Hoy escribo este post llena de nostalgia y de gran orgullo. Y sé que quizá siempre escribo y repito lo mismo. Claro está que no es que haya cambiado de ciudad o de hospital, sigo en los mismos pasillos, con las mismas paredes desgastadas y las noches largas. Pero algo en mí se ha transformado. Este año, el tercero de la residencia, me ha dolido, me ha retado, me ha exigido… y también me ha mostrado de qué estoy hecha.
Ser R3 no es solo tener más responsabilidades. Es ser puente. Entre el caos y la calma. Entre los que apenas comienzan y los que ya se van. Es tomar decisiones que pesan, sostener a otros cuando estás agotada, y seguir adelante aunque sientas que no das más. Eres una especie de guía, que en el fondo aún busca de donde guiarse para poder guiar a los demás con algo de lógica, toda una montaña rusa de sensaciones.
He aprendido a confiar en mi criterio, a escuchar con más atención, a hablar con más firmeza y, sobre todo, a reconocer mi propio valor, he descubierto que mi ojo clínico se ha desarrollado y que la intuición no me falla. He notado lo mucho que he crecido en estos 2 años y medio. No soy la misma que entró temblorosa ese primer día de R1, con la bata todavía dura y los nervios a flor de piel. Hoy me miro y, aunque a veces me sienta cansada o insegura, también me veo fuerte, centrada, comprometida.
Estoy orgullosa de lo que he construido, dentro y fuera de mí. Orgullosa del camino recorrido, de los días que lloré en silencio en el baño, de las veces que no supe qué hacer pero igual me quedé. De las decisiones difíciles, de los diagnósticos acertados, de los abrazos que calmaban a un paciente y, sin saberlo, también a mí.
Estoy orgullosa de lo resiliente y valiente que soy, no ha sido un camino sencillo y sin embargo, he podido con cada reto que se me ha puesto en esta carrera, y eso me hace sentir como una súper heroica, me llena de felicidad saber que mi fortaleza, y mi fuerza me han llevado lejos.
Este post no es para decir que ya lo logré todo. Es para abrazar lo que he logrado hasta ahora. Porque a veces nos cuesta detenernos a reconocer lo lejos que hemos llegado. Es un recordatorio de que aunque muchas veces dude de mis capacidades, estoy aquí a escasos días de lograr la meta. Y es un precedente que me impulsa a querer ir por más, mucho más, porque entendí que nada es imposible si de verdad me lo pro pongo.
Hoy, quiero decirlo en voz alta: Estoy orgullosa de mí. Y eso también se vale. reconocer cosas positivas en ti mismo no es narcisismo, es justo y necesario
Mi reflexión final es que pase lo que pase siempre hay que confiar en nosotros mismos, en nuestra intuición, en nuestras capacidades, porque si hay algo que de verdad deseas, y te lo propones trazas todos los caminos necesarios para alcanzar ese sueño, créeme que cuando te esfuerzas por ello, las puertas se te van abriendo solitas.
En fin, esta fue mi pequeña publicación de auto motivación del día, nos vemos en una siguiente publicación. Por los momentos me despido, nos vemos en la siguiente publicación
PD: Todas las fotografías fueron tomadas desde mi dispositivo móvil modelo IPHONE 12 y editadas en La aplicación de canva. El logo fue diseñado para la promoción 35 de pediatras puericultores y cuento con permisos para su publicación