Resulta que ayer estuvimos en Café-escrito y Lectura en su edición número 23; quiere decir que, para la próxima, en el mes de mayo, estaremos de aniversario; dos años, y resulta que ayer estuvimos a casa llena como se dice coloquialmente y lo mejor fue la presencia de niños y de un par de adolescentes que se animaron a participar espontáneamente; también contamos con nuevos amigos que se sumaron para homenajear al libro en su mes.
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Pero resulta que ayer la actividad fue una de las más bonitas porque los adultos, aparte de demostrar sus dotes lectores disfrutamos de la alegría de los niños, su presencia nos recordó esa edad de aventura del ser humano, cuando creemos en la fantasía, en la aventura de los personajes, en el mundo de la ficción; la mayoría quería ser, sabiamente, un libro de aventuras porque el deseo de todo pequeño es divertirse.
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La presencia de los chicos fue una experiencia agradable para los adultos, nutritiva, sana. Y la presencia de los adultos para los niños también fue una experiencia que les recordó lo aburrido que somos por las complejidades en las que caemos al crecer, porque descuidamos alimentar nuestra imaginación con lo hermoso de la ficción, de la fantasía o porque la estimulamos, pero en áreas diferentes, esas de las profesiones que usamos como excusas para no volver a jugar.
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De modo que ayer fuimos espejos los uno para los otros y eso me pareció estupendo; aparte del café, del compartir, de las lecturas, del ejercicio de redacción; creo que lo más hermoso que nos puede pasar a los humanos es reunirnos para disfrutar los unos de los otros, sanamente, y si hay un buen café, un poema y la risa espontánea de alguien, mejor.
Gracias a los que asistieron y los esperamos en el aniversario.
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Fotografías propias del evento.