La Petición a la Nada - Cartas perdidas en el Desierto

Hola, querida Nada

Te escribo para preguntarte ¿Que se supone que haga ahora? La ansiedad es desesperante como un grito que mis labios se rehúsan soltar, por miedo a que junto a él, salga un alarido de drama que prefieren sepulcralmente callar. Es abrumador sentirse ahogado mientras respiro, y peor aún, no ser capaz de exhalar sabiendo que no existen oídos generosos, solo oídos que se quedan atrapados en una fútil queja. Solo quiero correr, gritar, patalear y volver a correr... huir de este hastío, que pareciera fortalecerse con este silencio que embarga hasta el último rincón de mi pecho. Y ahora en este frenesí, donde le doy vuelta y vuelta a mis pensamientos buscando agua para calmar mi sed, una y otra vez te recuerdo solo a ti, querida Nada, pues siempre te siento donde quiera que voy, y aunque siempre rodeado de rostros, eres siempre tu quien me acompaña. Hoy te escribo a ti, Nada, sabiendo que solo tú escucharás mi sonido, para pedirte que no me olvides, pues cuando me haya ido, tú serás dueño de lo que de mi quede.

Un Corazón abandonado en carne viva.