
Victoria
Mi pequeña y grande niña, desde siempre ha sido entregada a los estudios, a las tareas y a todo lo que sea del ámbito académico; si, estudiar siempre se le ha dado no fácil porque esa no es la palabra correcta, sino que lo hace y lo disfruta porque cada escalón que sube la llena de satisfacción, lo que aprende lo aprecia y se engrandece. Se exige a sí misma bastante, su sentido de la responsabilidad se extiende también al respeto y la disciplina, destacándose en su salón de clase por su buen comportamiento, buena compañera y desempeño académico.
Culmino las etapas de preescolar, primaria y secundaria, excelente sin quejas más que mucho reconocimiento por toda su trayectoria y rendimiento. Así comenzó hace 1 año a estudiar en la Universidad con entusiasmo y la disciplina que la caracteriza, en el área de la salud, Medicina, como lo decía desde pequeña; sigue igual de responsable obteniendo buenos resultados por su esfuerzo.
Sin embargo, Mi princesa así como la llamo desde pequeña, no le gusta hacer otras tareas como los oficios del hogar; no cocina ni se acerca a la candela como dicen en mi pueblo, nada de querer limpiar, ni lavar y trata de mantener un poco de orden en su cuarto que además es su responsabilidad, pero definitivamente no es lo suyo. A veces digo que se tomó muy a pecho el apodo de princesa y soy culpable porque a mi otra hija le digo ratoncita y ella sí es más oficiosa.
Lo cierto es que hoy con 17 años viene con la misma emoción corriendo hacia mí para contarme cuando saca la mejor nota, porque esa es su felicidad total.
