# Huele a Navidad señores
Hoy, todo parecía cuesta arriba, fue un día atravesado por el caos y la incertidumbre. Tenía mi segunda cita con el psicólogo en Petare a las 9:00 am, y salí de casa con la intención de cumplir un compromiso conmigo misma. Pero desde temprano, el día se torció. En la parada de Guarenas no había buses de la ruta para Petare, la espera se volvió larga, bajo un cielo indiferente, como si el tiempo no quisiera avanzar. Llegó una chalana inmensa que prometía ser la solución, pero fue otra trampa del tiempo, para demorar mi llegada.
Le escribí a la secretaria para avisar que llegaría tarde, pero en el fondo ya sabía que el tiempo me ganaba la partida, ya eran más de las 9:00 am, no tenía otra salida, solo ir y afrontar la realidad con sus consecuencias.
Cada minuto que pasaba era un peso en el pecho, que me aprisionaba. La ansiedad crecía como una marea que amenaza con desbordarse, la impotencia me hizo dudar y retroceder en mi plan de avanzar. Me bajé del bus, con los nervios desbordados, y empecé a caminar con el cuerpo cansado y el alma revuelta, para agarrar otro bus que iba a Caracas, pero llegaba directo a los Dos Caminos, su ruta es por la autopista de la cota mil, no entraba a Petare. Cuando bajé de la unidad sentí que perdía algo más que la puntualidad: perdía un poco de mi calma y mi control.
En Caracas, el tráfico terminó de romper lo poco que quedaba de mi paciencia. La ciudad me exigió caminar, enfrentar el tráfico, enfrentarme a mí misma en medio del ruido y el bullicio. Llegué a Petare tarde, con palabras de disculpa en la boca y la frustración a flor de piel. Reagendé la cita, aunque sentía que la derrota ya se había instalado en el día.
Decidí entonces ir al Centro Comercial Milenium que queda en Dos Caminos, a comprar una memoria para el teléfono y luego irme a casa. Un acto simple, casi automático en un rincón inesperado del centro comercial, donde la Navidad se hizo presente y al entrar, algo cambió en mí. Caminé por los pasillos sin apuro, dejándome llevar. Y fue ahí, entre luces y vitrinas, donde lo sentí: huele a Navidad.
Entonces, enfoque mi espíritu no en la cita, no en el control, sino en la luz tenue y las decoraciones que hablaban de esperanza y de renacer. Entonces dije: Huele a Navidad, y ese olor no es solo un olor común o cualquiera, es el aroma de la espera paciente, del anhelo profundo de encontrar paz en medio del caos.
Señores en Mango Bajito ya estaban los adornos navideños, las luces suaves, los colores que anuncian diciembre incluso cuando aún faltan menos de 100 días para Navidad. Y de pronto, sin aviso, mi espíritu empezó a cambiar. Era como si ese aire distinto, ese olor a fiesta, a nostalgia, a infancia y esperanza, empezara a tocarme por dentro. La ansiedad se fue deshaciendo lentamente, y en su lugar, algo cálido empezó a crecer: alegría, calma y ese sentimiento que me mantenía en pie, era un no sé qué, que despertó mi espíritu navideño.
No se trata solo de luces o adornos. La Navidad tiene una forma sutil de colarse en el alma, de recordarnos que aún en los días más duros, hay cosas por las que vale la pena esperar. Que el caos no borra los momentos de belleza. Que siempre hay tiempo para volver a empezar.
Hoy no fue el día que esperé, me tropecé y quizás caí… Pero también fue un día en que comprendí que, incluso entre tropiezos y retrasos, el corazón puede buscar nuevamente su cauce y reencontrarse consigo mismo. Que a veces, basta con oler la Navidad para saber que un pedacito de ti va a estar bien.
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### Espero que te haya gustado🥰🥰🥰
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By: @maleidamarcano
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*Gracias por leerme...*
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*Hasta un próximo encuentro Hivers LOVE*
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Todos los derechos reservados de Autor.
Maleida Marcano/@maleidamarcano.
Las Fotografías son de mi exclusiva propiedad, de mi álbum familiar y fueron tomadas por mi teléfono mi Honor X6 Plus.
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ENGLISH VERSION (click here!)
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# It smells like Christmas, folks
Today, everything seemed to be an uphill battle. It was a day marked by chaos and uncertainty. I had my second appointment with the psychologist in Petare at 9:00 a.m., and I left home with the intention of fulfilling a commitment to myself. But from early on, the day took a turn for the worse. At the Guarenas bus stop, there were no buses going to Petare, and the wait became long under an indifferent sky, as if time did not want to move forward. A huge bus arrived that promised to be the solution, but it was another trap of time, delaying my arrival.
I wrote to the secretary to let her know I would be late, but deep down I already knew that time was beating me. It was already past 9:00 a.m., and I had no other choice but to go and face reality with its consequences.
Every minute that passed was a weight on my chest, suffocating me. Anxiety grew like a tide threatening to overflow, and helplessness made me doubt and back away from my plan to move forward. I got off the bus, my nerves on edge, and began to walk with a tired body and a troubled soul to catch another bus going to Caracas, but it went directly to Dos Caminos, its route was along the Cota Mil highway, and it did not go through Petare. When I got off the bus, I felt that I was losing more than just my punctuality: I was losing a little of my calm and my control.
In Caracas, the traffic finished off what little patience I had left. The city forced me to walk, face the traffic, face myself amid the noise and bustle. I arrived in Petare late, with words of apology on my lips and frustration bubbling to the surface. I rescheduled the appointment, even though I felt that defeat had already set in for the day.
I decided to go to the Milenium Shopping Center in Dos Caminos to buy a memory card for my phone and then go home. A simple, almost automatic act in an unexpected corner of the mall, where Christmas was in the air, and as I entered, something changed in me. I walked through the aisles without rushing, letting myself go. And it was there, among the lights and shop windows, that I felt it: it smells like Christmas.
So I focused my spirit not on the appointment, not on control, but on the soft light and decorations that spoke of hope and rebirth. Then I said: It smells like Christmas, and that smell is not just any ordinary smell, it is the scent of patient waiting, of a deep longing to find peace in the midst of chaos.
Gentlemen at Mango Bajito, the Christmas decorations were already up, the soft lights, the colors that announce December even when there are still less than 100 days to go before Christmas. And suddenly, without warning, my spirit began to change. It was as if that different air, that smell of celebration, of nostalgia, of childhood and hope, began to touch me inside. The anxiety slowly melted away, and in its place, something warm began to grow: joy, calm, and that feeling that kept me going, it was something I couldn't quite put my finger on, that awakened my Christmas spirit.
It's not just about lights or decorations. Christmas has a subtle way of creeping into your soul, reminding us that even on the hardest days, there are things worth waiting for. That chaos does not erase moments of beauty. That there is always time to start over.
Today was not the day I expected, I stumbled and perhaps fell... But it was also a day when I understood that, even amid stumbles and delays, the heart can find its way again and rediscover itself. That sometimes, just smelling Christmas is enough to know that a little piece of you is going to be okay.
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### I hope you liked it 🥰🥰🥰
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By: @maleidamarcano
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Thanks for reading...*
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*Until a next meeting Hivers LOVE*
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All rights reserved Author.
Maleida Marcano/@maleidamarcano.
The Pictures are my exclusive property, from my family album and were taken by my phone my Honor X6 Plus.
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