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Cada cual podrá opinar sobre las hazañas de la historia como desee, sinceramente no hay como visitar esta réplica de la Nao Victoria para entender lo que hicieron aquellos marinos españoles hace 500 años, algo más desde que zarparan y aún a falta de unos meses para cuando llegaran a Sanlúcar de Barrameda y posteriormente a su punto de partida en el río Guadalquivir de Sevilla.
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De cerca me pareció diminuta, asusta la aventura que realizaron, no imagino el miedo que sintieran en determinados puntos del planeta con temporales difíciles hoy día para los mega buques de acero y de tamaño colosal, leí que tan solo dieciocho marineros arribaron a destino tras más de tres años de travesía a lo largo de los océanos y tierras nunca antes visitadas, gracias a ellos se pudo medir la longitud real de nuestro planeta en cuanto a cómo rodearlo navegando y con un tiempo estimado donde las familias cambian de vida y las parejas de amistades, el recuerdo en hojas de texto, un cuaderno de bitácora y algún dibujo donde mostrar las civilizaciones, los animales, los paisajes y las maravillas dejadas atrás.
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Grandes nombres salieron de esa expedición, entre ellos Magallanes le dio nombre a un Estrello, Juan Sebastián el Cano le dio nombre a mucho más que un proyecto, un barco escuela o más de una calle de nuestro país, se convirtió en un referente de la navegación que probablemente no disfrutaría en vida. Para este que les escribe la hazaña no se queda pequeña, no me atrevería hoy día a repetirla en semejante cáscara de nuez, eran de otra casta y eran profesionales, por cierto debían ser muy pequeños de tamaño en aquella época, las dimensiones del barco son muy reducidas y apenas caben hombres en ella.
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