Más allá de cualquier atracción por lo tecnológico, más allá de los suburbios, ahí, donde solo te encuentras tú, pisando piedra firme, ese lugar donde nada ni nadie puede derrumbar tu paz, es allí donde puedes intentar reconocer tu interior, dejar que entre nubes y brisa fría se lleven todo aquello que no está bien dentro de ti. Donde tu ego se sume en un infinito horizonte, te das cuenta lo pequeños que somos ante tanta grandeza, sientes su fuerza, su poder magnífico, ese que sin hablar te estremece de pies a cabeza. Un lugar infinito y espectacular, en la punta del pico Naiguatá, con la hermosa ciudad de Caracas al Sur y el fabuloso Mar Caribe al Norte, tenemos El Ávila o Waraira Repano (como lo llamaban nuestros indígenas), hermosa montaña con vista al valle de la capital Venezolana y el azul de nuestro bello mar. Como poder describir tal sentimiento al permitirme subir tus veredas, oler tus flores, sentir tu brisa, tocar tu tierra... Esos instantes en que te sumerges en la montaña y únicamente puedes ver árboles y tierra, pero mientras más subes, la vista se aclara y mejora el paisaje. Nada se compara a esa sensación de cansancio después de recorrer 2.765msnm pero aun así hay algo místico que te genera la ansiedad de seguir, de ver más allá. Son más las ganas de llegar al final de tal trayecto, que devolverte por agotamiento.
Todo comienza en Altamira, aunque hay muchísimas rutas para subir a ella, aquí comenzó este mágico viaje... Para llegar al primer punto de control, Sabas Nieves.
El Banquito, allí la vista es mucho mejor
Su fauna y flora son parte del trayecto
Luego, fue apagar el celular y dedicarte a mantener la hidratación y disfrutar el paisaje hasta llegar al pico, pasamos el famoso "No te apures", la entrada a distintas quebradas que nacen de la montaña... Cuando ya estábamos casi por llegar al bien llamado "Lagunazo" nos encontramos con el filo del precipicio, una roca anclada a la tierra y con vista al vacío...
Adrenalina era lo que corría por nuestras venas al pararnos en ella.
Llegó el mejor momento de todos, la llegada al pico, poder girar tu cabeza y ver a tu izquierda La Gran Caracas y el Hotel Humboldt y a la derecha La Guaira y el Mar Caribe.
Una de las cosas que más me impresiono, fue lo blanco del suelo, hermosa arena totalmente blanca que sobre las gigantes rocas brillaba en la lejanía.
Nos acercamos cada vez más a nuestra meta... El hotel Humboldt
Nuestro viaje culmino con la llegada al Hotel Humboldt o también conocido como Ávila Mágica, llevándonos un sin fin de emociones y experiencias.
Les aseguro por propia experiencia, una vez que subes y vuelves a bajar, no te sientes igual a como comenzaste el trayecto. Te llenas de energía y vitalidad (también un poco de lodo y sudor jaja), eso que solo te da lo natural. Lo más preciado y hermoso que tenemos, debemos cuidar nuestra naturaleza, ayudémonos unos a otros.
Cada una de estas fotos son de mi autoría y fueron tomadas con un Samsung S4 mini.