Desde días anteriores conocíamos la posición de Will, una vez más me entregó un fusil de francotirador. -Por esta pequeña montaña llegarás a la parte trasera del cuartel donde se encuentra Will, entra allí y dispara varias veces, que crean que es un ataque directo. Si puedes herir al general mejor – indicaba los caminos en el mapa – no me falles, esta vez no. Tomé una ropa oscura y lavé mi cuerpo con lodo, avancé entre los arbustos hasta el cuartel enemigo, Will jamás imaginaría que estuviésemos tan cerca, nos hacía refugiados o muertos. Elegí una posición cómoda para explorar visualmente la zona. Al mirar por la mira telescópica vi las principales vías de acceso y cuántos centinelas las custodiaban. El perímetro no era muy extenso y estaba protegido por una cerca de alambres muy fácil de cruzar. Una vez dentro me quité los zapatos y localicé a Will, lo rodeaban muchos oficiales, sería un tiro difícil. Busqué mejor posición cerca de un baño, en ese instante caminaron hacia mí, tuve que esconderme rápidamente en el techo. Will entró solo al baño, aproveché la ocasión y llevé mi fusil a la espalda, desenfundé una navaja. Silenciosamente entré por una escotilla de ventilación. Abrí puerta por puerta de los escusados, en la última se ocultaba el general, me esperaba. Rápidamente Will se abalanzó contra mí empuñando un cuchillo. Intercambiamos algunos puñetazos en el rostro, logró cortarme en una ocasión cerca del mentón. Al empujarme hacia una pared decido enterrarle la navaja en la pierna derecha, obligándolo a caer. Will no se quejaba, el dolor no parecía existir para él, desde el suelo se sacó el objeto filoso y me lo lanzó. Logré esquivarlo mientras preparaba mi fusil. Él estaba totalmente desarmado, su cuchillo se deslizó lejos, comenzó a arrastrarse hacia mí y le disparé en una pierna. Escuché hombres gritando y corriendo, salí por la escotilla en el techo habiendo cumplido parte de la misión. Logré saltar a otra sección de edificios del cuartel y aprovechando que la mayoría de hombres fueron a socorrer a Will, salí del caos. Gran parte del ejército se concentró allí, para ellos era imposible que un hombre solo pudiese haber entrado y perpetrado la operación. Disparé a varios soldados desde distintos puntos, moviéndome rápidamente. Para cuando comenzaron a buscarme era demasiado tarde, yo estaba a kilómetros del cuartel. Cuando conté a Fred lo sucedido este estaba feliz: -Muy bien capitán tenemos la guerra ganada. -No lo entiendo general, apenas le pegué un tiro en la pierna – agregué intrigado. -Mientras tu concentrabas al ejército de Albert, yo y una columna tomamos su residencia, pasamos prácticamente desapercibidos. Capturamos a su esposa y su hijo pequeño – dijo sentándose tranquilamente en una butaca. -Eso fue arriesgado general ¿Y si me hubiesen atrapado? – pregunté notando el elevado costo que pudo significar. -Una vez Smith me dijo que éramos hombres con suerte– encendió un cigarrillo. -Me dijo algo parecido también – respondí. -La mujer y el niño están adentro de la carpa – pronunció. -¿Por qué no me lo informaron? – pregunté intentando conocer una razón convincente. -Si te hubiésemos dicho el plan completo y te capturaban, ellos te harían hablar – respondió lanzando una carcajada. -¿Y qué pasó con la suerte? -Smith estaba loco amigo – se paró de la butaca y se marchó a descansar. Con esas valiosas personas en nuestro poder a Will y Albert no les quedó más opción que canjearlos por Ciudad Extraña y todas sus armas. Fred ofreció a los obreros un puesto en la nueva sociedad emergente. Todos los que una vez fueron invasores se marcharon con las manos vacías, otros se quedaron a forjar un mundo mejor. Por vez primera las personas iban a las escuelas a desarrollar su creatividad, todos gozaron de atención médica y viviendas. Se quemaron todos los sellos, los objetos representativos y de cambio. Los encadenamientos productivos se alzaron de forma circular, el trabajo de unos beneficiaba a otros y el trabajo de otros beneficiaba a los primeros. En el pasado pocos hombres acumularon riquezas y dejaron de trabajar, entonces esclavizaron a muchos. En el pasado los adinerados acumularon mucho dinero, entonces lo usaron para esclavizar a muchos. En el futuro debemos de dejar de inventar tanta mierda y enfocarnos en ser felices.
El texto es de mi autoría.
La foto fue tomada por mi amiga Loly Rivera en su viaje por Italia.