Son las siete de la mañana, despierto rodeado de infinitos campos de arroz y una paz que abarca todo mi ser. Pensar que estoy en medio de la nada, lejos del estrés y la rutina agotadora me conecta con el entorno y me hace sentir un privilegiado, feliz de poder disfrutar del estar aquí y ahora.
Ayer fue un día duro, estuve dándole a los pedales desde las ocho de la mañana hasta que prácticamente se puso el sol. Recorrimos un distancia de 70 kilómetros, parando a remojarnos en el mar mediterráneo cada vez que teníamos ocasión, haciendo así mucho más agradable el trayecto.
Hoy cogemos un tren que nos lleva de Tarragona a Barcelona, donde nos espera mi hermano. Pasaremos unos días allí, recuperando fuerzas y disfrutando de la familia.
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Parece que a Llop no le acaban de gustar los trenes o simplemente tiene el mismo sabor agridulce que siento yo, ese sabor que siento cada vez que me alejo de mis seres queridos.
Fotografia: @jr006
Feliz día!