Hola amable comunidad de @literatos
Es un placer compartir con ustedes nuevamente, esta vez con la reseña de un libro que he estado leyendo por estos días, se trata de la autobiografía de Mahatma Gandhi, titulada por su autor como “La historia de mis experimentos con la verdad”. La edición que poseo fue publicada por la editorial Arte y Literatura en Cuba en el año 2013.
Portada del libro/ Foto de mi propiedad
Gandhi fue un hombre muy popular debido a su compromiso con la verdad y con su gente. Fue calificado por muchos como un alma grande, y cuando se planteó la posibilidad de publicar este texto tuvo temor de que pudiera parecer arrogante, pero comprendió que era necesario ilustrar el proceso de su crecimiento espiritual.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Gandhi nació en la India británica en 1869 y murió en Nueva Delhi en 1948. Recordemos que fue abogado, gran pensador y político indio, y desde 1918 una figura trascendental del movimiento nacionalista de su país. Rechazaba la lucha armada y predicaba la no violencia como medio para resistir al dominio británico. Lo caracterizó la fidelidad a su conciencia y manera de pensar, su profunda espiritualidad, y su defensa hacia las viejas tradiciones indias. Fue encarcelado en varias ocasiones pero se convirtió pronto en un héroe nacional.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Reclamó con mucha fuerza la independencia de su nación y una vez conseguida trató de transformar la sociedad india al integrar las castas más bajas con las más altas y querer desarrollar las zonas rurales. Nunca llegó a recibir el premio Nobel de la Paz aunque fue nominado en cinco ocasiones. Pero en honor a este gran ídolo, no solo de su país, sino de la grandeza humana, el Gobierno de la India otorga una distinción a destacadas personalidades del mundo denominado El Premio de la Paz de Mahatma Gandhi.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Me ha llamado la atención la sinceridad con la que su autor habla de su búsqueda de la verdad a través de la fe, de cómo una persona debe enfrentar numerosas pruebas para llegar a ese estado superior del ser. Gandhi relata los constantes ayunos de su madre durante su niñez, las enseñanzas de sus tíos y gurús, de cómo decide convertirse en vegetariano y de sus estudios constantes como parte de su afán por hallar su propósito de vida. Es admirable cómo poco a poco va dejando de lado los placeres carnales y se va convirtiendo en una persona consagrada a su fe.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Una de las cosas que me ha sorprendido durante la lectura es el momento en que Gandhi habla de su experiencia en la gran exposición de París en el año 1890. Allí describe la atracción de la feria, en este caso La Torre Eiffel, una construcción de acero que tenía más de trescientos metros de altura, algo muy novedoso para las personas de ese tiempo, ya que muchos se cuestionaban si se podría mantener en pie. Sin embargo él dice:
“No recuerdo nada de la exposición salvo su variedad y magnitud. Tengo un vivo recuerdo de la Torre Eiffel pues subí a ella dos o tres veces. Había un restaurante en la primera plataforma y solo por la satisfacción de poder decir que había comido a gran altura, derroché siete chelines.”
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Ahí también habla de que ignoraba para qué servía en ese momento la Torre Eiffel, pero que cuando se construyó despertó elogios apasionados y agrupó en su contra numerosos detractores, entre ellos Tolstoi. Él decía que la Torre Eiffel era un monumento a la estupidez del hombre y no a su sabiduría. Para Tolstoi la Torre Eiffel era una de las creaciones del hombre bajo la influencia del tabaco. No había en ella arte alguno.
“De ningún modo podría decirse que la Torre Eiffel había contribuido a embellecer la exposición. Mientras somos niños nos sentimos atraídos por los juguetes y la torre era una prueba de que todos somos niños atraídos por chucherías. Para eso solamente servía la Torre Eiffel.”
