The Message / El mensaje Writing Contest Finish the Tale #29 (Eng-Esp)

As he stood at the airport gate, suitcase in hand, his phone lit up with a message that changed everything: “Urgent, ventilation system failure.” His first impulse was to return a call to the number from which the message came, but the line was busy. He tried not to despair, but no one knew better than him what that meant. He looked at his plane ticket to Abu Dhabi, where he was expected to join the research team at a new molecular biology laboratory. He thought about Lidia, his pregnant wife, and his three-year-old son, who were due to join him in a couple of months. He hesitated. No one knew better than him the implications of a ventilation system failure: “Humanity couldn't bear to live through another pandemic,” he thought… “Lidia…”

Without letting go of his suitcase, Gomero crossed the highway to hail a taxi back to work. Once there, he would have to fix the problem. He still held out hope that it was just a misinterpretation. The chances of such a mistake were extremely low. The research center was on the other side of the city.

He had arrived before the scheduled time. He went up to the floor where the laboratory was located. His colleagues were waiting for him. One of them hurried:

—"Chief, Marcos and Luisa were exposed to the pathogens and the alert was sent; they're inside. The ambulances are ready to transport them, but they need your authorization".

The message he had received when he checked his ticket came from Luisa's phone, who had been left in charge of the team as his substitute.

—I'll take them out.

At that moment, a resounding "no" vibrated from the end of the hallway that led to the laboratory entrance.

—Lidia! What are you doing here?

—You're forgetting that this is my project too.

The woman rushed toward him, broken by tears, but Gomero gently pushed her away. Then, with extreme delicacy, he kissed her slightly swollen belly. The faces were dismayed; the lips were mute.

—Take care of them.

Lidia fell to her knees; she knew what her children represented in that man’s life. After twelve years of marriage, they had only achieved two pregnancies through assisted reproductionreproduction:

—Marcos and Luisa will be well cared for —she pleaded. Think of the children.

But the door had closed. A heartbreaking silence enveloped everything. On the other side of the city, the aircraft bound for Abu Dhabi, was gaining altitude.

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Mientras estaba parado en la puerta del aeropuerto, maleta en mano, su teléfono se iluminó con un mensaje que lo cambió todo: “Urgente, fallo en el sistema de ventilación”. El primer impulso fue devolver una llamada al número de donde provenía el mensaje, pero la línea estaba ocupada. Intentó no desesperarse, mas nadie como él sabía lo que aquello implicaba. Miró su boleto de avión con destino a Abu Dabi, donde lo esperaban para formar parte del equipo de investigación de un nuevo laboratorio de biología molecular. Pensó en Lidia, la esposa embarazada, y en su pequeño hijo de tres años, quienes debían reunirse con él en un par de meses. Vaciló. Nadie como él conocía las implicaciones de un fallo en el sistema de ventilación: “La humanidad no soportaría vivir otra pandemia”, pensó… “Lidia…”.

Sin soltar la maleta, Gomero atravesó la autopista para tomar un taxi que lo llevara de vuelta a su trabajo. Una vez allí tocaría arreglar la falla. Todavía albergaba la esperanza de que se tratara de una mala interpretación. Las probabilidades de un error de este tipo eran realmente bajas. Del otro lado de la ciudad se encontraba el centro de investigación.

Antes de la hora había llegado. Subió hasta el piso donde se encontraba el laboratorio. Sus compañeros lo aguardaban. Uno de ellos se apresuró:

—Jefe, Marcos y Luisa quedaron expuestos a los patógenos y enviaron el aviso, están adentro. Las ambulancias están listas para trasladarlos, pero necesitan su autorización.

El mensaje que le había llegado en el momento de chequear su boleto procedía del teléfono de Luisa, quien había quedado al frente del equipo, como sustituta.

—Los sacaré yo.

En ese momento un “no” rotundo vibró desde el fondo del pasillo que daba a la puerta de entrada al laboratorio.

—¡Lidia! ¿Qué haces aquí?

—Se te olvida que este también es mi proyecto.

La mujer se abalanzó sobre él rota por el llanto, mas Gomero la apartó con suavidad. Luego, con suma delicadeza, besó el vientre apenas pronunciado. Los rostros estaban consternados; los labios, mudos.

—Cuídalos.

Lidia cayó de hinojos, sabía lo que representaban sus hijos en la vida de aquel hombre. Tras doce años de matrimonio solo habían logrado dos embarazos mediante reproducción asistida:

—Marcos y Luisa estarán bien atendidos— suplicó — piensa en los niños.

Pero la puerta había sido cerrada. Un silencio desgarrador lo envolvió todo. Del otro lado de la ciudad, la aeronave con destino a Abu Dabi ganaba en altitud.

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