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Desde niño Miguel fue muy perceptivo, tenía una capacidad muy grande para aprender sobre la marcha. Solía acompañar a su padre en las labores de albañilería y de ese modo fue aprendiendo el oficio. Además, su facilidad con los cálculos, imprescindible en ese negocio de levantar construcciones, le abrió el camino para avanzar… Al llegar a la adolescencia ya Miguel era un albañil con todas las de la ley, él sólo podía emprender sin ayuda de nadie proyectos de gran envergadura y dificultad. En su haber tenía una cualidad que todos valoraban, a Miguel le gustaba ser cuidadoso con los detalles, se esmeraba en que sus trabajos tuvieran buenos acabados y le encantaba recibir el reconocimiento de sus clientes. Durante muchos años nuestro amigo pudo vivir holgadamente de su trabajo de albañilería, pero entre la migración y la caída del poder adquisitivo de la población la demanda de este servicio fue disminuyendo paulatinamente. Eso para él representaba una gran problema puesto que, independientemente de que salieran o no contrataciones para las obras de albañilería, tenía que seguir haciendo frente a los costos de mantener una numerosa familia, en la que todos sus hijos aún se encuentran en la etapa escolar.  Para capear el temporal Miguel se puso a hacer cualquier cosa que estuviera a su alcance, de ese modo incursionó en el área de la jardinería, también bota escombros poniéndose de acuerdo con unos señores que tienen camiones destinados a tal fin. No le saca el cuerpo a trabajos arriesgados como subirse a altas matas para bajar cosechas de aguacate o mamón, y en la temporada de mangos se pone a distribuirlos de casa en casa. Su consigna es que todo lo que sea lícito es válido de hacer, con tal de que en la mesa de sus hijos y su esposa no falte el pan ni un solo día. Y así ha venido siendo. Un día, más por necesidad que por curiosidad, Miguel comenzó a reparar los zapatos de él y su familia. Compró los insumos básicos, como nilón de costura y agujas curvas, otros instrumentos los fue fabricando o los adaptó de las herramientas que tenía en su casa. Con esa experiencia cociendo zapatos en el entorno familiar comenzó a regar la voz entre sus conocidos y amigos. Pronto se dio cuenta que la demanda de reparación de zapatos era mucho, pero mucho más grande, que la de su antiguo trabajo de construcción.  Como tenía que continuar atendiendo los ocasionales trabajos de albañilería hablaba claramente con sus clientes de la reparación de zapatos. Si la petición era urgente no la aceptaba, de ese modo evitaba quedar mal con la gente. Otra cualidad que agradecemos los que formamos parte de su clientela, la sinceridad. A medida que ha pasado el tiempo Miguel se ha dado cuenta que tiene más futuro en el negocio de reparación de zapatos, por lo que se está enfocando en tratar de escalarlo. Quiere dejar el espacio que tiene en la sala de su casa para mudarse a un local más cómodo y mejor situado, donde potenciales clientes también puedan demandar sus cuidadosos arreglos. En la actualidad anda haciendo gestiones en organismos del sector público y privado, a ver si consigue el apoyo necesario para montar un pequeño taller, donde además del servicio de cosido pueda ofrecer otros servicios relacionados con la reparación de zapatos. Siempre me encanta compartir con ustedes este tipo de historias de gente, que en vez de quedarse dormida en los Laureles, se echa a andar para ir venciendo una a una cada dificultad. Gracias por tu tiempo. Fuente de imágenes. [I]( https://pixabay.com/es/photos/carpintero-alba%C3%B1iler%C3%ADa-construcci%C3%B3n-6576739/) [II]( https://pixabay.com/es/photos/alba%C3%B1il-pasarela-arreglar-2659174/) [III]( https://pixabay.com/es/photos/viejo-trabajo-artesano-zapatos-1806193/).  



Since childhood, Miguel was very perceptive and had a great ability to learn on the fly. He used to accompany his father in his masonry work and that is how he learned the trade. In addition, his ease with calculations, essential in the construction business, paved the way for him to advance... By the time he reached adolescence, Miguel was already a full-fledged mason, able to undertake large and difficult projects without anyone's help. He had a quality that everyone valued: Miguel liked to be careful with details, took great care to ensure that his work was well finished, and loved to receive recognition from his clients. For many years, our friend was able to live comfortably from his masonry work, but between migration and the decline in the population's purchasing power, the demand for this service gradually decreased. This was a big problem for him because, regardless of whether or not he got hired for masonry jobs, he still had to cover the costs of supporting a large family, all of whose children were still in school.  To weather the storm, Miguel started doing whatever he could, venturing into gardening and hauling debris in agreement with some men who have trucks for that purpose. He does not shy away from risky jobs such as climbing tall trees to harvest avocados or papayas, and during mango season, he distributes them from house to house. His motto is that anything that is legal is valid, as long as there is food on the table for his children and wife every single day. And so it has been. One day, more out of necessity than curiosity, Miguel began repairing his and his family's shoes. He bought the basic supplies, such as sewing nylon and curved needles, and made or adapted other instruments from the tools he had at home. With this experience sewing shoes in a family setting, word began to spread among his acquaintances and friends. He soon realized that the demand for shoe repairs was much, much greater than that of his former construction job. Since he had to continue doing occasional masonry work, he spoke clearly with his customers about shoe repair. If the request was urgent, he did not accept it, thus avoiding letting people down. Another quality that we, his customers, appreciate is his sincerity.  As time has passed, Miguel has realized that he has a brighter future in the shoe repair business, so he is focusing on trying to expand it. He wants to leave the space he has in his living room to move to a more comfortable and better-located premises, where potential customers can also request his careful repairs. He is currently working with public and private sector organizations to see if he can get the support he needs to set up a small workshop where, in addition to sewing, he can offer other shoe repair services. I always love sharing these kinds of stories with you, about people who, instead of resting on their laurels, set out to overcome each difficulty one by one. Thank you for your time.