Foto tomada por mí de la portada del libro La Edad de Oro
Inmediatamente recordé que en el libro La edad de Oro, de José Martí, se hace referencia a la Gran Exposición de París, y me puse a fantasear sobre la posibilidad de un encuentro entre estos dos grandes seres, aunque lamentablemente no llegaron a conocerse. Sin embargo, ambos describen un mismo hecho de diferentes maneras.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Martí nos dice que los pueblos de todo el mundo se juntaron en el verano de 1889 en París, en conmemoración de La toma de la Bastilla en 1789, cien años antes, momento en el que los hombres decidieron no vivir más como esclavos, ya que no podían pensar, no tenían alimento, y los reyes vivían en palacios de mármol. Francia fue el pueblo bravo, el pueblo que se levantó en defensa de los hombres, el pueblo que le quitó al rey el poder. Fue como si acabase un mundo, y empezara otro.
“Eso es lo que Francia quiso celebrar después de cien años con la exposición de París. Para eso llamó Francia a París, en verano, cuando brilla más el sol, a todos los pueblos del mundo.”
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Esta es una una metáfora preciosa que hace Martí de lo que significaba la libertad. La Torre Eiffel fue su símbolo más icónico. Recodemos que nuestro Apóstol fue un periodista e intelectual de alto vuelo, que describe paso a paso lo que fue la exposición de París y créanme que tal parece que uno está presente allí, caminando por entre sus increíbles pabellones y los atractivos como parte del progreso industrial, exhibiendo el fonógrafo de Edison y el espectáculo del Lejano Oeste de Buffalo Bill. Más adelante nos cuenta Martí:
“Vamos a la Exposición, a esta visita que se están haciendo las razas humanas. Vamos a ver en un mismo jardín los árboles de todos los pueblos de la tierra. A la orilla del río Sena, vamos a ver la historia de las casas, desde la cueva del hombre troglodita, en una grieta de la roca, hasta el palacio de granito y ónix. Vamos a subir, con los noruegos de barba colorada, con los negros senegaleses de cabello lanudo, con los anamitas de moño y turbante, con los árabes de babuchas y albornoz, con el inglés callado, con el yanqui celoso, con el italiano fino, con el francés elegante, con el español alegre, vamos a subir por encima de las catedrales más altas, a la cúpula de la torre de hierro.”
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
La Torre Eiffel (inicialmente pensada como temporal) y la Galerie des Machines (una estructura revolucionaria de hierro y vidrio) fueron las estrellas. Podríamos decir que la Torre Eiffel era una analogía a la Torre de Babel, a la que se hace referencia en La Biblia. Esa gran torre que llegaba al cielo y unía a los hombres.
Nos dice más adelante Martí:
“Cien mil visitantes entran cada día en la Exposición. En lo alto de la torre flota al viento la bandera de tres colores de la República Francesa. Por veintidós puertas se puede entrar a la Exposición. La entrada hermosa es por el palacio del Trocadero, de forma de herradura, que quedó de una exposición de antes, y está ahora lleno de aquellos trabajos que hacían con plata para las iglesias y las mesas de los príncipes los joyeros del tiempo de capa y espadón, cuando los platos de comer eran de oro y las copas de beber eran como los cálices. Y del palacio se sale al jardín, que es la primera maravilla. De rosas nada más, hay cuatro mil quinientas diferentes: hay una rosa casi azul”.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Y así, Martí va describiendo los pabellones de diferentes países y lo que posee cada uno, pero sobre todo el momento en que el mundo se unió para celebrar la libertad del propio hombre. Ocupó 96 hectáreas y recibió 28 millones de visitantes.
Cuando leí eso pensé lo maravilloso que hubiera sido que esos dos genios hubieran podido compartir sus experiencias. Seguro que de ahí saldría un buen cuento. Y aunque eso no fue posible, el legado de ambos nos permite comparar, apreciar cómo el ser humano ve el mundo desde perspectivas diferentes, a partir de sus experiencias personales y su cultura.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
Ambos abogaron por la justicia social y la liberación de sus pueblos, pero con métodos distintos: Martí apoyó la lucha armada en Cuba, mientras que Gandhi promovió la desobediencia civil pacífica. Martí tuvo influencia del pensamiento liberal y masónico, mientras que Gandhi se inspiró en el hinduismo, el cristianismo tolstoiano y la filosofía de la no violencia.
