Los cráneos y las voces

@jcaguila · 2025-07-01 02:00 · Literatos

Sobre aquel acantilado vi mis ojos una vez más, con la tarde en penumbras grotescas, con nubes grises imponentes sobre el mar infame. Y mis ojos no sabían hacer otra cosa que mirar la arena mojada de la playa, de las perturbaciones ondulantes de las piedras y ramas secas que cayeron durante la noche tormentosa. ¿Por qué caminar por esa playa? Quizás porque me generaba cierta relajación y atraía desde lo más profundo de mi memoria los recuerdos de mi padre, los recuerdos de mi abuelo, el que nunca vi, solo queda en la casa una foto, como mohosa, como si fuese muy vieja, y la casa sobre el acantilado parece cada vez más lejana, a pesar de caminar hacia ella, como un espejismo macabro. Y entonces me vi subiendo por los extensos pasillos de hiedras y helechos, por las escaleras interminables y adoquinadas, como subiendo al infierno, porque aquella casa estaba muerta y yo Alastor, también me sentía como la casa. Cada día ver aquellas figuras de ángeles sobre un jardín perenne y sucio, que semejaban más un cementerio que un lugar de ocio, y al sentarme sobre las rocas imaginaba mi tumba. Lo escucho… Una vez más los ángeles me hablan o me hablan las aves de la costa… es insoportable. Esta casa ya no me tiene respeto y mucho menos me deja ser alguien vivo, porque ya todos los que están en las fotografías murieron hace tiempo y me rondan en la cama cuando duermo, siento sus pasos, sus lamentos y hasta sus latidos del corazón. Se que no estoy solo, yo lo sé. Trato de buscar entre los viejos registros de mi abuelo, camino en las noches de lluvia con una farola y un paraguas hacia el bosque de pinos que hay detrás de la casa para encontrarme con ellos, pero es en vano, me ven gritar solo en la madrugada, me ven correr descalzo sobre la arcilla y el barro, pero no me aparecen, solo me hablan y se ríen, solo quiero dejar de escuchar. Sobre el escritorio de mi hermana Alicia, la que nunca pudo obtener el cariño de nadie y cuyo cuerpo hoy se encuentra en algún lugar de la playa, están escritos algunos símbolos y varios mapas que tachan los lugares más horrendos de la geografía, como la cueva debajo de la casa, donde papa nunca nos dejó ir, o la gran grieta en el bosque donde decía que vivían los monos carnívoros. Papá era cruel. Pero papá ya no está, solo estoy yo agonizando en esta casa, y al coger una vela veo mas inscripciones en las paredes de la habitación de Alicia y comprendo su angustia, ella agobiada por los deseos coléricos de mi padre, por la amargura diaria que vivía decidió escapar ¿a dónde? Escribió: odio tu voz papá, y no la voy a escuchar jamás. La vela cayó de mis manos y un escalofrío recorrió cada poro de mis manos, tomé la capa negra y en plena noche de luna llena corrí con los símbolos grabados en la piel, con los trozos de mapas, corría hacia los lugares que papá jamás permitió visitar. Y corrí hacia la playa - Alicia, hermana ¿dónde estás? Y vi las sombras de seres marinos aglomeradas sobre una pequeña colina de arena, con la lápida lúgubre y manchada. “aquí yace Alicia, hija de dios que con sus propias manos abrió el infierno, inocente de pecados impropios, niña con alma de monstruo” Y las grandes tortugas se reunieron en la orilla para orar ante su diosa muerta, Alicia, la diosa del mar triste. Y salieron en manadas las tortugas gigantes hacia la cueva prohibida, como si se tratasen de hormigas obedientes bordeaban la tumba y seguían rumbo a la oscura entrada. Entonces todo se apagó, las nubes taparon la luna y ante tanta oscuridad quedé solo escuchando las olas rompiendo en la orilla, sintiendo el lento caminar de las tortugas. ¿Alicia, estás ahí? Y los símbolos en mis manos comenzaron a brillar intensamente, como si se tratase de un aviso más allá de este mundo. ¿Qué pasó? Y los símbolos se mostraron en la cueva y con su luz avancé hacia el cónclave de tortugas en su interior, donde cada una tenía sobre sus caparazones aquellas palabras indescifrables. Caminaban alrededor de los cráneos de seres marinos, y de las caracolas vacías emergían cánticos jamás escuchados. Se acercaba la hora de ver a Alicia, la hora de entenderlo todo, solo me acosté sobre las piedras del centro, y cerré los ojos entre los murmullos, entre las voces y los sonidos cada vez más intensos de zumbido, aunque el miedo me torturaba deseaba saber la verdad, deseaba comprender quien me hablaba todas las noches, quien había consumado tal perversidad debajo de la casa… Algo viene, y tengo tanto miedo que no deseo abrir los ojos, el sonido es insoportable, se que viene algo del mar, algo que hace tiempo me quiere, algo que merodea la casa y no me deja en paz… algo respira en mi oído.

Días después el cuerpo de Alastor es encontrado por unos bañistas en la orilla de la playa, aunque su cuerpo está intacto notaron que su cráneo había sido reemplazado por el de una tortuga, y brotó de su boca una caracola murmullando leves sonidos.

(Tanto las imágenes como el texto son de mi autoría)

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