El Bienestar de Maxxy es el nuestro

Maxxy no es solo mi perrito, es un pedacito de alegría que late con fuerza en mi vida, tras la muerte de mi hija Valentina, se ha convertido en mi compañero para afrontar el duelo.

En sus ojos encuentro la pureza de un amor que no juzga ni pide nada más que cariño, me mira cuando estoy triste, solo me acompaña en mi estado, consoladome allí sentado, como expresando yo estoy aquí, todo va a estar bien.

Su presencia me recuerda que aunque este en momentos oscuros en mi vida, que la verdadera felicidad se halla en los gestos simples, en esa compañía en silencio: un movimiento de cola que me hace robar una sonrisa, una mirada que abraza, que tan solo me alegra mis día.

Desde que lo recibimos, lo amamos como un hijo, lo cuidamos para que este saludable.

En cada paseo juntos, siento que su espíritu curioso me enseña a mirar el mundo con asombro, a mirar mi alrededor, tan solo a contemplar la naturaleza. Y les confieso, que en cada juego, me invita a soltar las preocupaciones, a liberar mis pensamientos y vivir el presente, sin más y sin menos.

En cada comida, me recuerda la importancia de nutrir el cuerpo para tener energía, aunque no quiera; y en su descanso tranquilo, aprendo el valor de la calma y el silencio, que también necesitamos recuperar las energías para seguir adelante.

Maxxy me enseña que la vida se construye con rutinas de amor, tiempo para reír, para explorar, para cuidar y para descansar. Él me muestra que sentirse querido no es un lujo, sino una necesidad tan vital como respirar, es mi mayor fuerza que me impulsa a seguír en la vida.

Al mirarlo dormir, con su respiración serena y su paz contagiosa, comprendo que en el amor que nos damos mutuamente está el verdadero hogar, en esa tranquilidad que nos abriga y la paz que genera estar entre nosotros cuidándolo con amor, para priorizar su bienestar y la felicidad nuestra de verlo feliz y contento.