
"Un útimo Tributo en recuerdo a los Héroes Caídos...". CoHuong vía vnaf.com fuente
Los aviones de combate también cuentan cuentos. Y esta es una de las tantas historias, historias heroicas acerca de la fiera defensa del último bastión, la última vía de escape de un Vietnam del Sur ya sentenciado a desaparecer como nación, contada desde un punto de vista diferente y nunca antes imaginado. El del avión.
Basada en hechos reales…

─“Ya te tengo pequeño bastardo!…” ─murmuró con una sonrisa maliciosa dibujada en su morro.
Completando un viraje de 180° que lo llevó de nuevo y con rumbo reciproco a la puerta principal, Spad sobrevolaba la avenida Hoang Van Thu, donde el segundo tanque pretendía dar marcha atrás para alejarse del infierno abrazador en el cual se habían convertido los restos de su líder y reanudar su avance sobre el perímetro.
─No en mi guardia… ─dijo entre dientes, a la vez que soltaba el par de “Napes” restante sobre el ahora indefenso tanque y rompía de inmediato por su derecha.
Una llamarada se extendió por varios cientos de metros a la vez que los contenedores de napalm se deslizaban avenida abajo hasta llegar casi a la cerca que bordea la base.
El T-54 estalló en mil pedazos sin que apenas Spad lo notara. Ahora su objetivo principal era el emplazamiento anti-aéreo.
Spad ejecutó una pequeña corrección a la derecha, ascendió unos cuantos pies y enfiló directo al grupo de vehículos estacionados al norte del campo de golf.
─Por “Fenix” Cero Nueve, y por “Tinh Long” Cero Siete…Va por ustedes!...
El A-1H descargó la mitad de los cohetes que le quedaban, observando con satisfacción que estos iban directo al blanco.
Y cuando se disponía a ejecutar un ascenso por su izquierda…
¡CLANK-CLANK-CLANK!!!
Spad se quejó amargamente por los fuertes golpes recibidos.
─MALDICION!!! ─exclamó visiblemente molesto.
Su motor tosió, carraspeó y volvió a toser, en su intento de mantener la hélice enganchada a la masa de aire.
Un rápido análisis de su condición y determinó que no había tiempo de radiar su situación.
A decir verdad, daba igual porque ya no había nadie en la torre de control a quien poder reportarle y mucho menos alguien en tierra para ayudar.
De pronto, un indescriptible dolor invadió cada costilla, cada panel y cada remache del viejo y cansado avión mientras que, casi de inmediato, un largo penacho de humo negro comenzaba a escaparse del motor averiado.
No obstante, nuestro valiente amigo tuvo tiempo de lanzar algunos cohetes sobre una concentración de tropas.
Temiendo que su motor no respondiera, Spad inició un pesado y tortuoso ascenso a una altura que le permitiera observar mejor la disposición de las tropas enemigas. Con Tan Son Nhut a su derecha, una última y nostálgica mirada a su antigua base, evocando recuerdos de días pasados que no volverán, ejecutó un amplio viraje por su izquierda, rio arriba, en búsqueda del emplazamiento anti-aéreo del cual salieron los disparos que lo hirieron de muerte.

Base Aérea de Tan Son Nhut. Pham Quang Khiem collection vía vnafmamn.com. Fuente
─NOOO!!!... ─exclamó “Dragón Uno” al ver a Spad perderse en la distancia, dejando tras de sí un largo trazo de humo negro.
─SEÑOR… HUYAN LO MAS RAPIDO POSIBLE!!!... ─le indicó un soldado que venía corriendo desde la cerca del perímetro norte de la base y que luego se perdió entre la pila de aviones inservibles en búsqueda, quizás, de alguno que pudiera sacarlo de ese infierno en que se había convertido todo el lugar.
Ya era un hecho que la defensa de la base había quedado rota. Mirando a su derecha o a su izquierda, ya no importaba; el caos y la anarquía se habían apoderado de la línea de vuelo. Para el experimentado líder sólo era cuestión de tiempo para que la base cayera en manos enemigas, tiempo que, definitivamente no estaba dispuesto a perder.
─MUCHACHOS… ESCUCHEN!!!... ─llamó la atención de los pocos aviones y helicópteros que no habían despegado aún. ─ No importa en qué condiciones de vuelo estén, nos vamos ya, no hay tiempo para ajustes… ─y mirando a los técnicos y personal de tierra que todavía trabajaban para medio poner a punto a sus aviones les ordenó─. Cierren esos paneles y busquen lugar en el C-130… No podemos hacer más…
En eso, el confundido soldado a quien había perdido de vista minutos antes, volvió a aparecer detrás de uno de los vetustos UH-34 que se estaba alistando para partir.
─Hey… Hijo… Tranquilo ─lo calmó el Skyrider─. Móntate en aquel helicóptero, nos vamos de aquí.

