Cuentan los viejos llaneros que hace cientos de años una mujer muy hermosa de cuerpo escultural y grandes ojos azules llamada Candelaria llegó para volver a todos los hombres locos en el pueblo pero que pronto se enamoró de un hombre recio y faculto llamado Esteban con quien se casó al poco tiempo. De esta unión alcanzaron a nacer dos hijos hombres, el primero llevó el nombre de Sigifredo y el segundo heredó el de su padre, Esteban.
Pero no todo era felicidad en la vida de esta mujer ya que su marido, se alistó para ir al San Pascual Bailón, nombre que se le da en el llano a las fiestas sabaneras, pero por razones que solo él sabía, no quiso llevar a Candelaria, por lo que Candelaria tomó un hacha de rajar leña y en presencia de sus dos hijos mató a su esposo, obligando a sus dos retoños a ayudar para enterrarlo en la sabana.
Doña Candelaria al quedar viuda se dedicó a levantar a sus dos hijos, hasta que Sigifrido, su hijo mayor, alcanzó la edad de catorce años y se convirtió en un elegante joven de ojos azules. La mujer comenzó a dormir en la misma cama con el muchacho hasta convertirlo en su amante. Pasado el tiempo, Esteban, el hijo menor alcanzó los catorce años, por lo que la depravada mujer intentó tomarlo también como su amante, pero siendo rechazada por el chico lo que causó tal decepción en la mujer al punto de decir que si no era para ella no sería para ninguna otra mujer.
Con el pasar del tiempo la viuda Candelaria murió y al subir a rendirle cuentas al señor Supremo. Este la castigó condenándola a errar por las sabanas convertidas en bola de fuego, que pierde a los caminantes. La bola de fuego se acerca a al caminante solitario, el cual debe maldecirla ya que cualquier rezo la atrae. Otra forma de evitar la persecución es llevando el cabo de soga arrastrando, como también desmontarse del caballo y tenderse boca abajo hasta que se aleje.
En cuanto a la frecuencia de su aparición se dice que la bolefuego es constante en la semana del concilio (semana antes de semana santa y que se denomina en el llano como la de buscar comida). También aparece con frecuencia en los meses de verano, por lo que se ha considerado que es un producto de la ilusión óptica, producida tal vez por el reflejo del sol en las secas sabanas de Arauca.