Amigos de #Grennzone que bueno es siempre volver a casa y si es con una invitación como la de nuestra querida @marpasifico mucho mejor. Aquí le echo el cuento. Una historia hermosa, dolorosa en extremo y que espero que les guste.
Sobre el Nivel del mar
La madre camina con paso largo pero firme. La costa está lejos aunque ya el viento roza sus caras, son las mismas piedras, los mismos arbustos pero secos entonces. El hijo intenta seguirla tropezando, las sandalias le quedan un poco grandes y el aire hace que el short le ondee como una falda. -Apúrate Elvis. Que muchacho tan flojo, murmura, ese nombre nunca me gustó, no es para un niño, él tampoco es como deben ser los varones y la culpa es del padre, lo consiente demasiado. Nunca me entiende. “Deja al muchacho mujer, que es solo un niño”, cada vez que lo escucho hablarme así, me dan ganas de que se muera, que se mueran los dos. No llores más y apúrate, hoy te vas a hacer un hombre de verdad, aprendes o te ahogas. - “Seguro que está fría”, piensa Elvis y apura el paso. La madre está enojada, un muchacho con esa edad que no sabe nadar y tampoco quiere aprender, es irritante. Elvis mira las olas cada vez más cerca. Piensa que el agua está helada. -“Mamá cree que no se nadar y no es verdad, ya casi floto”. Da brazadas, sacude los pies, solo que no puede hacer las dos cosas al mismo tiempo. La madre lo mira fijamente. -Si te caes al mar, te ahogas. -Pero tú o papá me salvarían ¿verdad? Tu papá no va a estar siempre para cuidarte como a una niña, tienes que aprender, cualquiera lo hace más rápido que tú. A partir de ahora te voy a poner mano dura. Siempre fuimos muy flojos contigo. Vivimos en una Isla Elvis, tu padre es pescador y tú luces como una niña con miedo al agua. Tienes que hacerte un hombre o te ahogas. Se quita el short y salta, el fondo es suave, camina hasta que el agua le llega a la cintura, está fría piensa. No quiere mojarse completo, levanta los brazos y se pone de puntillas pensando que todo terminará pronto y podrán volver a la casa. - Nada muchacho, coge impulso y húndete, que no es tan difícil. Se deja caer hacia delante, manotea, mueve los pies y sigue sin entender por qué no avanza. - Quizás no estoy hecho para nadar. Ella mueve la cabeza, mira para el cielo pidiendo paciencia. Cuatro, cinco, nueve brazadas y la madre aplaude, ¡Muy bien Elvis, sigue, sigue así! Llegó a dar nueve brazadas pero sin que le acompañaran las piernas y sin ir lejos. Ella lo seca animada y lo ayuda a vestir. - Ven vamos hasta el muelle. Elvis la sigue vacilante, ella se sienta en el borde y deja colgar las piernas sobre el agua oscura, profunda. - ¿Recuerdas cuando aprendiste a montar bicicleta? El chico asiente con la cabeza. -Me decías que iba muy rápido y ahora que nado muy despacio La madre suspira. - Saber montar bicicleta no es tan esencial, pero nadar, Elvis, es cuestión de vida o muerte. Si te caes en lo hondo, te ahogas. Tú tienes suerte. Antes tiraban a los niños al mar con una soga amarrada a la cintura, tenían que chapotear hasta el cansancio. Era duro pero aprendían a nadar. Elvis mira el agua y piensa que es cierto, tiene que demostrarle a su madre que es un hombre. “Hoy mamá va a estar orgullosa de mi”. Piensa y salta.
La madre siente que el agua le salpica las piernas, se levanta con brusquedad, mira el agua oscura y no logra ver nada. Se tira buscando con desesperación una pierna, una mano, o unas rayas blancas, algo que se diferencie. Vuelve a la superficie. Saca la cabeza y continúa sin ver nada. El miedo se apodera de ella, se hunde de nuevo, nada alrededor, cree ver que algo se mueve en el fondo: Tiene que estar aquí. Patalea, da vueltas rastreando el pelo rubio, buscando burbujas, se hunde otra vez. Presa del pánico sube de nuevo, saca la barbilla del agua. -No puede ser, no puede ser. Regresa hasta el muelle y se agarra a una de las estacas pero el silencio lo envuelve todo. Ella camina con paso titubeante, se voltea continuamente a mirar el mar con desesperación. Sus pasos la acercan más a la casa, esta vez no quiere llegar. Ve el techo y después la ventana de la cocina que está abierta. Adentro está oscuro y la puerta de entrada es un abismo. Ya está frente a la escalera, divisa un hombro desnudo que cruza por delante de la ventana, escucha sus pasos. Le abre, ella levanta la cabeza y se encuentra con la mirada del hombre -¿Qué ocurre? Inclina el rostro, tiene la ropa fría, el viento a su espalda y se empequeñece cuando oye esa voz recriminándola. ¡Pero mujer vienes empapada otra vez! No, murmura ella y se apoya en el marco de la puerta, no se bien, ocurrió tan rápido. El resto queda solamente en un gemido y cuando vuelve a alzar la mirada ve el miedo en sus ojos. - Es el niño. - Lo se, lo se, nuestro hijo, era nuestro hijo. La abraza, apoya fuerte la cabeza contra su pecho y entran juntos a la casa.
Recursos / Resource | Fuente / Source |
---|---|
Edición/Edition | Snapseed |
Texto/Text | @maylink |
Imagenes/Pictures | Samsung Galaxy A05S |