coincide with my return to the gym, and I felt I needed to start with something that would truly make a difference.

It’s not easy, I admit it. Eating healthy sounds nice, but in practice it takes a lot of willpower. I prepared my own breakfast: a cup of coffee without sugar, sweetened only with a spoonful of honey, toasted bread, and a boiled egg. Yes, I know it was missing a portion of fruit to be more complete, but in my country fruits and salads are not only expensive, they’re also scarce. So I did the best I could with what I had.

The interesting thing about quitting sugar is that the body starts reacting from day one. At first, you feel that constant craving for something sweet, as if something’s missing. The body is used to the quick energy sugar gives, and when you cut it out, you may feel tired, low on energy, even have headaches or irritability. Those little symptoms can easily make you fall back into old habits. But if you manage to push through, little by little your body starts to thank you: your energy becomes more stable, the urge to snack all the time decreases, and your mind feels clearer.

It’s not just about skipping the sugar you add to your coffee or juices; it also means avoiding processed foods that hide it inside. It’s like gradually cleaning out your system, getting rid of that extra burden you don’t really need.

Today I feel like I took a small but powerful step. It wasn’t a perfect breakfast, but it was a mindful one. And in the end, what matters most is starting—even if it’s with what you have at hand. Because every change begins with a first day, and today was mine.

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The cover was made on Canva.
All the photos are taken and edited by me on Snapseed.
English is not my native language, I apologize if you find any mistakes in the translation.
Translated with DeepL.com (free version)

Un pequeño cambio, un gran comienzo [ESP-ENG]

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