Supe que había sido elegida cuando los grilletes helados se cerraron sobre mi piel. No eran humanos, claro. Los Colonos llevaban décadas entre nosotros, infiltrados en las sombras, escondidos esperando el momento preciso, preparando su gran obra: la Terraformación Forzosa. Habían llegado de Marte, un mundo agonizante cuya vida perecía, y ahora la Tierra sería su nuevo hogar... aunque eso implicara rehacernos a su imagen.
—No temas —murmuré, clavándome las uñas en las palmas—. Ignora el dolor. No sientas el hambre que carcome tu ADN.
El carcelero (uno de los híbridos, casi humano pero con esa sonrisa de dientes demasiado afilados) se acercó arrastrando los pies sobre el suelo de la nave-nodriza, una estructura biometálica que habían sembrado en el lecho marino.
—¡Has despertado! Él estará complacido —dijo, y su voz sonaba a estática, como si la garganta no terminara de adaptarse al aire terrestre. Retrocedí, pero el crujido de mis huesos reformándose me delató. Había comenzado...
**SEIS HORAS DESPUÉS**
—¡Levántate! —rugió el híbrido—. ¡Es hora de servir al Proyecto!
Salté del lecho de algas sintéticas, ahora sin dolor, ahora *diferente*. Mis venas brillaban tenuemente bajo la piel, como si llevara constelaciones bajo la epidermis. Realmente hermoso.
—Creo saber por qué te escogieron —susurró él, señalando mis manos. Las yemas de mis dedos segregaban un líquido ámbar: el nanobioadaptador. El mismo que convertiría nuestra atmósfera en respirable... para *ellos*.
**EN LA CÁMARA DE ASIMILACIÓN**
El Salón Superior era un útero de tecnología orgánica: paredes palpitantes, máquinas que injertaban químicos marcianos en cultivos terrestres, y ese olor... a hierro y algas podridas. Como si la Tierra ya estuviera muriendo.
—Siéntate —ordenó *Él*, el Primer Colonizador, desde las sombras. Sus ojos, grandes y negros como pozos de petróleo, reflejaban la luz de un modo que hacía imposible mirarlos directamente. Su boca era apenas una rendija. No tenía nariz. ¿Para qué la necesitaría, si pronto nuestra atmósfera sería tóxica para los humanos no modificados?
—Fuiste voluntaria —recordó mientras la aguja de cristal líquido se hundía en mi brazo—. Firmaste el contrato: tu cuerpo a cambio de que tu hermana siguiera siendo *humana*.
Y entonces lo recordé todo: las naves emergiendo de los océanos, los "programas de empleo" para mujeres jóvenes, las sonrisas de los funcionarios híbridos. Nos habían vendido la colonización como un progreso, el paso hacia una nueva era llena de promesas, una simbiosis. Mentira. Ellos no querían compartir el planeta. Querían *reemplazarlo*.
El dolor me atravesó como un relámpago cuando el primer órgano artificial se activó en mi vientre. No era un parásito. Era un *arquitecto genético*, diseñado para reescribirme célula a célula. Pronto, mi aliento sería veneno para los míos. Pronto, ayudaría a terraformar la Tierra... para los dueños originales de Marte.
—¡Malditos colonos! —escupí, pero mi voz ya sonaba extraña, metálica.
Y supe, demasiado tarde, que la verdadera colonización no necesita ejércitos. Solo necesita *voluntarias*.
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https://ecency.com/hive-179291/@es-literatos/concurso-de-relatos-llegaron-los-marcianos?referral=lisandrafc
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