Narcisos Rojos, poema. Entrada semanal al club de poesía

@issymarie2 · 2025-07-12 00:56 · Literatos

Narcisos Rojos

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Flores, solo flores pequeñas, fragantes
de suaves colores.

En la hierba alta oculta a la mirada
te quedas silenciosa.

Y en tus pétalos, fragante aroma
con pistilo estrellado.

¡Oh narciso! , ¡Oh narciso! de tu flor me he impregnado y tu aroma conmigo se ha quedado.

En el silencioso. Natural paraje
donde las aves cantan vibrantes.

Tu aroma, ¡Oh narciso! flor preciosa y delicada
de ti me he encantado.

Teñido en roja tinta como si hubieses sangrado
y así nació la misteriosa vida.

Narciso, flor pequeña estrella del prado
blanca pureza.

Y en la brisa, de la primavera naciente
tu aroma danza.

Vuelan tus semillas dejándose regar
a donde quiera que quieras estar.

Allí vas, ¡Oh narciso! creando un manto de estrellas
en la verde tierra.

Y en mis manos tu dulce estrella
roja y fragante.

Narciso rojo extraño tesoro
que mis ojos observan.

Mientras el viento danza queriendo abrazar tu esencia
y te aferras a esta tierra.

Tu tallo fino cual delicado pincel
qué se pinta a la tierra con placer.

Y en mi mente la idea ferviente
de protegerte.

¡Oh narciso! Mi narciso
yo te he encontrado.

No me basta… No me alcanza…
solo el observarte

Rojo, tan rojo cual rubí precioso
digno de ser mi tesoro.

Con mis manos torpes y algo frías
sujeto el pincel qué te da vida.

Y en un arranque de egoísmo, desdén y capricho
empuño mi mano endurecida.

Te observo, desvalida ¿Qué pensarás al verme?
mientras no oculto mi sonrisa.

Entre mis dedos caprichosos tu perfecta figura
narciso rojo, narciso rojo.

En mis manos tu belleza y la tierra grita
qué he acabado con una sutil vida.

Cuál tesoro te cargo sin dejar de observar
eres el regalo que voy a ofrendar.

Imaginando su mirada al recibirte entre sus manos fragancia natural infinita .

¡Oh narciso! que ha pasado ¿Acaso te he matado?

Y aquí entre mis dedos atolondrados tus pétalos casi marchitos reflejan mi delito.

¿Es este el precio a mi egoísmo? narciso rojo… Flor silvestre.

Cómo embrujo me llamaste quizás para acabar con tu vida y la tierra reclama justicia.

Narciso rojo, tramposo, fui el verdugo inclemente qué de tu hogar te ha arrebatado.

Y si la justicia me llamara ante el estrado natural cómo queriendo reclamar la inocencia.

Si en mis manos tu yacente cuerpo grita justicia infinita y mis piernas tiemblan.

A lo lejos una voz amiga la real culpable de mi agonía, una mujer infame qué cobró tu vida.

Y me desligo de la culpa que no ha sido otra que conseguir un beso de mi musa.

Y es sus ojos claros y sus rojos labios han traído su imagen en tus pétalos.

Narciso rojo mujer hermosa atrapado en un encanto.

Un pecado por amor una tragedia proclamada y tu tallo llora.

Miro al cielo expiando la culpa de tu trágico asesinato.

¡Oh narciso! aquel rojo en tus pétalos fue el símbolo fatal de tu destino.

Y en mis manos macabras yacen tus anhelos de cubrir el monte con tu fragancia.

En el viento escucho tu sutil lamento un llanto efímero por dentro.

Los pasos de mi ninfa un hada descarada se aproxima presurosa.

Y el temor latente de tenerte en mis culpables manos sin saber siquiera, si serás de su banal agrado.

Aroma embriagante de un fatal delito por una picardía o juego del destino.

Quizás fue tu destino ¡Oh narciso prohibido! mientras tanto mi corazón está vacío.

Una mirada al cielo, nubes rosas y también grises quizás lloras por mi delito.

Y el susurro vuelve. Tras de mi musa, silueta perfecta.. Danzarina…coqueta.

Tratando de mantener la vida del delito en mis manos irremediablemente caes en medio del llanto.

El cielo llora como suave lluvia y desde la altura te veo casi extinta, apaga, sombría y delicada.

Y en un beso de mi musa por segundos te he olvidado ¡Oh narciso! ¡Oh rojo narciso!

Y entre la llovizna juguetona mi musa traidora corretea entre la suave hierba.

En un arranque de dolor absoluto sobre tu cuerpo inerte me abalanzo culpable.

Y entre mis torpes manos, una vez más te cargo con el corazón agonizante.

Una delicada gota de tu tallo cae es tu sangre transparente ! Oh narciso! Flor inerte.

¿Acaso el amor provoca tanto daño? Si es así, ¿De qué sirve ser amado?

Y aun delicado, sobre mis manos tratando de regalar una tensa calma sueltas tu última fragancia.

¿Qué me queda? si no es culpa infinita por extirparte de la tierra que te cobija.

Un patán sin conciencia incitado por la lujuria de conseguir un beso de la musa.

Esa mujer coqueta, pícara y traidora qué entre brazos salta cautivadora como si una mariposa fuera.

