No tengo premios, ni exposiciones, ni el respaldo de expertos. No tengo un estilo definido, ni un grupo de colegas que me impulse. Pero tengo algo que no se compra ni se enseña: la necesidad de mirar el mundo con otros ojos. De detenerme donde otros pasan de largo. De encontrar belleza en lo cotidiano, incluso cuando todo parece gris.
Hoy, mientras muchos celebran con sus mejores fotos, yo celebro el hecho de no haberme rendido. Celebro cada salida sola, cada imagen que no gustó pero que me hizo aprender, cada momento en que dudé y aún así seguí. Celebro que, aunque no tenga compañía para un día de fotos, sigo saliendo. Porque la fotografía, para mí, no es un hobby. Es una forma de resistir, de expresar, de existir.
Este día no me encuentra en una galería, pero sí me encuentra comprometida. Y eso también es digno de celebración.
A quienes están empezando, a quienes se sienten solos en este camino, a quienes aún no encuentran su estilo: no están solos. Hoy también es nuestro día.