me apego a la codicia, la codicia sana de desear tener lo necesario y agradecer en el instante al darme cuenta que lo tengo todo, una vida y un vivir que puede ser transformado por migo mismo.
me apego a lo divino porque lo terrenal me agobia, y se me recrudecen las ganas de no haber hecho tanto y tanto, pero me toca estar aquí, viviendo este sufrir aplastante que solo es apaciguado por el alivio constante de esperar en Dios y en su voluntad
, me doy cuenta que los estándares que me he impuesto son altos y la vara que me impulsa, aunque torcida, es la única que tengo, enderezarla con mis acciones correctas, aunque solo sea un paso, es mi deber como pecador y arrepentido.
, me transformo y espero, me arrepiento y continuo, aunque sé que todo lo que pasa a mi alrededor lleva la escoria de los incorrectos, esa que nos salpica y nos nubla con la onda expansiva de la maldad que se filtra por los rincones de nuestra vida sana; solo el respirar profundo y limpiar el parabrisas de nuestra alma, nos hará vivir los últimos minutos de estos tiempos tan viles que son, los tiempos de sufrimiento.