Y con sus alas hermosas cual bailarina prohibida logra desatar pasiones escondidas.

Y en un acto caprichoso por tener su atención te he arrebatado la vida.

¡Oh narciso! ¡Oh rojo narciso! Quien supiera…quién supiera.

Qué tu espíritu inerte en mi memoria resuena imaginando tus pétalos al viento.

¡Oh culpa! Maldita culpa arrancarte es mi pecado por un amor insano.

Y digo insano a los cuatro vientos porque aquella no me quiere.

Y a sabiendas de aquello la venero como reina o más bien como una diosa.

Nacida de un estrella al igual que tu pistilo ¡Oh narciso prohibido!

Coqueta, vanidosa musa o ninfa prohibida al igual que tu presencia.

Y en mis manos aún latente tu presencia perfecta casi extinto tu último suspiro.

Pétalos marchitos ¿Qué te he hecho? ¡Oh narciso oh narciso!

Si me hablaras qué dirías oh pérfido asesino.

Y tu voz dormida gritando en mi interior llora y suplica por perdón.

Que ironía de la vida el culpable he sido yo más imagino tu súplica y clamor.

Y en lo recóndito de mi alma negra el vacío de tu existencia pareciera una llama que me quema.

Dolor, solo eso he causado y en lo alto del vasto cielo se ha observado mi pecado.

Y en un acto de infantil cobardía de la madre tierra te he arrancado sintiendo una sutil alegría.

Con repudio reconozco el placer de mi maldad ¡Oh narciso! Mi rojo narciso.

Y es que al verte tan perfecto en mi alma ha nacido la envidia absoluta de no poseer tu finura.

En mis labios la sonrisa caprichosa y vanidosa repleta de ironía.

Y a lo lejos, la musa ¿Qué haré yo contigo? si he pecado de envidioso.

La belleza de este mundo solo mía a de ser y al igual que el narciso, deberás caer.

¡Oh narciso! ¿Qué me has hecho? Pensamiento incierto.

Y en la mente, las palabras flotan, vuelan y se mezclan queriendo acaparar toda la belleza.

Danzarina entre la hierba la musa coqueta parece una flor prohibida.

Sus piernas, los pinceles que a la tierra excita y sus brazos, pétalos sagrados.

Vuelan en el aire esparciendo su aroma invitando a los mortales a disfrutar su encanto.

El deseo de mi alma latente y desbordante escapan de mi ser, queriendo capturarte.

¡Ay narciso! Símbolo de mi deseo he pecado ya contigo buscando un consuelo.

Y la musa aún esquiva encendiendo mi pasión me recuerda que no es mía y explota mi dolor.

Un sueño, quizás ha sido esto y aun te conservas en la madre tierra sublime y pequeño.

Pero el viento grita qué el pecado consumado se ha creado por mis manos.

Culpable, traición duradera sigues bailando sobre la hierba ¡Ay mi musa traicionera!

Y si de tus manos desprendiera una caricia pasajera, y así el alma por fin ya calma.

Del corazón palpitante queriendo escapar a tu encuentro se detiene muerto entre tus pétalos.

¡Ay narciso! Quien diría que te he quitado la vida y aun conservo la sonrisa.

Y en un arranque de lujuria observado tu belleza descubro magia entre la hierba.

Allá dormido o casi escondido un retoño de fragancia ¡Oh pequeño narciso!

¿Será acaso un regalo? Que tu mismo me has dejado Y a tu hijo en ofenda me has donado.

Y aun en mis manos tu cadáver con pétalos llorosos imploran y suplican qué no arranque su vida.

Caprichoso y temeroso me inclino a su belleza ¡Oh pequeño naciente, narciso rojo!

Hijo, hermano o quien sabe pero eres más fragante y aún más sublime qué aquel maltrecho rojo extinto.

Con mis dedos bandidos acaricio tu finura Queriendo hacerte solo mío.

Y la estrella de tu centro encendiendo una insana lujuria me llevan nuevamente a ver a la musa.

Ambos caprichos de esta alma enamorada qué solo busca, clama y grita que son míos.

Y bajo el árbol verde de frondosas ramas me extasio de tu aroma.

Y en un clamor de la madre tierra un rayo justiciero sobre mi pecho cae sin remedio.

Y antes de que la luz en mi se apague divisó a la musa danzar en tu paraje y al narciso rojo recostado a mi lado.

Mientras el naciente, fuerte y fragante su aroma envía como si de mí se burlarse y se me va la vida mirando a mi delirio.

Ha acabado, la vida expira mientras mi aliento se disipa y al final de cuentas ninguno ha sido mío.

Mis ojos casi dormidos sueñan con la belleza de la que fui una infame presa.

Y la envidia tatuada en mi mente insana por fin se liberan de mi torturada alma.

Y a lo lejos, su risa. La risa de mi musa quien juega en la suave lluvia.

Y cual espejismo nocturno sueño bailar entre sus brazos Anhelando su aroma, niña traidora.

Y mi último respiro observando a mi narciso. ¡Oh narciso rojo! Ya voy contigo.


Este poema nació un día observando las flores en mi jardín y sin darme cuenta, ya había escrito ciento diez versos.


Imágen creada en canva con recursos gratuitos


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