Mis miedos irracionales (EsEn)

@iriswrite · 2025-08-15 07:42 · Holos&Lotus

Amigos de @holos-lotus, vengo a confesar mis fobias, por invitación de @charjaim en esta iniciativa que nos hace crecer, pero quizás nunca perdamos el miedo.

Desde pequeña, he cargado con un conjunto de fobias que, aunque puedan parecer absurdas para otros, para mí son tan reales como el aire que respiro. No son simples disgustos, sino auténticos terrores que me paralizan. Entre ellas, destacan mi pánico a los reptiles, a los ciempiés, a las ranas y, curiosamente, una fobia muy específica, el miedo a no llevar pañuelos cuando mis manos sudan sin control.


Pixabay

Empecemos por los ciempiés. Esos pequeños monstruos de patas infinitas que aparecen en los rincones más inesperados. No importa que sean inofensivos; su simple presencia me hace gritar y retroceder como si enfrentara a una bestia mitológica. Recuerdo una vez, en el baño de mi casa, cuando descubrí uno detrás de la puerta. Salí corriendo y tardé horas en recuperar el valor necesario para volver a entrar. Mi mente los convierte en criaturas venenosas, aunque sé que la mayoría no lo son.


Pixabay

En realidad siento terror por los reptiles, los escorpiones, las arañas, las cucarachas. Todos los "bichos" me hacen abandonar un lugar.

Las lagartijas son otro tormento. A diferencia de los ciempiés, no son rápidas ni se esconden en las sombras, pero su aspecto escamoso y sus movimientos espasmódicos me generan una repulsión visceral. En las tardes de verano, cuando se asolean en las paredes, entran a mi casa evito mirarlas directamente y cierro todo aunque me afecte el calor. Si alguna se acerca, mi cuerpo reacciona antes de que yo pueda razonar un escalofrío recorre mi espalda y les lanzo sal.


Pixabay

Y luego están las ranas. No puedo explicar por qué, pero su piel húmeda y sus saltos impredecibles me aterran. Una vez, durante un viaje al campo, una rana se cruzó en mi camino. No era más grande que mi puño, pero me quedé inmóvil, como si cualquier movimiento pudiera provocar un ataque. Quizás influye el miedo de mi madre y mi hermana quienes gritan de terror por las ranas.


Pixabay

Sin embargo, entre todas estas fobias, hay una que parece fuera de lugar: el terror a no traer pañuelos cuando sufro un episodio de hiperhidrosis palmar. Mis manos sudan excesivamente en situaciones de estrés, y si no tengo un pañuelo a mano, la ansiedad se dispara.

No es solo la incomodidad del sudor, sino la vergüenza de estrechar una mano húmeda o dejar marcas en papeles importantes. Llevo siempre un pañuelo en el bolsillo, y si por algún motivo lo olvido, me invade una sensación de vulnerabilidad, como si estuviera expuesta al juicio de todos. El pañuelo siempre es mi héroe.

Estos miedos, aunque irracionales, son parte de mí. He intentado enfrentarlos, pero sé que no desaparecerán por completo. Tal vez algún día logre tolerar la presencia de una lagartija sin temblar, o quizás nunca deje de revisar mi bolso tres veces para asegurarme de que llevo pañuelos. Por ahora, solo me queda convivir con ellos, aceptando que, en este mundo lleno de incertidumbres, estas pequeñas fobias son mis batallas personales.

Gracias por visitar mi blog. Soy crítica de arte, investigadora social y amante de la cocina. Te invito a conocer más de mí, de mi país y de mis letras. Texto de mi propiedad. Fotos de Pixabay y mias. 

*** 
*** 


My Irrational Fears

Friends of @holos-lotus, I come to confess my phobias, by invitation of @charjaim in this initiative of theirs that helps us grow, but perhaps we will never lose the fear.

Since childhood, I’ve carried a set of phobias that, though they may seem absurd to others, are as real to me as the air I breathe. They’re not just dislikes—they’re genuine terrors that paralyze me. Among them, my panic toward reptiles, centipedes, frogs, and, curiously, a very specific fear: the fear of not having tissues when my hands sweat uncontrollably.


Pixabay

Let’s start with centipedes. Those little monsters with endless legs that appear in the most unexpected corners. It doesn’t matter that they’re harmless—their mere presence makes me scream and retreat as if facing a mythological beast. I remember once, in my bathroom, when I found one behind the door. I ran out and took hours to muster the courage to go back in. My mind turns them into venomous creatures, even though I know most aren’t.


Pixabay

Truthfully, I feel terror toward reptiles, scorpions, spiders, cockroaches. All "creepy-crawlies" make me flee a place.

Lizards are another torment. Unlike centipedes, they’re not fast or shadow-hiding, but their scaly appearance and jerky movements trigger a visceral repulsion in me. On summer afternoons, when they bask on the walls and enter my house, I avoid looking directly at them and shut everything, even if it means suffering the heat. If one gets close, my body reacts before I can reason—a shiver runs down my spine, and I throw salt at them.


Pixabay

And then there are frogs. I can’t explain why, but their damp skin and unpredictable jumps terrify me. Once, during a trip to the countryside, a frog crossed my path. It was no bigger than my fist, but I froze as if any movement might provoke an attack. Maybe it’s influenced by my mother and sister’s fear—they scream in terror at frogs.


Pixabay

Yet, among all these phobias, there’s one that seems out of place: the terror of not having tissues when I suffer a bout of palmar hyperhidrosis. My hands sweat excessively in stressful situations, and if I don’t have a tissue handy, my anxiety skyrockets.

It’s not just the discomfort of the sweat but the shame of shaking a damp hand or leaving marks on important papers. I always carry a tissue in my pocket, and if I forget it, I’m overcome with vulnerability, as if exposed to everyone’s judgment. The tissue is always my hero.

These fears, irrational as they may be, are part of me. I’ve tried facing them, but I know they won’t disappear completely. Maybe one day I’ll tolerate a lizard’s presence without trembling, or perhaps I’ll never stop checking my bag three times to ensure I have tissues. For now, all I can do is live with them, accepting that in this uncertain world, these little phobias are my personal battles.

Thanks for visiting my blog. I’m an art critic, social researcher, and lover of cooking. I invite you to learn more about me, my country, and my writing. Text is my own. Photos from Pixabay and my own.




#hive-131951 #conciencia #lifestyle #fobias #crecimiento #ecency #hivecuba #hispapro #entropia #spanish
Payout: 9.683 HBD
Votes: 245
More interactions (upvote, reblog, reply) coming soon.