Foto tomada de Wikipedia/ Dominio público
En conclusión, no existió un encuentro físico ni correspondencia entre ellos debido a la brecha temporal y geográfica. Sin embargo, ambos son considerados símbolos universales de la lucha por la libertad y la dignidad humana. Si hubieran coincidido en tiempo y espacio, habría sido fascinante ver un diálogo entre el "Mahatma con fusil" (como algunos comparan a Martí) y el "Apóstol de la No Violencia".
Les ha gustado este tema? Déjenme saber en los comentarios. Los leo!
Banner cortesía de @marabuzal
Contenido libre de IA
Traducción al inglés realizada con DeepSeek
English version
Hello dear community of @literatos,
It’s a pleasure to share with you once again, this time with a review of a book I’ve been reading lately: the autobiography of Mahatma Gandhi, titled by the author as The Story of My Experiments with Truth. The edition I own was published by Arte y Literatura in Cuba in 2013.
Book cover / My own photo
Gandhi was a highly regarded man due to his commitment to truth and his people. Many described him as a great soul, and when the idea of publishing this book arose, he feared it might come across as arrogant. However, he understood it was necessary to illustrate his spiritual growth.
Photo from Wikipedia / Public domain
Gandhi was born in British India in 1869 and died in New Delhi in 1948. Remember, he was a lawyer, great thinker, and Indian politician, and from 1918 onward, he became a pivotal figure in his country's nationalist movement. He rejected armed struggle and preached nonviolence as a means to resist British rule. He was known for his unwavering conscience, deep spirituality, and defense of ancient Indian traditions. He was imprisoned multiple times but soon became a national hero.
Photo from Wikipedia / Public domain
He fiercely advocated for his nation’s independence, and once achieved, he sought to transform Indian society by integrating lower and higher castes and developing rural areas. He never won the Nobel Peace Prize, though he was nominated five times. However, in honor of this great idol—not just of his country but of human greatness—the Indian government awards the Mahatma Gandhi Peace Prize to distinguished global figures.
Photo from Wikipedia / Public domain
I was struck by the sincerity with which the author speaks of his quest for truth through faith, how a person must face numerous trials to reach a higher state of being. Gandhi recounts his mother’s frequent fasts during his childhood, the teachings of his uncles and gurus, his decision to become vegetarian, and his constant studies in his pursuit of life’s purpose. It’s admirable how he gradually renounced carnal pleasures and devoted himself entirely to his faith.
Photo from Wikipedia / Public domain
One thing that surprised me while reading was Gandhi’s account of his experience at the 1890 Paris Exposition. He describes the fair’s main attraction—the Eiffel Tower, a steel structure over 300 meters tall, a novelty at the time, as many doubted it would stand. However, he says:
“I remember nothing of the exhibition except its variety and magnitude. I have a vivid memory of the Eiffel Tower, as I climbed it two or three times. There was a restaurant on the first platform, and just for the satisfaction of saying I had dined at such a height, I spent seven shillings.”
Photo from Wikipedia / Public domain
He also mentions that he didn’t understand the Eiffel Tower’s purpose at the time, but its construction sparked passionate praise as well as fierce criticism, including from Tolstoy, who called it “a monument to man’s folly, not his wisdom.” Tolstoy believed the Eiffel Tower was one of humanity’s creations under the influence of tobacco, devoid of any artistry.
“It could not be said that the Eiffel Tower contributed to beautifying the exhibition. As children, we are drawn to toys, and the tower was proof that we are all children attracted by trifles. That was the only purpose the Eiffel Tower served.”
