🇪🇸Una aventura en el circo/🇺🇸A circus adventure

Hola, feliz fin de semana! Agárrense, porque hoy les vengo a contar mi última hazaña de mama: ¡fui al circo de los Valentinos! Y sí, fue una experiencia mágica, de esas que te llenan el alma, pero les confieso que para conseguir las entradas... ¡Fue pura angustia!  Resulta que unas compañeras, cual cupido de la alegría, me soplaron el chisme: ¡eran los últimos días del circo y los precios de las entradas estaban de oferta! ¿Mi reacción? ¡No podía creerlo! Unas semanas antes, mi hija había llegado del colegio con una entrada gratis para tres niños menores de 12 años. ¿Mi hija? ¡Tiene 14! (Sí, a veces la vida te da limones y tú te preguntas si puedes hacer limonada con una entrada de circo que no sirve). Cuando averigüé el precio de los adultos, ¡20$ por cabeza! Por supuesto, mi cerebro de madre con presupuesto limitado gritó: "¡Locura! ¡Absoluta locura!". Pero ahí, amigos, fue donde mi espíritu aventurero (y mi amor por mis hijos) se encendió. Lo que parecía un sueño lejano se convirtió en una misión personal: mis chamos tenían que vivir esa magia.  Cuando me enteré de la oferta de última hora, no lo dudé. Lo que iba a gastar en 1 entrada lo gastaría en 4. Como cohete hacia el espacio me fui rumbo a la carpa, cual gladiadora moderna, fui a investigar. Y miren, me quedé con la boca abierta. La cantidad de gente que había para comprar entradas era digna de un apocalipsis circense; ¡una locura total! Pero mis ganas eran más fuertes que mi sentido común, así que decidí hacer la cola. ¡Dos horas y media de mi vida! Menos mal que mi hijo mayor fue mi compañero de sufrimiento y la espera no fue tan aburrida. Nos entretuvimos haciendo apuestas sobre quién se caería primero del agotamiento.  Mientras sudaba la gota gorda en la cola, pensé: "¡Ah, si mis amigos supieran de esta súper oferta! ¡Podría haberles comprado las entradas y ahorrado su valioso tiempo!". Pero luego, la duda existencial me asaltó: "¿Harían ellos lo mismo por mí?". Supongo que esa pregunta me llevó a solo ayudar a una amiguita. Porque, créanme, ¡hacer cola bajo el sol por tanto tiempo no es nada agradable! A uno se le queman las pestañas, ¡y hasta el buen humor!  Finalmente, llegó la hora de la función. Llegamos media hora antes, con estrategia de guerra, para ubicarnos en un lugar privilegiado desde el que pudiéramos ver cada acto. Y como buena precavida (o tacaña, como quieran llamarle), en casa me preparé y llevé unos tequeños caseros. ¿Para qué gastar una fortuna dentro si puedo llevar mi propio festín? ¡Más vale prevenir que lamentar (y pagar de más)!  Todos los actos, de verdad, ¡los disfruté a morir! Volver a vivir cada espectáculo junto a mi familia fue especial. Me reí a carcajadas y me emocionó ver cómo la familia de Los Valentino ha crecido y lo que logran hacer juntos. Para mí, fue una dosis de inspiración y risas. Y sí, Renato, Renato me trajo tantos recuerdos, el que parece ser la estrella principal, pues ahora con sus 3 hijos son las estrellas de los actos. ¡se nota que les corre el circo por las venas a todos!  

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Hello, happy weekend! Hold on, because today I come to tell you about my last feat: I went to the Valentinos circus! And yes, it was a magical experience, one of those that fills your soul, but I confess that to get the tickets.... It was pure anguish!  It turns out that some colleagues, like a cupid of joy, tipped me off: it was the last days of the circus and the ticket prices were at a bargain! My reaction? I couldn't believe it! A few weeks earlier, my daughter had come home from school with a free ticket for three children under the age of 12. My daughter? She's 14! (Yes, sometimes life gives you lemons and you wonder if you can make lemonade out of a worthless circus ticket). When I found out the adult price, $20 a head! Of course, my budget-minded mom brain screamed, “Crazy! Absolute insanity!”. But that, my friends, is where my adventurous spirit (and my love for my children) ignited. What seemed like a distant dream became a personal mission: my kids had to live that magic.  When I heard about the last minute offer, I didn't hesitate. What I was going to spend on 1 ticket I would spend on 4. On my way to the tent, like a modern gladiator, I went to investigate. And look, I was left with my mouth open. The amount of people there to buy tickets was worthy of a circus apocalypse; total madness! But my desire was stronger than my common sense, so I decided to wait in line. Two and a half hours of my life! Good thing my oldest son was my partner in suffering and the wait wasn't so boring. We entertained ourselves by placing bets on who would fall down first from exhaustion. As I was sweating it out in line, I thought, “Ah, if only my friends knew about this super offer, I could have bought them the tickets and saved their valuable time!”. But then, the existential doubt assailed me, “Would they do the same for me?”. I guess that question led me to just help a little friend. Because, believe me, standing in line in the sun for so long is not pleasant! It burns out your eyelashes, and even your good mood!  Finally, it was time for the show. We arrived half an hour early, with a war strategy, to be in a privileged place from where we could see each act. And as a good cautious (or stingy, whatever you want to call it), at home I prepared and brought some homemade tequeños. Why spend a fortune inside if I can bring my own feast? Better to be safe than sorry (and overpay)!  All the acts, really, I enjoyed them to death! Re-living each show with my family was special. I laughed out loud and was thrilled to see how the Valentino's family has grown and what they manage to do together. For me, it was a dose of inspiration and laughter. And yes, Renato, Renato brought back so many memories, the one who seems to be the main star, as now with his 3 children they are the stars of the acts. you can tell circus runs through everyone's veins!