Entrada al Concurso “Ese zumbido que no cesa” | Chiripa, mi pesadilla

@janaveda · 2025-10-10 00:07 · Literatos

Chiripa.png

image.png

Cuando la noche se cubrió de gris metálico y violeta, una sombra con ojos de escamas surgió y comenzó a tejer su pesadilla sobre la carne humana. Allí estaba ella, mirándome mientras movía sus antenas, esperando mi reacción. Antes de que pudiera aplastarla, saltó, anticipando el golpe mortal, como si pudiera leer mi mente. Busqué entre las grietas y escondrijos del gabinete para aprovechar una segunda oportunidad, pero era tarde: ella se había burlado de mí. Pensé en todos los insecticidas usados; en masas cayeron fulminadas, no sin antes luchar y correr. Y esta, quizás, la última sobreviviente, vino a increparme el chiripicidio. Esperé en segundo plano una nueva osadía sin dejar de teclear el informe que debía entregar a mi jefe al día siguiente. La imagen del insecto volvía a mí, y cierta furia regurgitaba, molesta, en mi interior. Mas no apareció. Tal vez ella había admitido la derrota e ido para siempre. Agotado, apagué el computador y las luces. La oscuridad ocupó el salón de estudio, iluminándose brevemente con relámpagos mudos y espaciados. Me eché en la poltrona y, sin desvestirme, cedí al peso de mis párpados. Justo en el limbo, la luz violeta acabó por dormirme. Al rato, una extraña sensación de opresión y frío me despertó. Estaba encapsulado en una sustancia gelatinosa y traslúcida. El fugaz e intenso destello de luz violeta proyectó una silueta gigante con antenas. Y a pesar de estar sumergido en el líquido viscoso, podía respirar con mínima dificultad y verla. Era realmente enorme, no la diminuta retadora que trepaba sobre el monitor. Pataleé y agité los brazos, con todas mis fuerzas, y me percaté de que la cápsula era muy parecida a las pequeñas bolsas con aros transversales dejadas por las crías de chiripas. Pensé que soñaba y grité a través de la sustancia con sabor alcalino y terroso que me invadía. Tomó el receptáculo, mi prisión, con sus extremidades delanteras y ladeó la cabeza para observarme. Bamboleó las antenas y emitió una vibración que al principio me aturdió al mostrarme los crímenes perpetrados en contra de ellas. Caminó, cargándome consigo, hasta la cocina y arrojó la bolsa contra la pared. Sentí el crujido de mis huesos a pesar de que la sustancia amortiguó el impacto. Con una de sus peludas patas, encendió la luz violeta. Desde mi perspectiva, ella había crecido desmesuradamente: era enorme, parecía una montaña andante. Miles de metros sobre mi cabeza, masiva e incontenible. Y yo... encogido drásticamente y sin armadura. Corrí a esconderme en una esquina. Por primera vez, veía al detalle las uniones de las baldosas terracotas marrones. Supe que allí me hallaría, tal como yo las había hallado. Era cuestión de tiempo para ser aplastado por una de sus patas. Desconsolado, lloré… no por mí. Caí en cuenta de que era un genocida y que pronto sería ejecutado, sin juicio alguno ni derecho a la defensa. Un movimiento rápido y mortal. Lo sabía de sobra por experiencia propia. Salí al espacio abierto, al encuentro con ella. No esperaba compasión, sabía que no la merecía en absoluto. Ella acercó la pata. Apreté los ojos y los dientes, y la brisa recorrió mi pequeño ser. Me dije en el interior: «Estoy muerto». Y al abrir por instinto mis ojos, allí estaba ella, observándome de cerca, otra vez. Pellizqué mi brazo. Pensé por tercera vez que debía estar en un ensueño. Tan real... que sus vibraciones, las de la chiripa gigante, retumbaron en mi humanidad. Me dijo en un idioma sin palabras, pero preciso: donde pensamientos y emociones, integrados en imágenes, afirmaba que todo lo que acontecía en una realidad en cierta dimensión. —¿Qué dimensión? —Grité angustiado. Deduje que debía ser abducido por una raza extraterrestre de insectoides. Y, entonces, mi resignación al destino se tornó en pavor repentino. Intenté saltar de la pata de la colosal chiripa. Al ver el precipicio, me eché atrás. Prevaleció mi instinto de supervivencia. De nuevo la vibración me entregó una contundente revelación que cimbró el piso de mis profundas creencias. El color de las paredes, azul como el cielo, cambió a un violeta que trascendió el espacio infinito. De repente, estuve suspendido en el vacío, ligero como sin cuerpo. Era imposible ubicarme en el espacio, a no ser por la referencia dada por la presencia de la chiripa, cada vez más inmensa. Oleadas de ondas, atravesándome, susurraban una verdad desquiciadora: que yo, el chiripicida, era una pesadilla creada por mis víctimas. Y abrumado, allí, frente a aquella entidad cósmica, que creía tontamente inferior, estaba yo, tratando de comprender una realidad que me superaba y que deshizo mis convicciones sobre el tejido del mismo universo. Esperé con miedo, resignado, a que dejara de soñarme.

Fin

image.png

Un cuento original e inédito de @janaveda

Imagen generada por IA de https://gentube.app con mi usuario jnavedan


¡Cansado! ¿Ya no te satisfacen las redes sociales tradicionales?

Entonces, te invito a conocer Hive presionando aquí.

Únete a nuestra comunidad global, en donde la libertad sin censura en nuestro norte.

image.png


### Muchas gracias por leerme, espero que sea de su agrado.
#spanish #writing #fiction #cienciaficcion #concurso #story #literatura #hispapro #neoxian #waiv
Payout: 0.000 HBD
Votes: 72
More interactions (upvote, reblog, reply) coming soon.