🫂 Entre la Tristeza y la Esperanza |Reflexión Original de Marabuzal [EXCLUSIVO EN ESPAÑOL]

✳️ Saludos, Holos Lotus!!! 🫂 Deseando a todos los integrantes de esta #comunidad, salud prosperidad y crecimiento personal!!!!

Ando triste. Y sé que hay que buscar en la tristeza los resortes de los caminos que llevan a la dicha. Estoy triste por los demás de mi barrio. una demencial crecida del río inundado por el huracán Melisa ha dejado a muchas familias sin hogar... ando triste y comparto mi tristeza contigo caro lector.... Esta tristeza, debo confesártelo, no es luto estéril que consume en la autocompasión. Es como una tristeza, una punzada que me recuerda la fragilidad de lo tangible y, al mismo tiempo, la magnitud de lo humano. He visto el rostro de Melisa, el huracán demente, y no era el viento, sino el lodo. El lodo que lo cubrió todo, que llenó los zapatos de los niños, que se incrustó en las fotografías familiares y borró los umbrales de las casas.

El río, que siempre fue el alma del barrio, se convirtió en un monstruo de agua parda, robándonos no solo las paredes, sino el sentido de la permanencia. El primer día, solo había murmullos y lágrimas. El segundo, la gente se puso de pie, con la ropa empapada y el corazón en la mano. Y te digo, querido lector, que la imagen más hermosa que he visto en mi vida es la de una fila de vecinos, sin esperar indicaciones, pasando de mano en mano los tablones rescatados, el primer sorbo de agua limpia, el único clavo que encontraron en los escombros. Esto es la química de la resiliencia. El ser humano se niega a ser definido por su tragedia. Nos negamos. Vi a una anciana sentada sobre lo que quedaba de su sillón favorito. El sillón estaba irreconocible, cubierto de barro y musgo. No lloraba por él sino porque el fango había tapado el azulejo donde, décadas atrás, su difunto esposo había escrito: "Aquí comienza nuestro hogar". Un gesto simple, un recuerdo poderoso. Un muchacho, de pelo largo y tatuajes, se arrodilló a su lado, no dijo una palabra, solo comenzó a raspar el barro con sus propias manos, con una delicadeza abrumadora. Cuando encontró la inscripción, Doña Consuelo no le dio las gracias; lo abrazó con una fuerza que hizo temblar el corazón del barrio entero. En ese abrazo, lector, estaba la reconstrucción de lo invisible.

La tristeza nos ha desnudado, pero al hacerlo, nos ha mostrado lo esencial: somos más que nuestras casas. La prioridad es el aliento, el trago de café que lleva la poesía de la esperanza, de la vida... Luego, está la fase más ardua, la de levantar muros de cooperación vecinal, de vigilancia mutua, de un destino compartido desde el fondo de la tristeza. La comunidad que el huracán quiso disolver renace como una familia de sangre nueva, unida por la cicatriz del desastre. La dicha no es la ausencia de tristeza; es la victoria diaria de elegir el apoyo sobre el abandono, la mano tendida sobre la espalda gacha. Y esa elección, créeme, la estamos haciendo todos los días en mi barrio. Para continuar este camino de esperanza y acción, me gustaría explorar contigo la mejor manera de organizar la ayuda psicológica y emocional para los niños de mi barrio. ¿Se te ocurre algo?