Helicoptero UH-34, ex-219th "King Bee" Escuadrón de Helicópteros. Foto vnafmamn.com Fuente
El movimiento en la base se había vuelto frenético. El fin se avecinaba, y como pudo, el veterano A-1H se las ingenió para mantener el orden dentro de una situación en extremo caótica.
Uno a uno, los helicópteros desde la rampa y los aviones desde un tramo del taxiway y la pista, fueron despegando hacia la libertad.
Desde la puerta abierta de aquel destartalado UH-34, ese soldado desconocido se despedía, agradecido, con su mano en alto…
El penúltimo en despegar fue el C-130 Hércules.
─Ok. Grandote… Nos vemos en Tailandia… ─le dijo el Skyrider y acto seguido, le dio un leve golpe con la punta de su ala derecha, indicativo de que podía despegar.
En condición de sobrepeso como se encontraba, el enorme avión de transporte se vio obligado a utilizar casi la totalidad de la pista para poder ejecutar un despegue seguro.

"¡Escape a la libertad!". C-130A Hércules. Pham Quang Khiem collection vía vnafmamn.comFuente
Quedándose de último como todo buen líder, nuestro amigo, el poderoso A-1H Skyrider, rezó una corta plegaria en homenaje a aquellos valientes guerreros que cayeron en la defensa de Saigón y en especial, por quienes lucharon por mantener abierto el último reducto de escape que quedaba: la base aérea de Tan Son Nhut.
El Skyrider despegó, subió a 1000 ft y, ejecutando un amplio viraje por su izquierda en 180°, pudo ver con tristeza como los soldados enemigos habían logrado violentar el perímetro de la base y se encontraban ocupando el área de la pista y la rampa de vuelo donde minutos antes, el y un variopinto grupo de aviones y helicópteros, organizaban su escape.
Con la mirada melancólica y en silencio, los aviones y helicópteros que quedaron atrás observaban, resignados a su suerte, como el A-1H se alineaba para ejecutar la última misión de bombardeo en una guerra que ya había finalizado para ellos.

Tristeza y resignación en quienes quedaron atrás. Foto vnafmamn.com Fuente
Como su postrer acción de combate, “Dragón Uno” dejó caer sus bombas sobre una batería anti-aérea, lanzó sus cohetes “Willi Pete” sobre un emplazamiento de morteros y ejecutó dos o tres pasadas de ametrallamiento sobre las posiciones enemigas próximas al perímetro norte de la base.
Y entonces, poniendo rumbo definitivo a Tailandia, se desmoronó.
Saigón, la otrora pujante ciudad conocida como la “Paris del Oriente”, había caído, sellando para siempre el destino de una gran nación.
El círculo se había cerrado.

Escudo de la Fuerza Aérea de la Republica de Vietnam. Fuente
En cuanto a Spad, algunos dicen que apenas si pudo cruzar la frontera y que sus restos yacen, olvidados por el tiempo, en algún paraje bajo la densa jungla Camboyana… Otros, los más optimistas, cuentan que logró llegar a Tailandia y que, desde entonces, descansa plácidamente en un hangar reservado sólo a los más valientes, a los héroes de la historia…
Pero lo cierto es, que nadie supo nada más de él.
Narra la leyenda que, todos los años en la misma fecha, se escucha el rugido del motor de un A-1H Skyrider el cual, afirman, se encuentra en una batalla espectral, luchando eternamente por la libertad de un país que pagó con su sangre el precio de los errores cometidos.
Fin...

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Si no has leido las dos primeras entregas, te invito a hacerlo por medio de los siguientes enlaces:
Los aviones de combate también cuentan cuentos. 1ra. parte.