Photo taken by me of the cover of La Edad de Oro
Immediately, I recalled that José Martí’s La Edad de Oro also references the Paris Exposition, and I began fantasizing about a possible encounter between these two great souls—though sadly, they never met. However, both describe the same event in different ways.
Photo from Wikipedia / Public domain
Martí tells us that in the summer of 1889, people from all over the world gathered in Paris to commemorate the centenary of the Storming of the Bastille in 1789—the moment when men decided they would no longer live as slaves, when they could not think freely, had no food, and kings lived in marble palaces. France was the brave nation that rose in defense of humanity, the people who stripped the king of his power. It was as if one world ended and another began.
“This is what France sought to celebrate after a hundred years with the Paris Exposition. That is why France called all the world’s peoples to Paris in the summer, when the sun shines brightest.”
Photo from Wikipedia / Public domain
This is a beautiful metaphor by Martí about the meaning of freedom. The Eiffel Tower was its most iconic symbol. Let’s remember that our Apostle (Martí) was a high-caliber journalist and intellectual who meticulously describes the Paris Exposition—so vividly that it feels like you’re walking through its incredible pavilions, witnessing attractions like Edison’s phonograph and Buffalo Bill’s Wild West Show. Martí later writes:
“Let’s go to the Exposition, this grand gathering of human races. Let’s see in one garden the trees of all the world’s peoples. By the Seine River, let’s see the history of houses, from the cave of the troglodyte man in a rock crevice to the palace of granite and onyx. Let’s climb—with the red-bearded Norwegians, the woolly-haired Senegalese, the top-knotted Anamites, the Arabs in slippers and robes, the silent Englishman, the jealous Yankee, the refined Italian, the elegant Frenchman, the cheerful Spaniard—let’s climb above the tallest cathedrals to the dome of the iron tower.”
Photo from Wikipedia / Public domain
The Eiffel Tower (initially intended as temporary) and the Galerie des Machines (a revolutionary iron-and-glass structure) were the stars. One could say the Eiffel Tower was an analogy to the Tower of Babel from the Bible—a great tower reaching the heavens, uniting mankind.
Martí further writes:
“A hundred thousand visitors enter the Exposition daily. At the tower’s peak, the tricolor flag of the French Republic flutters in the wind. There are twenty-two entrances to the Exposition. The most beautiful is through the Trocadero Palace, horseshoe-shaped, a remnant of a prior exhibition, now filled with the silverwork once crafted for churches and princes’ tables by jewelers of the cape-and-sword era, when dinner plates were gold and drinking cups resembled chalices. From the palace, you step into the garden—the first marvel. There are 4,500 varieties of roses alone, including one that is almost blue.”
Photo from Wikipedia / Public domain
And so, Martí describes the pavilions of different nations and their displays, but above all, the moment when the world united to celebrate human freedom. The Exposition spanned 96 hectares and welcomed 28 million visitors.
Reading this, I thought how wonderful it would have been if these two geniuses could have shared their experiences. Surely, a great story would have emerged. Though it never happened, their legacies allow us to compare and appreciate how humans perceive the world from different perspectives, shaped by personal experiences and culture.
Photo from Wikipedia / Public domain
Both advocated for social justice and the liberation of their peoples, but through different methods: Martí supported armed struggle in Cuba, while Gandhi promoted peaceful civil disobedience. Martí was influenced by liberal and Masonic thought, whereas Gandhi drew inspiration from Hinduism, Tolstoyan Christianity, and the philosophy of nonviolence.
Photo from Wikipedia / Public domain
In conclusion, there was no physical meeting or correspondence between them due to temporal and geographical divides. Yet, both are universal symbols of the fight for freedom and human dignity. Had they coincided in time and space, it would have been fascinating to witness a dialogue between the “Mahatma with a rifle” (as some compare Martí) and the “Apostle of Nonviolence.”
Did you enjoy this topic? Let me know in the comments! I’ll be reading.
Banner courtesy of @marabuzal
AI-free content
English translation done with DeepSeek