A la espera, antes de abordar el avión en Maiquetia
Nunca sabes cuándo harás el viaje de tus sueños ni que te espera al otro lado del aeropuerto. Correr de aquí para allá tras una puerta de salida, sellar tu pasaporte, caminar con tu equipaje de mano. Hace ya muchos años esto fue lo que me ocurrió. Más allá de un sueño, era una fantasía. Eso fue lo que yo viví aquel agosto del 2011 cuando la situación país no nos ahorcaba económicamente.
Estos son los dos angelitos que me acompañaron durante todo el viaje
Todo comenzó en mi ciudad natal, Maturín, nos dirigimos al aeropuerto para abordar el primer avión que nos llevaría hasta Maiquetía y de ahí al aeropuerto de Madrid – Barajas. Al bajar del avión no sabía que esperar, era mi primera vez fuera del país (y que de visita, mientras este aquí, parece ser la única).
Aeropuerto de Madrid - Barajas
En ese momento vi el paraíso saludarme
Era increíble lo que veían mis ojos, la inmensidad del lugar, sus pasillos, pulcros y que extrañamente no se encontraban a rebosar de personas. Tienda tras tienda, salas de espera, un metro subterráneo. Y la mirada de mi tía (que ya había estado ahí antes) preguntando si me gustaba lo que veía, y la respuesta era ¡Sí! Siempre ¡Sí!
Esperamos poco para tomar el último vuelo a nuestro destino, Nápoles, donde nos esperaba nuestra familia, los cuales ya habían venido a Venezuela y quedaron encantados, tanto por el trato, los recorridos turísticos, la estadía, recuerdo que cuando tenían que volver a Italia nos abrazamos y la nostalgia se sentía flotando en el aire. Cuando llegamos a Nápoles, ahí estaban, esperándonos.
De camino a casa de mis tíos
Éramos mi papá, mi mamá, mi hermano, mi tía, sus dos hijos y yo. Mi tío y sus hijos hablan español, por lo que la comunicación nunca fue un problema. Yo por mi parte, mucho más pequeña y más tímida, me causaba vergüenza hablar o intentar hablar algo del italiano que estaba aprendiendo con ellos y sentía que haría el ridículo.
Esta era la vista del cuarto donde nos alojamos
Los primeros días recorrimos lugares cercanos, plazas, tiendas, estaríamos aproximadamente un mes, el tiempo se sentía ligero, escurridizo y mágico.
Era impresionante la cantidad de colillas de cigarrillos que encontrabas en las aceras pero a pesar de eso, lo limpio que se presentaba todo, era hipnótico.
Nos encontrábamos en Solofra – Avellino, una ciudad sencilla y cálida con un clima reconfortante que te invitaba a salir y recorrer sus calles con el rozar del viento.
La naturaleza se presentaba sencilla, haciendo juego con antiguos edificios que susurraban historias de otros tiempos, de otra gente, de otra vida.
Parte de mi familia
Salimos a conocer un poco el lugar y visitamos la Piazza San Michele Arcangelo, muy cerca se encuentra la Collegiata di San Michele Arcangelo, majestuosa ¿saben que fue lo mejor? Ese día, en ese momento se estaba llevando a cabo una boda. Era como si el universo estuviera conspirando para que no perdiéramos detalles.
Visitamos muchos lugares, entre ellos La Fontana di Trevi, La Torre de Pisa, El Vaticano (de los cuales hablare en otro post).
Pero sin duda alguna el que más llamó mi atención y más impacto causo en mí, fue la Ciudad de Pompeya ¿por qué? Hasta ese día no conocía de su existencia, no había escuchado la historia de esta ciudad sepultada por la erupción del Monte Vesubio.
Mientras caminaba a través de sus calles imaginaba la vida de debió haber llevado aquella gente, y que dentro de su inocencia o ignorancia, jamás se imaginaron que todo iba a acabar así.
Sus expresiones lo dicen, el miedo reflejado en cuerpos inmortalizados por la lava, estatuas increíblemente conservadas, animales, los cuales con solo ver su postura puedes sentir su sufrimiento.
Impensable que muchas estructuras sobrevivieran a semejante catástrofe. Las personas de esa época jamás imaginarían que muchísimos años después, transitaría tanta gente por sus calles, contando la historia que estaban a punto de vivir.
Si tuviera que resumir este viaje en un post, sé que no podría, me es imposible, seria extenso e infinito, por el momento, estos recuerdos y estas imágenes son lo que ofrezco. Espero disfruten mi experiencia tanto como yo la he disfrutado y tengan la oportunidad de visitar este maravilloso país que nos acogió durante tan poquito tiempo, pero que nos regaló tesoros invaluables como lo son estos recuerdos que llevo conmigo.
Y como todo buen recorrido, terminamos cansados y hambrientos, disfrutando inevitablemente de la gastronomía Italiana.