Corazón incinerado
Después de la llama que una vez calentó el alma El vestigio efímero de lo que alguna vez fue Se esparce con el viento haciendo olas blanquecinas Bailando como las manos al despedirse.
El olor no renuncia fácilmente Se queda en la piel y se apega a los cabellos Acompaña al duelo por más tiempo Con su presencia invisible.
El calor da paso al frio indomable De blanco se cubren las grietas de la mente El cuerpo ahora permanece en negro Con las manos sangrantes aferradas al vacío.
En la cantera de las emociones Donde una vez ardieron el amor y la felicidad Se cose la matriz del infierno Donde no hay mas esperanza para un corazón incinerado.
Poema: Irene Navarro (2025)
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