Estoy en la espera de un sismo o una sacudida de nuestra forma de ser y de vivir, esa que debemos tener todos los venezolanos gracias a nuestras causas internas de indiferencia. Temblores de menor intensidad como el ocurrido me genera una ansiedad profunda, esto porque nuestras almas deben ser movidas con algo más fuerte que un terremoto, para despertar al fin de esta pesadilla.
Estos movimientos se deberían producir por los choques de las placas tectónicas del corazón. Y que la colisión libere energía positiva a nuestros cuerpos mientras los materiales de la corteza terrestre se reorganicen para volver a alcanzar el equilibrio espiritual y anímico que solíamos tener.
Una de las principales causas de los deseos internos de mi consciente y subconsciente es que los sismos lleguen a enderezar esta deformación creadas por el gobierno actual, duros como rocas contiguas a una falla activa, que liberan su energía negativa con su potencial acumulada y producen grandes desánimos y crisis monetarias de la mano a las anímicas .
Intentemos generar sismos a nuestros allegados, familiares y amigos, para que en este año que está a solo un paso cambiemos el curso de nuestras vidas y de los que vienen.
Hagamos que la tierra tiemble de tanto amor y fe.