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While he was at the airport gate, suitcase in hand, his phone lit up with a message that changed everything. But at that moment he was unable to identify the sender or content, he only managed to put the cell phone in one of the pockets of his jeans and protect himself from the persistent drizzle that, since midday, began to soak the city.
Finally entering the large waiting room of the terminal, he advanced a few more meters to find a place on the uncomfortable metal seats. The place was crazy. "At least the flight will leave on time" - he thought. Once in the seat he remembered the unexpected message. He took out his cell phone to try to figure out the matter.
—Are you busy?— interrupted a fat woman who was carrying a child of about two years old.
-I don't believe it. “Settle down,” he said, leaving his cell phone.
—Help me, please? —begged the woman who not only carried the weight of the child but also had too much luggage. Diligent as he was, he took care of the packages.
Back in his seat, he grabbed the phone but the little boy next to him started whining. "I think he's hungry," he suggested as he typed the access code to unlock the screen.
"What's happening is that it's strange," the lady replied. "It could be that he senses that we won't be returning." "Those of us who are here are those who are gone forever," he sighed. "What about yours?" Is it final?
The sudden question was like a blow —Maybe... I don't really know...—he could read the "message from Lilian" notification.
The little boy's crying was in crescendo, mixing with the ambient bustle of the hundreds of people waiting to board their flight. It was quite annoying, very much so.With resignation he postponed the reading once again. "Lilian dear, you will have to wait. Will you have the patience that I am lacking now?"
He took the child in his arms to calm him before the frustrated attempts of the lullabies and the little horse on the mother's knees.
Half an hour later, the little man had adapted to the space, he had seen a plane with total joy, the red lights flashing with his face pressed to the glass that showed the runway.
"Lilian, how I wish you were here, not having to take the plane, send everything to hell, walk the coast with you, drink cold coffee, dance salsa in that bar... I'm the one who misses our perfect days! The memories began to pile up... She remembered the message while the baby, tired, had laid his head on her shoulder and was sleeping. With great care she placed him in the mother's lap and when she put her hand in her pocket she heard the sweet voice from the loudspeaker:—Dear passengers, flight 311 is delayed due to bad weather conditions. We apologize for any inconvenience this unforeseen event may cause. We will keep you informed about the schedule.
"Ugh! It was already a rarity for something to work well! Of course, this doesn't happen in Paris!
Between anger and boredom, he reviewed Lilian's happy message. "This woman is a bomb. What things can she think of!"—an almost happy smile began to emerge even when the planes continued to stop in the rain.
Thus, smiling, he accidentally looked up and right in front of him was a red umbrella, still open, dripping under the roof and the big brown eyes of that woman who looked at him like no one had ever done before or since.
I hug her tight, it was a very long hug. On the screen of the device abandoned on the seat a phrase shone: "We will always have Paris, somewhere."
Hello friends!
With this story I make my entry to Contest #29, about which you can have more details by clicking the call link:
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It is my hope that you connect with this story and leave me your criteria. It will be a pleasure to read them.
We meet another time.
I leave you hugs of light!
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Mientras estaba en la puerta del aeropuerto, con la maleta en la mano, su teléfono se iluminó con un mensaje que lo cambió todo. Pero en ese momento no consiguió identificar remitente ni contenido, solo atinó a guardar el móvil en uno de los bolsillos de su jean y a protegerse de la pertinaz llovizna que, desde el mediodía, comenzara a empapar la ciudad.
Internándose, por fin en el amplio salón de espera de la terminal, avanzó unos metros más para encontrar sitio en los incómodos asientos metálicos. El lugar era una locura. "Al menos el vuelo saldrá en hora"- pensó.
Una vez en el asiento recordó el mensaje imprevisto. Sacó el móvil para tratar de descifrar el asunto.
—¿Está ocupado?— interrumpió una señora gruesa que cargaba a un niño de unos dos años.
—No lo creo. Acomódese usted— dijo dejando el móvil.
—¿ Me ayuda, por favor?—suplicó la mujer que no solo llevaba el peso del chiquillo sino que, además, tenía demasiado equipaje. Diligente como era, se hizo cargo de los bultos.
Nuevamente en su asiento, tomó el teléfono pero el pequeño a su lado comenzó a lloriquear.
—Me parece que tiene hambre— sugirió mientras tecleaba la clave de acceso para desbloquear la pantalla.
—Lo que pasa es que extraña— respondió la señora—Será que presiente que no regresaremos. Los que estamos aquí somos de los que nos vamos para siempre- suspiró— ¿Y lo suyo? ¿Es definitivo?
La pregunta repentina fue como un masazo— Quizás... En realidad no sé...—pudo leer la notificación "mensaje de Lilian".
El llanto del pequeño iba in crescendo, mezclándose con el bullicio ambiental de los cientos de personas que esperaban para abordar su vuelo. Era bastante molesto, mucho.
Con resignación pospuso una vez más la lectura. "Lilian querida, tendrás que esperar. ¿Te alcanzará la paciencia que me está faltando ahora?"
Tomó al niño en brazos para calmarlo ante los frustrados intentos de las nanas y el caballito sobre las rodilllas de la madre. Media hora más tarde, el hombrecito se había adaptado al espacio, había visto un avión con total alborozo, las luces rojas intermitentes con el rostro pegado al cristal que mostraba la pista.
"Lilian, ¡cómo quisiera que estuvieras aquí, no tener que tomar el avión, mandarlo todo al infierno, recorrer contigo la costa, beber café frío, bailar salsa en aquel bar...¡ Soy yo quien extraña nuestros días perfectos!. Las memorias comenzaron a amontonarse... Recordó el mensaje mientras el bebé, cansado, había recostado la cabeza en su hombro y dormía. Con sumo cuidado lo entregó en el regazo de la madre y cuando llevaba la mano al bolsillo escuchó la dulce voz desde el alto parlante:—Estimados pasajeros, el vuelo 311 se encuentra demorado a causa de las malas condiciones del clima. Rogamos nos disculpen por las molestias que este imprevisto pueda ocasionar. Les mantendremos informados sobre la programación.
"¡Uf! ¡ Ya era una rareza que algo funcionara bien! ¡Claro, esto no pasa en París!
Entre colérico y hastiado, revisó el dichoso mensaje de Lilian."Esta mujer es una bomba ¡Qué cosas se le ocurren!"— una sonrisa casi feliz comenzó a esbozarze aún cuando los aviones continuaban detenidos bajo la lluvia.
Así, sonriente, levantó sin querer la vista y justo delante suyo estaba un paraguas rojo, todavía abierto, escurriendo bajo techo y los grandes ojos café de aquella mujer que lo miraba como nunca nadie lo había hecho, antes o después.
La abrazo fuerte, era un abrazo larguísimo. En la pantalla del artefacto abandonado en el asiento brillaba una frase: "Siempre nos quedará París, en algún sitio".
¡Hola, amigos!
Con esta historia hago mi entrada al Concurso #29, sobre el cual podrán tener más detalles pinchando el link de convocatoria :
https://ecency.com/hive-133311/@ecency-star/writing-contest-finish-the-tale-2bed5134b9165
Es mi deseo que conecten con este relato y me dejen sus criterios. Será un placer leerles. Nos encontramos en otra oportunidad. Les dejo abrazos de luz.
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