Elegir a los padrinos de nuestra promoción no fue una decisión cualquiera. No queríamos nombres por compromiso ni homenajes vacíos. Queríamos algo que nos representara, que dijera quiénes somos, lo que vivimos y lo que soñamos. Personas que en estos tres años nos brindaron algo positivo, muchos nombres resonaron pero al final solo quedaron personas que son todo que ver con esta promoción 35 de pediatras puericultores.
Como buenos pediatras y con un poco de ayuda de la inteligencia artificial, nació la idea: ¿por qué no elegir personajes de películas para personalizar a cada padrino? No fue un juego, fue una forma muy nuestra de narrar la historia que compartimos con ellos.
Porque en medio de guardias infinitas, diagnósticos inciertos y emergencias a deshoras, también vivimos momentos que parecían sacados de una película. Y entre todo ese caos, hubo personas que nos enseñaron, nos guiaron, nos cuidaron… y se convirtieron en nuestros héroes cotidianos, lo que les confirió el título de padrinos.
Así que transformamos a ese médico sabio y sereno en Gandalf, porque con solo mirarnos sabía si debíamos insistir o detenernos. A la que nos empujó a ser valientes la vimos en Mulán. Y al que nos enseñó con ternura lo imaginamos como mufasa, el rey leon. Cada padrino se volvió un personaje, y cada personaje nos ayudó a contar lo mucho que significaron para nosotros.
Al final, convertimos nuestra ceremonia en una historia. Una muy pediátrica, muy sentida, muy nuestra.
Porque ser R3 no solo fue aprender medicina. Fue aprender a narrar, a cuidar, a agradecer, a despedir. Fue entender que uno no llega al final del camino sola, que se necesita de otros —maestros, amigos, pacientes— que caminen contigo, aunque sea un rato.
Y si algo me llevo de este año, es esto: Las historias más bonitas no se escriben con tinta, se escriben con gente. Y yo tuve la suerte de estar rodeada de personajes maravillosos.
Hoy celebro el cierre de un ciclo, pero sobre todo celebro el poder de transformar la rutina en relato, el cansancio en orgullo, y a los acompañantes en leyendas. Porque al final del día eso es lo que amo de mi especialidad, lo bonito y sensible de la pediatría.
Si tú también estás transitando una etapa difícil, busca a tus personajes. Esos que te inspiran, que te sostienen, que te enseñan. Y si ya los encontraste, díselo. A veces una simple palabra de gratitud también puede convertirse en parte de una gran historia. No se necesitan grandes detalles, solo ingenio y mucha creatividad.
Gracias por ser parte de esta historia, aprecio la compañía digital por este medio desde que soy estudiante de medicina.
Por los momentos me despido, con el corazón lleno de amor y felicidad. Nos vemos en la siguiente publicación.
PD: Todas las imágenes son de mi propiedad, tomadas desde mi dispositivo móvil I Phone 12 y editadas en canva