Hoy, caminando sin rumbo fijo con mi compañera por los pasillos del hospital, nos topamos con una sorpresa que todavía me saca una sonrisa: ¡por fin tenemos una cafetería interna! No una improvisada, ni un carrito de café, sino una verdadera cafetería dentro del hospital. Algo que, sinceramente, pensé que nunca llegaría a concretarse.

Casi todos los hospitales cuentan con este servicio, y el nuestro ya lo necesitaba con urgencia. Una cafetería así no solo es un alivio para el personal que pasa horas y horas en guardias interminables, sino también para los padres que acompañan a sus hijos hospitalizados y los pacientes que pueden darse un respiro con algo caliente o un bocado rápido. Además, funcionará las 24 horas, lo que significa que ya no tendremos que exponernos a salir de madrugada en busca de un café o algo para comer. Solo eso ya es un gran cambio.

Apenas está empezando, pero me sorprendió ver que los precios son accesibles y las ofertas gastronómicas variadas. Lo que más me emocionó fue la máquina de hacer café expreso —mi debilidad—, aunque el servicio aún no estará disponible hasta mañana. Justo mañana, cuando no estaré en el hospital por el tema del ciclón. Así que, resignada, me pedí un café normal. No fue el mejor del mundo, pero tampoco estuvo mal, y lo cierto es que me vino de maravilla para arrancar la mañana.

Mientras lo tomaba, no pude evitar pensar en lo mucho que cambia el ánimo cuando surgen pequeñas mejoras como esta. A veces no se necesitan grandes cosas, solo detalles que nos hagan el día un poco más llevadero. Y hoy, entre el aroma del café y la novedad de este pequeño rincón acogedor, sentí que el hospital, ese lugar tan rutinario y pesado a veces, se volvió un poquito más humano.

English Version

Today, while walking through the hospital corridors with my coworker, we came across a surprise that still makes me smile. We finally have an internal cafeteria! Not a small stand or a coffee cart, but an actual cafeteria inside the hospital. Honestly, I thought this would never happen.

Most hospitals already have this kind of service, and ours truly needed one. A cafeteria like this isn’t just a comfort for the staff who spend endless hours on duty, but also for parents who stay with their hospitalized children and for patients who can now enjoy a warm drink or a quick snack without having to leave the building. The best part is that it will be open 24 hours, which means no more going outside late at night to look for coffee or something to eat. That alone feels like a big change.

It’s just getting started, but I was happy to see affordable prices and a good variety of food options. What really caught my attention was the espresso machine, my weakness, although that service won’t be available until tomorrow. Unfortunately, I won’t be at the hospital because of the cyclone, so I settled for a regular coffee instead. It wasn’t the best I’ve had, but it wasn’t bad either, and it helped me start the morning on a good note.

As I drank it, I couldn’t help but think about how small improvements like this can brighten our days. Sometimes it doesn’t take much, just little things that make our routines easier. And today, with the smell of coffee and this cozy new corner, the hospital felt a bit warmer and more human.

Source

The cover was made on Canva.
All the photos are taken and edited by me on Snapseed.
English is not my native language, I apologize if you find any mistakes in the translation.
Translated with DeepL.com (free version)

Una grata sorpresa en el hospital [ESP-ENG]

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