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A veces, simplemente hay que dejarse llevar, permitir que la vida te sorprenda y disfrutar de esos pequeños y reconfortantes momentos.
¡Hola, foodies!Tiempo sin pasar por aquí. Después de unos días muy complicados con mi mamá en el hospital, volver a casa y a la rutina —o, mejor dicho, a una nueva rutina— se siente como la calma después del huracán. Reincorporarme al trabajo y a la creación de contenido ha sido agotador, pero a la vez, lo estoy disfrutando. La historia que les traigo hoy está llena de caos, mal clima y de esos momentos que te calientan el alma. El momento perfecto para tomarme un respiro es justo después de mis guardias. Ese viernes, salí del servicio como de costumbre, aunque mi turno se extendió media hora más de lo debido (cosas que pasan en el área de salud) con la premura de la mañana, no tuve tiempo de desayunar, así que decidí caminar hasta el centro comercial más cercano para comer algo rápido antes de ir a casa. Para mi sorpresa, se desató un diluvio antes de que pudiera llegar a la entrada. Me mojé pantalones y zapatos mientras corría, y una vez adentro, intentando secarme, la situación empeoró. Subí al área de comida y, en cuestión de segundos, la señal del teléfono falló y la electricidad se fue 😱. Estaba empapada, hambrienta y preocupada,¿podría estar peor? la ciudad entera se había quedado a oscuras. Solo me quedaba una opción: dejar que las cosas fluyeran. No podía pedir un taxi por app, no tenía efectivo para un autobús… La única solución era encontrar un lugar para descansar, comer algo y rezar para que mi mamá estuviera bien. En la penumbra de la feria de comida, vi un pequeño restaurante de pastas y pizzas, uno nuevo que aún no conocía. Me acerqué y pude hacer un pedido,algo básico y sencillo: unos linguini con salsa amatriciana. En menos de 15 minutos, escuché mi nombre. Mi sorpresa fue inmensa: un bowl humeante, con una pasta caliente y aromática que se veía increíble, acompañada de trozos de focaccia. La lluvia continuaba, pero más suave, mientras decidí soltar las preocupaciones que no podía controlar. Me concentré en disfrutar cada bocado: la pasta firme, una salsa de tomate suave y sedosa con un toque de acidez perfecto, un queso que realzaba el sabor y trozos de tocineta que complementaban este plato sencillo, pero increíblemente reconfortante. Como siempre digo, "lo básico no es tan básico". Así, con el relajante sonido de la lluvia de fondo, disfruté de este plato. Por un momento, olvidé mis preocupaciones, incluso mis pantalones mojados. Finalmente, la electricidad regresó, pude tomar fotos del lugar y llegar a casa. Fue un recordatorio de que, cuando sueltas el control, la vida te sorprende con pequeños tesoros en lo cotidiano.
¿Cuál es la receta que consideras como una abrazo cálido?
When life gets tough, a plate of pasta solves everything.
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When life gets tough, a plate of pasta solves everything.”