Juan José Arreola: la magistral agudeza de la brevedad narrativa

@josemalavem · 2025-09-24 01:56 · Literatos


Entre los más sugestivos cultivadores del cuento breve (a veces, brevísimo) en español, tenemos al mexicano Juan José Arreola, quien naciera el 21 de septiembre de 1918. Fue, además, un actor teatral, articulista de prensa y un relevante editor en su país de revistas y libros de otros autores. Publicó en vida varios libros de cuentos, entre ellos: Varia invención (1949), Confabulario (1952), Palíndroma (1971), Bestiario (1959). En 1963 publicó la novela fragmentaria La feria. Sus textos publicados en el diario El Sol de México se reunieron en el libro Inventario (1976). Fue galardonado por varios premios, por ejemplo, Premio Xavier Villaurrutia 1963, por La feria, Premio Nacional de Periodismo 1977, Oficial de Artes y Letras del Gobierno de Francia 1977, Premio Nacional de Ciencias y Artes (Lingüística y Literatura) 1979, Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 1992.


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El escritor Juan José Arreola - Fuente


Pensaba hoy, ¿cómo es que no le he dedicado un post en esta plataforma a Juan José Arreola? ¡Es imperdonable! Y ahora quisiera resarcir esa falta.

Amante del cuento breve (que ahora prefiero llamar microficción, como propusiera mi paisana, lamentablemente fallecida, Violeta Rojo), he sido un seguidor de Arreola. Sus ficciones breves (no siempre lo son) alcanzan una calidad narrativa y temática singular entre nuestros cuentistas. Particularmente, me han atraído su uso de la imaginación cercana a lo natural y cotidiano, su trabajo con la intertextualidad y su agudo dominio de la ironía, esa característica que su paisano Octavio Paz señalara como propia de la modernidad, propia de lo que él llamara “razón crítica”.

Accedemos, por la narrativa breve de Juan José Arreola, a pequeñas joyas de la ficción, entre lo narrativo y lo reflexivo, en las que queda siempre un “más allá”, esa indeterminación propia de la magistral ficción. De la cual es, indudablemente, un artífice único.

A continuación, unos pocos de sus textos breves .


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Fuente


De L’osservatore

A principios de nuestra era, las llaves de San Pedro se perdieron en los suburbios del Imperio Romano. Se suplica a la persona que las encuentre, tenga la bondad de devolverlas inmediatamente al Papa reinante, ya que desde hace más de quince siglos, las puertas del Reino de los Cielos no han podido ser forzadas con ganzúas.


Duermevela

Un cuerpo claro se desplaza limpiamente en el cielo. Usted enciende sus motores y despega vertical. Ya en plena acelaración, corrige su trayectoria y se acopla con ella en el perigeo.

Hizo un cálculo perfecto. Se trata de un cuerpo de mujer que sigue como casi todas una órbita elíptica.

En el momento preciso en que los dos van a llegar a su apogeo, suena el despertador con retraso. ¿Qué hacer?

¿Desayunar a toda velocidad y olvidarla para siempre en la oficina? ¿O quedarse en la cama con riesgo a perder el empleo para intentar un segundo lanzamiento y cumplir su misión en el espacio?

Conteste con toda sinceridad. Si acierta le enviamos a vuelta de correo y sin costo alguno la reproducción del cuadro que Marc Chagall ha pintado especialmente a todo color para los lectores interesados en el tema.


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"Sobrevolando la ciudad" (1918), de Marc Chagall - Fuente


Armisticio

Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación. Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma. Nos veremos las caras en la tierra de nadie. Allí donde un ángel señala desde lejos invitándonos a entrar: Se alquila paraíso, en ruinas.


Epitalamio

La amada y el amado dejaron la habitación hecha un asco, toda llena de residuos amorosos. Adornos y pétalos marchitos, restos de vino y esencias derramadas. Sobre el lecho revuelto, encima de la profunda alteración de las almohadas, como una nube de moscas flotan palabras más densas y cargadas que el áloe y el incienso. El aire está lleno de te adoro y de paloma mía.

Mientras aseo y pongo en orden la alcoba, la brisa matinal orea con su lengua ligera pesadas masas de caramelo. Sin darme cuenta he puesto el pie sobre la rosa en botón que ella llevaba entre sus pechos. Doncella melindrosa, me parece que la oigo cómo pide mimos y caricias, desfalleciente de amor. Pero ya vendrán otros días en que se quedará sola en el nido, mientras su amado va a buscar la novedad de otros aleros.

Lo conozco. Me asaltó no hace mucho en el bosque, y sin frases ni rodeos me arrojó al suelo y me hizo suya. Como un leñador divertido que pasa cantando una canción obscena y siega de un tajo el tallo de la joven palmera.


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"La dama y el unicornio", en una de las versiones de la pintura medieval - Fuente


El rinoceronte

El gran rinoceronte se detiene. Alza la cabeza. Recula un poco. Gira en redondo y dispara su pieza de artillería. Embista como ariete, con un solo cuerno de toro blindado, embraveciendo y cegato, en arranque total de filósofo positivista. Nunca da en el blanco, pero queda siempre satisfecho de su fuerza. Abre luego sus válvulas de escape y bufa a todo vapor.

(Cargados con armadura excesiva, los rinocerontes en celo se entregan en el claro del bosque a un torneo desprovisto de gracia y destreza, en el que solo cuenta la calidad medieval del encontronazo.)

Ya en cautiverio, el rinoceronte es una bestia melancólica y oxidada. Su cuerpo de muchas piezas ha sido armado en los derrumbaderos de la prehistoria, con láminas de cuero troqueladas bajo la presión de los niveles geológicos. Pero en un momento especial de la mañana, el rinoceronte nos sorprende: de sus ijares enjutos y resecos, como agua que sale de la hendidura rocosa, brota el gran órgano de vida torrencial y potente, repitiendo en la punta los motivos cornudos de la cabeza animal, con variaciones de orquídea, de azagaya y alabarda.

Hagamos entonces homenaje a la bestia endurecida y abstrusa, porque ha dado lugar a una leyenda hermosa. Aunque parezca imposible, este atleta rudimentario es el padre espiritual de la criatura poética que desarrolla en los tapices de la Dama, el tema de Unicornio caballeroso y galante.

Vencido por una virgen prudente, el rinoceronte carnal se transfigura, abandona su empuje y se agacela, se acierva y se arrodilla. Y el cuerno obtuso de agresión masculina se vuelve ante la doncella una esbelta endecha de marfil.


Diálogo con Borges

La última vez que nos encontramos Jorge Luis Borges y yo, estábamos muertos. Para distraernos, nos pusimos a hablar de la eternidad.


Referencias: Arreola, Juan José (1985). Confabulario personal. Colombia: Edit. La Oveja Negra. https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Jos%C3%A9_Arreola https://ciudadseva.com/autor/juan-jose-arreola/cuentos/ https://autores.yavendras.com/juan-jose-arreola/pag2/

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Gracias por su lectura.


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